Algo parecido ocurrió con la cebada Explorer, con récords de casi 8.000 kg/ha. Tres técnicos de la semillera cuentan en detalle los resultados de la campaña.
Pocos días quedan por delante para que finalice la cosecha fina en el país, y los números revelados por los productores que eligen la genética de Nidera permiten concluir que, tanto en trigo como en cebada, allí donde el ambiente lo permite y la tecnología acompaña, los rindes no encuentran un techo.
En trigo, el pico máximo lo alcanzó el establecimiento San Alfredo, de Miramar, que logró 9.340 kg/ha con Baguette 802. En la estancia Santa Lucía, de Chapadmalal, se observaron rendimientos de hasta 8.900 kg/ha con Baguette 31 y de 8.400 kg/ha con Baguette 802. Por su parte, en La Bernardina, otro establecimiento de Miramar, se obtuvieron rindes de 8.550 kg/ha con Baguette 601, mientras que la firma Evasio Marmetto SA obtuvo rindes de 7.500 kg/ha con Baguette 31 y Baguette 801 en las localidades de Necochea y Lobería.
En cuanto a cebada, la Explorer lideró la campaña en materia de rendimientos. En este rubro, también la estancia Santa Lucía alcanzó el pico máximo, con 7.797 kg/ha, mientras que el establecimiento El Diez, de Necochea, alcanzó los 7.250 kg/ha. La empresa Dora Von Meyer SA, de General Belgrano, lo siguió de cerca con rindes de hasta 7.200 kg/ha, mientras que la firma Facundo Canavari, de Baradero, obtuvo 7.100 kg/ha.
En la gran zona triguera del sudeste de la provincia de Buenos Aires, según Javier Latorre, del Servicio Técnico de Nidera, “si bien la trilla no ha concluido, en lotes ubicados en toda la banda costera, lo único que se escucha es que los rindes son muy buenos, con picos de entre 8.000 y 9.000 kilos por hectárea”.
En ese área, delimitada por las localidades de Balcarce, Mar del Plata, Tandil y Tres Arroyos, los rendimientos promedio encontrados arrojaban entre 5.000 y 5.500 kg/ha, es decir, unos 1.000 kg/ha por encima del promedio histórico de dicha zona. Según el técnico de Nidera, “no todos los campos son buenos en la zona, ya que hay muchos con tosca, y eso hace que los rindes caigan un poco; pero a pesar de eso, los campos inferiores tienen buenos rindes para este tipo de suelos”. Hacia el norte de esa zona, según Latorre, en Tandil, Azul y Rauch, “los rindes también son buenos, pero un poco inferiores a los de la banda costera”.
“Yendo más hacia el oeste, en la zona que abarca el partido de Tres Arroyos, Coronel Dorrego y parte de Coronel Pringles, el trigo también estuvo muy bien”, cuenta Latorre, y detalla: “En esa zona, 4.000 o 4.500 kilos por hectárea son buenos rindes, porque allí la oferta de agua es menor y los suelos no son de los mejores. Mientras que, yendo más al norte, en la zona de Coronel Suárez, Puán y Saavedra, los rindes están por encima de los 3.500 kilos por hectárea”.
Según el técnico de Nidera, las condiciones ambientales de la zona “se acercaron en esta campaña a lo mejor esperable para el desarrollo de los cultivos, excepto por un exceso de agua que significó una cantidad de días nublados durante la espigazón, y que bajó un poco la potencialidad a los rindes. Si hubiera habido más heliofanía, los resultados habrían sido incluso más altos”.
En cuanto a la cebada, Latorre sostiene que “si bien hubo más traspiés sanitarios que con el trigo, los rindes son buenos de todas formas, ya que se escucha que están entre los 4.500 y los 5.000 kilos por hectárea en la banda costera, y de 4.000 en la zona que está más hacia el oeste”.
Entre los materiales trigueros que alcanzaron los mejores resultados en la zona, Latorre asegura que, si bien todas las variedades tuvieron una buena performance, “con las buenas condiciones que hubo, los que más se han destacado son el Baguette 802 entre los largos, y Baguette 601 entre los intermedios, por el rinde, por cómo resultaron en lo sanitario, y por su estabilidad”. En cuanto a la cebada Explorer, sostiene que “según los datos que tenemos hasta ahora, ha superado amplia y cómodamente a las líneas viejas de cebadas que hay en el mercado”.
