DES MOINES.- El mundo necesita una nueva revolución, pero sin armas ni sangre. Tiene que ser verde, como la que impulsó Norman Borlaug en la década del 60 cuando mejoró genéticamente el trigo y sacó de la hambruna a millones de personas en Asia y África, hecho por el que fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz en 1970.

El desafío es conocido, pero no por eso menos apasionante. En 2050 el planeta estará habitado por 9000 millones de personas, 2000 millones más que en la actualidad, que demandarán más y mejores alimentos. Para satisfacerlas, habrá que hacerlo con menos tierra y agua que las disponibles en la primera revolución verde. La ciencia y la tecnología se preparan para responder a ese reto, pero todavía hay un debate sobre cómo esas herramientas van a ser utilizadas.

Ésas fueron las principales ideas sobre las que giró el Borlaug Dialogue, que se realizó en esta ciudad norteamericana y que formó parte del World Food Prize, una suerte de Premio Nobel de la Alimentación que año tras año otorga la Fundación Norman Borlaug a quienes hicieron contribuciones sustanciales en el campo de la alimentación. Hace dos años lo ganó el presidente de Brasil Lula da Silva por su plan de Hambre Cero.

La distinción de este año puso el acento sobre la importancia de la ciencia para aumentar la productividad de la agricultura. Por eso lo ganaron los científicos Marc van Montagu, de Bélgica, y Mary-Dell Chilton y Robert Fraley, de los Estados Unidos, por sus descubrimientos en biotecnología que permitieron desarrollar soja, maíz y algodón resistentes a insectos y enfermedades.

El foro, que atrajo a unas 3000 personas, reunió, entre otros, a líderes mundiales como Tony Blair, ex primer ministro de Gran Bretaña; Ólafur Ragnar Grimsson, presidente de Islandia; el cardenal Peter Turckson, responsable del Consejo Pontificio de Justicia y Paz del Vaticano; Howard G. Buffett, hijo del magnate Warren Buffett, y Mark Lynas, un escritor inglés que este año sorprendió al mundo cuando dijo que su militancia contra los transgénicos había estado equivocada. Además, participaron productores agropecuarios, entre los que se destacó el argentino Santiago del Solar, y especialistas de Europa, África, Asia y América latina. Este cronista asistió por una invitación CropLife International.

"En China hay un millón de personas por año que deja de vivir el campo y se muda a las ciudades", dijo el especialista brasileño en agronegocios, Marco Fava Neves. Esas personas, agregó, mejoran sus ingresos y sus dietas.

A la demanda de granos se suman la de biocombustibles y de otros sectores industriales, como los cosméticos. "Las regiones ganadoras del mundo van a ser aquellas que mejor gestionen sus recursos de agua y suelo para satisfacer esa demanda", pronosticó Fava Neves.

En ese contexto, gran parte de los paneles del Borlaug Dialogue evaluó el papel de la ingeniería genética en la agricultura. Fueron Montagu y Fraley, directivo de Monsanto, quienes defendieron a la biotecnología. "Hay 10 millones de agricultores de 30 países que siembran 170 millones de hectáreas con productos genéticamente modificados (GM) cada año y, desde que se comenzaron a autorizar, en 1986, no se reportaron incidentes", señaló Fraley.

Montagu dijo que la incorporación del algodón BT le permitió a la India duplicar la productividad del cultivo y reducir el uso de insecticidas. "La aceptación o el rechazo de los GM deberían hacerse sobre bases científicas, no sobre creencias", destacó.

Fraley señaló que "hay mucha innovación en camino" debido a las técnicas de marcadores moleculares que permiten conocer con exactitud el comportamiento de los genes. "El breeder (genetista) tiene toda la información disponible", explicó. Además, informó que debido a los pedidos de agricultores de Estados Unidos, Canadá y Australia Monsanto reanudó hace tres años sus investigaciones para desarrollar un trigo transgénico. Estimó que dentro de ocho o diez años podrán estar listos los primeros desarrollos.

En otro debate, el cardenal Turkson, de Ghana, respaldó el uso de la ciencia en la agricultura, aunque dijo que tenía que tener como objetivo la seguridad alimentaria y no sólo las ganancias. "Es crucial para la humanidad cumplir los objetivos del hambre cero", dijo. Justamente África es la región del mundo que padece ese flagelo en forma más cruda. Los rendimientos promedio de los cereales son un sexto del promedio mundial. Hace diez años se celebró una conferencia entre todos los países de la región y se acordó invertir un 10% de sus presupuestos en agricultura para que el sector crezca a un ritmo del 6% anual. Sin embargo, pocos países cumplieron con ese compromiso.

Además de los intentos de los gobiernos y productores de sacar a África de su actual estado, hay organizaciones internacionales que están trabajando por el continente. Las fundaciones de Buffett y Blair unieron esfuerzos para contribuir al desarrollo agrícola "para que los gobiernos funcionen la agricultura tiene que ser productiva", dijo el ex primer ministro británico, asesor de tres países de la región.

Pero las limitaciones son muchas, debido a que todavía hay rechazo a la incorporación de tecnología. "No sólo necesitamos la biotecnología, sino también fertilización, riego, mecanización y acceso al crédito", dijo el productor kenyata Gilbert Ror. Explicó que en África el 80% de los agricultores son pequeños y medianos. Se lamentó de que muchos gobiernos de su continente todavía rechacen la ingeniería genética con el argumento de que Europa no compraría el café o el té que elaboran. "El mayor volumen de comercio es entre los países africanos y todavía tenemos barreras entre nosotros", explicó.

Lynas criticó el uso de las campañas anti-OGM en África. "Con photoshop trucaron fotos para mostrar niños con enfermedades por transgénicos y en Uganda llegaron a decir que provocaban la homosexualidad", relató. "No haber aplicado un criterio científico provocó un gran daño en África", denunció.

Experiencia argentina

El productor Santiago del Solar, disertante en el Borlaug Dialogue, explicó el aporte de la siembra directa y la biotecnología

El productor Santiago Del Solar fue el único argentino disertante en Borlaug Dialogue. En un panel presentado por Julie Borlaug, nieta de Norman, explicó que por la siembra directa y el uso de cultivos resistentes a malezas y enfermedades el país enfrenta en mejores condiciones la variabilidad del clima. Dijo que con la siembra directa se mejoró el almacenamiento de agua, lo que permitió enfrentar la escasez de lluvias. Además, "sin los maíces BT no hubiéramos podido enfrentar los insectos que crecen en ambientes cálidos y húmedos", recordó, ante sus pares de Kenya, India y Portugal.

Visión global

Personalidades internacionales hablaron sobre producción

Mark Lynas // Ambientalista

"En África se tergiversaron imágenes para que la población rechace la biotecnología, eso produjo atraso"

Tony Blair // Ex Primer Ministro británico

"Para que los gobiernos funcionen, la agricultura tiene que ser productiva"

Gilbert Ror // Productor de Kenya

"En África no sólo necesitamos biotecnología, sino también fertilizantes, mecanización y créditos"

Peter Turkson // Cardenal

"Es crucial para la humanidad cumplir con objetivos?del hambre cero"