Esta vez, los especialistas Elba de la Fuente, Betina Kruk y Santiago Barberis desglosan todos los conocimientos necesarios para poner en práctica un manejo de malezas compatible con la sustentabilidad integral de los sistemas agrícolas.
Uno de los temas calientes en los sistemas agrícolas del país es el de las malezas resistentes, que no sólo atañe a la dimensión productiva, sino también –y en forma cada vez más acuciante– a la sustentabilidad en términos ambientales. Por eso, Agricultura Consciente, el programa generado por Nidera para crear consciencia sobre la necesidad de implementar Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), decidió tratar este tema en sus últimas dos charlas online.
En el cuarto encuentro virtual, dos especialistas de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), Elba de la Fuente y Betina Kruk, explican los conceptos básicos que atañen al manejo eficaz de las malezas; mientras que en la quinta charla, el reconocido experto Santiago Barberis, introduce la temática del Manejo Integrado de Malezas (MIM), un método de control que incluye aspectos mecánicos, culturales y químicos.
Cada capacitación online del programa Agricultura Consciente consta de cuatro módulos (cada uno desplegado en un video que puede ser visto en línea), todos ellos disponibles en el sitio www.agriculturaconsciente.com. También se encuentra disponible en el mismo sitio el segundo video tutorial del año, referido al “Momento óptimo de aplicación”, que brinda en forma sencilla toda la información necesaria para un control eficaz de las malezas en el lote.
En la cuarta charla, de la Fuente enmarca la problemática de las malezas resistentes y sus posibles soluciones señalando que “en un escenario donde no se están desarrollando nuevos modos de acción de herbicidas, y en el que la cantidad de malezas resistentes y la superficie infestada con ellas sigue aumentando, resulta necesario integrar modelos de dinámica poblacional, competencia y dispersión, junto con métodos de control y toma de decisiones”. Esto, según la especialista, “permitiría establecer sistemas más racionales de manejo de malezas, tendientes a disminuir los costos del cultivo y los riesgos de contaminación ambiental y de generación de resistencia, manteniendo al mismo tiempo la posibilidad de utilizar los herbicidas disponibles”.
Entre los errores en el manejo que facilitaron la aparición de malezas resistentes, de la Fuente consigna “el uso indebido de dosis de herbicida, la reiteración de un mismo modo de acción en el tiempo y el espacio, y la residualidad del producto”. Luego explica que “en los últimos años, en la Argentina han sido reportadas numerosas malezas resistentes a distintos modos de acción, y es algo preocupante, ya que a partir de la introducción de los cultivares resistentes a herbicidas ese incremento se ha visto potenciado, no por estos cultivares en sí, sino por el mal uso de la práctica asociada a ellos”.
La especialista presenta en su charla los principios generales que regulan la fisiología de las malezas, así como también los conceptos ligados a la tolerancia y la resistencia. Así, señala que mientras que en el primer caso se trata de una “habilidad inherente” de una especie determinada de subsistir y reproducirse después de recibir una dosis de herbicida (como Conyza bonariensis, Commelina erecta o Gonphrena perennis), el segundo está referido a una “habilidad adquirida” de una población de sobrevivir y reproducirse ante una dosis de herbicida que normalmente la controlaría (como sucedió en nuestro país con el Sorgo de Alepo, Yuyo Colorado o Pata de Ganso, por ejemplo). En ambos casos, entran en juego ciertos factores de manejo que los convierten en un problema.
A continuación, de la Fuente evalúa dos estrategias tecnológicas a emplear sobre las malezas: el control y el manejo. La experta explica que mientras la primera apunta a lograr soluciones en el corto plazo con una acción directa sobre las mismas para “minimizar pérdidas de rendimiento en el cultivo que se está produciendo”, la segunda apunta al largo plazo, combinando distintas acciones con el objetivo de “mantener el tamaño poblacional de la maleza a través de sucesivos ciclos agrícolas en niveles económica y ecológicamente sustentables”. Sobre esto último, Kruk precisa que, en tanto los umbrales de control de la maleza son dinámicos, “dependen, más que de la densidad de la maleza, de la pérdida de rendimiento del cultivo que el productor esté dispuesto a asumir”.