Otro de los factores que permitió la obtención de esos rendimientos óptimos, según Latorre, fue el uso intensivo de tecnología, especialmente en la banda costera: “En cuanto el productor vio que la campaña venía bien, puso todo. En primer lugar, se empieza a ver cómo la semilla se cura en origen cada vez más contra insectos y enfermedades fúngicas, un mercado que Nidera lidera, y que significa un paso adelante en tecnología. Luego, en cuanto a la programación de la fertilización, se pusieron objetivos altos, y fue muy buena tanto en fósforo como en nitrógeno. Y el 70 u 80% de los productores cuidó el trigo con fungicidas, mientras que en la cebada ese número fue más alto, ya que el exceso de agua es su talón de Aquiles”.
Hacia el norte
Claudio Pastor, del Servicio Técnico de Nidera para la zona centro y norte de Buenos Aires, cuenta que si bien al principio, por la sequía, el año no venía bien para el trigo, las lluvias llegaron y dieron vuelta el panorama. “La llegada del agua ayudó al llenado, y esto se sumó a las bajas temperaturas, que siguieron casi hasta el final de esa etapa, todo lo cual contribuyó a compensar la seca inicial”, relata.
En ese contexto, según Pastor, la cebada –que se cosechó primero– tuvo rindes muy buenos para la zona, por encima de lo esperado. “Por lo menos en el norte de Buenos Aires y el centro los rendimientos fueron de los 4.500 a los 7.000 kilos por hectárea”, sostiene.
“Cuando pensábamos que el trigo no iba a acompañar, que iba a tener resultados inferiores a la cebada, vino la sorpresa de que también los rindes del trigo estuvieron entre los 4.500 y los 7.500 kilos por hectárea, y hasta con 8.000 kilos en algunos lugares de la zona”, resalta.
El Baguette 601 fue el material que más se destacó según Pastor, “con picos de hasta 8.300 kilos por hectárea en Pergamino”. Entre los materiales cortos, el técnico de Nidera resaltó la performance del Baguette 501, “que tuvo rindes de 5.000 kilos por hectárea, con picos de 7.000”; mientras que para fechas tempranas, “tuvo muy buen comportamiento el Baguette 801, de ciclo largo, con picos, en Dolores, de 7.600 kilos por hectárea”.
Yendo hacia el oeste, hacia la zona de Vedia y General Pico, los rindes flaquearon, debido a que la falta de agua inicial se sumó a fuertes heladas que afectaron la zona. Allí los rindes del trigo estuvieron entre los 3.000 y los 4.000 kg/ha, al igual que en la zona de Ramallo.
Sin embargo, según Pastor, “estamos hablando de un año muy bueno respecto de los promedios históricos del trigo. Y estamos también satisfechos con los rendimientos de la cebada Explorer, ya que superó en 1.000 kilos por hectárea en casi todos los lotes a la Scarlett, la más sembrada en la zona”.
En el centro de Córdoba el panorama fue distinto debido a la falta de lluvias inicial y a dos fuertes heladas que azotaron a los cultivos en estado de pasto. Sebastián Acuña, del Servicio Técnico de Nidera para la zona, cuenta que “algunos lotes se entregaron a la hacienda porque no cumplían con la expectativa en cuanto a macollaje y precipitaciones”.
“En el Sur de Córdoba –agrega el técnico– los resultados fueron más variables. Entre la ruta 8 y la 7, hubo rindes que van de los 1.500 a 2.500 kilos, muy cerca del promedio de la zona, donde se hace por necesidad y con muy baja tecnología. Sin embargo, hacia el sudeste de Córdoba y sur de Santa Fe, los rendimientos logrados fueron mucho mejores, entre 4.000 y 5.000 kilos por hectárea, con algunos lotes por encima de los 5.000 kilos y hasta topes de 6.000 en el sur de Santa Fe”.
El técnico destacó la performance del Baguette 601, “que quedó a la cabeza en el promedio de todos los materiales y a la vanguardia de las variedades de trigos intermedios de la zona”. Entre los materiales para siembras tempranas resaltó el comportamiento del Baguette 801. Respecto de la cebada Explorer, manifestó que “tuvo una muy buena performance en su segundo año de presencia en la zona, por encima de la Scarlett, que es la cebada insignia de la región”.