Ante las extremas condiciones climáticas que viene afrontando el productor tucumano en las últimas campañas de granos, es necesario que se tomen ciertos recaudos técnicos para afrontar, de la mejor manera, la campaña gruesa que se viene. Por ello, los técnicos e investigadores del Programa Granos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) presentaron recomendaciones técnicas para enfrentar la próxima campaña 2013/2014, comentó Mario Devani, coordinador del Programa Granos. En estas recomendaciones trabajaron diversas áreas de la institución, para poder cubrir todas las necesidades que actualmente requiere un productor en diversos aspectos técnicos.

Todos los factores en juego son objeto de reflexión por parte de los investigadores de la institución tucumana, como la humedad del suelo, la siembra de soja, la calidad de semilla y el manejo de plagas (insectos y enfermedades). "También damos recomendaciones para las siembras de maíz y poroto negro, y un análisis sobre costos y rendimientos de indiferencia para los cultivos de soja y maíz", comentó Devani.

En cuanto a las estrategias para la conservación de la humedad en el suelo, un informe de la Sección Suelos señala que "los rendimientos de los cultivos de secano en las zonas semiáridas y sub-húmedas están condicionados por la eficiencia en la captación del agua de lluvia, y por la reducción de pérdidas por escurrimiento y evaporación".

En el NOA, la siembra directa -con la conservación de los residuos de cosecha sobre la superficie del suelo que ella conlleva- permitió que la soja pueda ser sembrada en áreas que, por su déficit hídrico, eran consideradas "marginales". Esta forma de manejo, que se ha puesto en práctica en el 95 % de la superficie productora de granos del NOA, ha contribuido a incrementar la captación de agua de lluvia y a reducir las pérdidas de humedad por evaporación directa, aumentando la humedad disponible para el cultivo.

Contribución

Por otro lado, los barbechos, que tienen el propósito de conservar la cantidad de agua disponible, han hecho una importante contribución en este mismo sentido.

Los "barbechos largos invernales" y los "barbechos cortos", entre la cosecha del trigo u otra especie de ciclo invernal y la siembra de verano, persiguen dos fines principales: Conservar la humedad almacenada y controlar las malezas.

Desde el punto de vista de la conservación de la humedad, la presencia de residuos de cosecha durante el período de barbecho disminuye las pérdidas por evaporación, por que impiden la incidencia de la radiación directa sobre la superficie, y por que conforman una capa porosa que reduce la transferencia de vapor de agua, desde el suelo hacia la atmósfera.

Así mismo, dentro del marco de la siembra directa, el control químico de malezas impide que las raíces de éstas consuman la humedad almacenada en capas sub-superficiales. Se debe tener presente que, "en la zona productora de granos del NOA la evapotranspiración potencial crece en la misma dirección geográfica que disminuyen las precipitaciones". Esto determina que "la demanda de agua de los cultivos se haga mayor en igual sentido" y que "la economía del agua sea el aspecto más importante en los resultados de cualquier campaña".

Este análisis es más crítico cuanto mayor es el déficit hídrico, entendiendo que la magnitud de dicho déficit es un balance entre la lluvia esperada y su eficiencia, y las necesidades de agua de la soja o cualquier otro cultivo.

La rotación

El área sembrada con trigo, se expande hacia el Este cuando las precipitaciones del período febrero -abril son abundantes, pues los suelos se recargan de humedad y existen perspectivas ciertas de obtener beneficios económicos.

Con respecto a este tema, recientemente la Eeaoc hizo aportes al conocimiento del balance hídrico de la rotación soja -trigo en el área productora de Tucumán. Se ha demostrado, comparativamente con barbechos invernales, que "el trigo consume gran parte del agua que se almacenó en el perfil" antes de su siembra, ocasionando una disminución en los rendimientos de la soja o maíz, cuando la campaña de verano se presenta con lluvias mal distribuidas y sensiblemente menores a los promedios.

Estos estudios han comprobado, luego de la cosecha de trigo, la presencia de una menor cantidad de agua útil almacenada por debajo de los primeros 40 a 50 cm, con relación a los que no se sembraron, y al mismo tiempo se realizó un efectivo control de malezas.

Desde el punto de vista de la economía del agua, en la zona con bajas precipitaciones la planificación de la campaña debe privilegiar las "siembras intermedias y tardías" (desde mediados de diciembre en adelante) y con "variedades de soja que cumplan su ciclo en menor tiempo" (grupos intermedios y cortos). Esto deriva de dos conceptos principales: a) Las siembras tardías, unidas a prácticas adecuadas de captación y conservación de la humedad, determinan la posibilidad de contar con una cantidad mayor de agua almacenada en el perfil al momento de la siembra. Cuando esto es así, más altas son las posibilidades de superar con éxito períodos con lluvias escasas y obtener altos rendimientos. Esta mayor cantidad de agua almacenada se logra con un buen control de malezas, mayor volumen de rastrojo en superficie y reducción del escurrimiento por medio de terrazas y cultivos en contorno. b) El requerimiento de agua se hace menor cuanto más corto es el ciclo de la variedad.