Se pasó más de veinte años esquivando obstáculos y enderezando curvas a más de 250 kilómetros por hora. Después entró en la política y comprobó que los riesgos más grandes y las personas más peligrosas no estaban solamente en las pistas. Así que cuando agarró la camioneta y rumbeó para San Nicolás sabía qué hacía y para qué lo hacía. Cualquier cosa menos ingenuo es Carlos Reutemann.
En un campo de gente amiga lo esperaba la sonrisa de candidato de Sergio Massa. Junto a él, Felipe Solá, ex gobernador y candidato en la lista del Frente Renovador. Alrededor, la crema de la dirigencia del campo, con la Mesa de Enlace en pleno.
Reutemann ya le había dicho a sus poquísimos íntimos que “Sergio va a poner otro peso en la balanza para equilibrar todo el mal que el kirchnerismo le ha hecho al campo”.
El hombre está furioso con el Gobierno. “ Maltrataron bárbaramente al productor y eso que muchos de los éxitos que tuvieron fueron por el precio de la soja. En diez años se dieron todos los gustos ¿qué más quieren?”, se le escuchó decir en alguna de esas raras ocasiones en las que abandona su tradicional lenguaje de señas, gestos y silencios.
En estos días elogió públicamente la nueva imagen de Cristina.
“Las calzas le dan un toque muy juvenil” dijo, como quien conoce la materia. Pero puertas adentro se pone serio y asegura: “Es muy rencorosa”.
De Massa se cuenta que le gustan su atrevimiento y su propuesta de cambiar el sistema impositivo para los productores agropecuarios, basándose más en el impuesto a las Ganancias que en las retenciones a las exportaciones. Jura que por ahora su apoyo es “hasta ahí no más”. Que ya se verá después.
Alguno ya se apuró a tirar la fórmula Massa-Reutemann para 2015. Lole pisa el freno: “Lo único que quise fue darle una mano a Sergio”. Pero no es para descartarlo, aunque falte tanto.
Claro que no todo el mundo quedó contento con esta reaparición de Reutemann, abandonando de golpe su larga temporada de bajo perfil en el Senado.
En su provincia le pegaron parejito Hermes Binner desde el socialismo y María Eugenia Bielsa desde el peronismo. Binner le reprochó los fracasos de una generación pasada. Reutemann, que lo respeta, dice “que tampoco Hermes se haga como si fuera del jardín de infantes”.
La señora Bielsa carga un intelecto tan fuerte y un temperamento tan volátil como el de sus hermanos notorios, Marcelo y Rafael. Otros peronistas no dijeron nada, pero es fácil imaginar la gracia que este protagonismo súbito le causó a tipos como Daniel Scioli o José Manuel de la Sota.
Reutemann, tipo tranquilo, solamente se calentó cuando algún dirigente peronista de Santa Fe le cuestionó mal su acercamiento a Massa.
“Por lo menos yo no ando colgado de las polleras de nadie”, le estampó al seguidor de Cristina que salió a hacer méritos.
Esta pequeña historia empezó después de las elecciones primarias. Media docena de senadores provinciales santafesinos que responden a Reutemann fueron recibidos por Massa, como tantos que peregrinan a la intendencia de Tigre viendo venir lo que viene.
Cuando los pusieron al teléfono, Massa contó que se acordaba de cuando Lole le dijo que el as de espadas estaba en su mano y tenía que jugarlo. Ya lo había jugado, enfrentando a Cristina y ganándole la primaria a su candidato.
Ahí quedaron en verse y el que ajustó algunos detalles fue Carlos Verna, senador peronista de La Pampa que conoce por experiencia directa todas las mañas de la política. Verna tiene su banca al lado de la de Reutemann. La comodidad también cuenta para conspirar adecuadamente.
En cambio, Reutemann jura que José Luis Manzano, el mismo Chupete de los años dorados del menemismo que ahora opera para Massa, no tuvo nada que ver en la reunión del sábado anterior.
La que alentó sin reservas el regreso de Reutemann al juego mayor fue su esposa, Verónica Ghío. Por allí hay que buscar una buena porción del inusual entusiasmo que hoy transmite Lole.
Eso sí: el senador santafesino suele llevarse sus buenos sobresaltos con Verónica, porque ella, mujer de carácter, es una usuaria entusiasta de Twitter y allí no se siente obligada a cuidar las formas como hace su esposo.
“A veces se manda algunos mensajes de contrabando por las redes sociales”, se ríe Reutemann. Justo ahí es cuando suena como un tipo feliz.