El panel intergubernamental creado por las Naciones Unidas para el estudio del calentamiento global, integrado por 831 científicos de 85 países, ha discutido en Estocolmo, Suecia, el contenido de un nuevo informe sobre el cambio climático, que actualiza seis años de estudios científicos sobre el tema. El documento está dirigido a los líderes políticos del mundo y puede sintetizarse en una verdad implacable: si no se reducen de un modo drástico e inmediato las emisiones de gases de efecto invernadero, las consecuencias serán devastadoras.

Los resultados contienen datos precisos que no sólo ratifican los expresado en el informe de 2007, sino que fortalecen lo que pretendemos ignorar: el nivel de certeza sobre la responsabilidad de la actividad humana en el cambio climático, causado por el uso de combustibles fósiles en la industria y el transporte, ha pasado del 90 al 95 por ciento. Se trata de un documento que además advierte que algunos fenómenos se están acelerando.

Lo mas claro es que la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha crecido desde 1880 un 40%, algo que coincide con el proceso de industrialización, que ha provocado una suba de la temperatura media del planeta de 0° 85. De no adoptarse medidas inmediatas, la temperatura puede llegar a subir hasta 4° 8 antes del final de este siglo.

La masa de hielo de Groenlandia y del Antártico se derrite en mayor proporción y más rápidamente de lo esperado, lo que obliga a revisar las estimaciones de aumento del nivel de mar y se prevé una exacerbación de las manifestaciones climáticas extremas, que ya se están produciendo no sólo en el resto del planeta, sino en nuestro propio país. El informe es un documento que será estudiado por los gobernantes del mundo con miras a alcanzar un acuerdo multilateral vinculante para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en 2015 y que deberá comenzar a aplicarse en 2020.

Es curioso, pero la gravedad del tema no se ve reflejada en la agenda pública local. En nuestro país, las decisiones gubernamentales van en dirección opuesta a la que recomienda el panel intergubernamental, que ha resaltado la importancia de promover y desarrollar energías renovables. En Río Turbio se construye una megacentral termoeléctrica, emplazada a metros de la mina de carbón, diseñada para funcionar únicamente a base de ese mineral. Y si bien es cierto que el carbón es el más abundante de los combustibles fósiles, su utilización tiene impactos por la contaminación que provoca y, esencialmente, por su poderosa contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.

Es cierto que la Argentina no es uno de los países que más han contribuido a este fenómeno, pero, en las circunstancias actuales, la responsabilidad de las autoridades de todos los países consiste en disminuir al máximo sus propias emisiones para evitar daños mayores a nuestro único planeta.

Es posible que enfrentemos varias crisis económicas en los años venideros, pero estas penurias no pueden hacernos olvidar que resulta indispensable avanzar hacia un modelo industrial basado en las energías renovables y contar con políticas que promuevan la conservación de nuestros bosques, océanos y recursos hídricos. Ya no es posible obviar este fenómeno. Ni siquiera se trata de nuestros descendientes lejanos, se trata de nuestros propios hijos, y depende de nosotros.