En 2012 las exportaciones argentinas declaradas sebo fundido (un subproducto de la cadena de valor cárnica) fueron de 2154 toneladas por un valor FOB 2,30 millones de dólares. En 2013 subieron a 8303 toneladas por 5,52 M/u$s. Y en lo que va de 2014 ya suman 8186 toneladas por 4,92 M/u$s, según informó Valor Soja.

El crecimiento de las ventas externas del subproducto se explica por una gran partida de 7490 toneladas colocada en Nigeria (el monto restante se destinó a países limítrofes).

Las ventas externas grasa refinada para consumo humano (insumo para galletitas y panificados) vienen, en cambio, decayendo en los últimos años: 3393 toneladas por 4,39 M/u$s en 2012 versus 2896 toneladas por 3,44 M/u$s el año pasado. Y en lo que va de 2014 suman 347 toneladas por 382.888 dólares.

En cuanto al sebo bovino en bruto, en 2012 se registraron 919 toneladas por 865.473 dólares contra 1047 toneladas por 1,068 M/u$s en 2013. En lo que va del presente año se declararon 111 toneladas por 129.784 dólares.

Las principales empresas dedicadas a procesar y exportar sebo bovino están integradas en la Cámara de Subproductos Ganaderos de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

En Brasil parte de la producción interna de sebo bovino se emplea para elaborar biodiesel. Pero en la Argentina esa alternativa es inviable porque el negocio de los subproductos está cartelizado.

La cuestión es que, en lo que respecta a la valorización del desperdicio, los carniceros y frigoríficos no tienen posibilidad de elegir un comprador, dado que los retiros de grasa y hueso son realizados por empresas que se reparten las diferentes zonas a modo de un “coto cerrado” en el que no puede ingresar ningún nuevo participante (a menos, claro, que quiera poner en riesgo su integridad física)

El factor común es que ningún recolector de grasa y huesos invade el “territorio” del otro, de manera tal que el precio que pagan por el desperdicio es, además de no-negociable, insignificante.

Uno de los principales operadores de ese negocio en la ciudad de Buenos Aires es Jorge “El Negro” Martínez, quien experimentó un crecimiento importante a partir de la intervención de mercado instrumentada por el ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno.

Los principales perjudicados de la cartelización presente en el mercado de recolección del sebo bovino son los consumidores, dado que, si el comercio de los desperdicios estuviese desregulado, habría mayores posibilidades de valorizar la hacienda (en el caso de los frigoríficos) o la media res (en el caso de los carniceros), lo que permitiría contar a los operadores con un mayor margen para reducir los precios de los cortes bovinos.

La mayor disponibilidad de subproductos ganaderos es una consecuencia directa del aumento de la faena. En 2013 la faena total de bovinos a nivel nacional fue de 12,742 millones de cabezas, una cifra 11,5% superior a la de 2012, según estimaciones de Ciccra.