Establecidos dichos conocimientos básicos, de la Fuente presenta las “Bases funcionales para el manejo de malezas”, tal como se titula la capacitación. Allí explica la necesidad de conocer la dinámica poblacional de las malezas, para luego poder identificar sus procesos (germinación, supervivencia, fecundación, dispersión) y sus estados poblacionales (semilla, plántula, adultos), sobre los que posteriormente se actuará con métodos de control o manejo.
La experta de la FAUBA sostiene que la aplicación de esos estudios poblacionales permiten identificar el estado más susceptible (es decir, el período crítico) de la maleza, predecir el momento de la ocurrencia de ese momento crítico, relacionándolo con las variables ambientales, así como también evaluar el efecto de las prácticas de manejo sobre los cambios en el tiempo de la población de malezas. En este sentido, arguye que “la integración de los estudios de dinámica poblacional nos habilitan a relacionar las variables ambientales que regulan el enmalezamiento con el momento más oportuno y efectivo para la realización de las prácticas de control”.
Manejo Integrado de Malezas
En la quinta capacitación online, el especialista en malezas Santiago Barberis, sostiene que “cada vez que uno toma una acción, ya sea por malezas, plagas o enfermedades, siempre va a tener repercusión en los otros factores bióticos”. De esa manera, introduce la temática del Manejo Integrado de Malezas (MIM), un método de control que incluye aspectos mecánicos, culturales y químicos.
Barberis ejemplifica su perspectiva con el caso de la Chinche de los cuernos, una plaga que afecta a la soja, “que luego queda en el rastrojo, y después hace daño en el maíz”. La tendencia para controlar esta plaga, explica el experto, es aplicar insecticida a finales del ciclo de la soja, para que no haya chinches en el cultivo siguiente. Sin embargo, sugiere una propuesta mejoradora, que consiste en “tratar de ver por qué la chinche se queda en ese lugar; y una de las causas es que si hay Siembra Directa, con todo el rastrojo que queda, se encuentra muy cómoda viviendo en ese ambiente. Y entonces, una forma de disminuirle esa comodidad a la chinche, sería controlar las malezas. Es decir, que estaríamos controlando los insectos a partir del uso de un herbicida”.
Entre los controles mecánicos aplicados al barbecho, Barberis recomienda el uso de la desmalezadora en el lote, si las malezas han adquirido un tamaño importante. A la vez, desalienta el uso del disco, ya que su utilización puede ser más nociva –en términos de erosión del suelo– que la presencia de malezas.
En el caso de los controles culturales, Barberis destaca la importancia de evitar la diseminación de semillas, especialmente su ingreso a través de la cosechadora. “Es muy importante al hacer cambio de lote, limpiar muy bien la máquina para evitar la difusión. En el caso de tener varios lotes para hacer en el mismo momento, hay que dejar en último lugar al lote más sucio. Y finalmente, hay que conocer de dónde vienen las cosechadoras que entran a nuestros lotes, porque se mueven muchos kilómetros, y por ende, pueden venir de lugares donde hay malezas tolerantes que no estaban en la zona”, recomienda.
La rotación de cultivos es otra de las medidas que Barberis señala como importantes para controlar las malezas. “Esto nos permite rotar herbicidas, y tener distintas fechas de siembra y cosecha, lo cual es importante si tenemos que controlar malezas perennes”, explica.
Hacia el final de la charla, Barberis pone el foco en el control químico, donde destaca la utilización del “doble golpe” ante el escape de malezas. “Consiste en utilizar un herbicida específico que tiene control sobre una maleza como Sorgo de Alepo resistente o Rama Negra, lo que tiene una eficacia de control del 70 por ciento; y entre 5 y 10 días después, una aplicación de un herbicida de contacto. Esto permite subir los porcentajes de control a un 100 por ciento”, señala, para luego aclarar: “la sugerencia es no utilizar este tipo de control como programa, sino como rescate”.
La próxima capacitación de Agricultura Consciente está programada para el 5 de noviembre, cuando estarán disponibles los conceptos de Marcelo Metzler, del INTA Paraná, quien también brindará sus conocimientos sobre el manejo de malezas tolerantes y resistentes. Todo en www.agriculturaconsciente.com