El Banco Central sufre la caída del superávit comercial día tras día y, en lo que va de este mes, más que en todo el año. Ayer, la entidad tuvo que vender u$s 70 millones y llevó a u$s 557 millones sus ventas en lo que va de septiembre, en un mercado en el que los dólares que demandan importadores no llegan a ser provistos por los que ingresan los exportadores.

El dólar mayorista cuyo precio conduce la entidad conducida por Mercedes Marcó del Pont subió ayer un centavo y cerró en $ 5,771 por unidad. Durante el día se transaron u$s 249 millones, de los que buena parte salieron de organismos oficiales.

Voceros del BCRA estimaron en u$s 70 millones lo que vendió la entidad para contener la suba de la divisa y mantener provisto al mercado. Operadores calcularon que otros u$s 45 millones salieron del Banco Nación, que ingresó divisas de exportadores mineros.

Ayer el Indec publicó el informe de Intercambio Comercial Argentino que muestran que, hasta agosto, el saldo comercial se redujo 32% casi u$s 3.000 millones menos en comparación con mismo período del año pasado debido al estancamiento de las exportaciones y el aumento de las importaciones.

La sequía de divisas comerciales fue notoria en el complejo agroexportador durante la semana pasada, período en el que los exportadores de granos y oleaginosas liquidaron sólo u$s 399 millones.

Fue la semana con menor ingreso de divisas del agro desde principios de abril, en la semana corta posterior a Semana Santa y el feriado del 2 de abril. En esos tres días, entraron al país u$s 299 millones.

En septiembre se vió una aceleración de la devaluación del peso, a la par de lo que pasaba con el real brasileño. Ese aumento en el ritmo de suba del dólar incentiva a retrasar liquidaciones de exportaciones y, si a eso le sumás la incertidumbre que siempre agregan las elecciones, es lógico que las liquidaciones se mantengan moderadas, dijo un corredor cambiario.

Están entrando menos de u$s 80 millones por rueda, un nivel que no veíamos desde antes de que empezara a embarcarse la cosecha de este año, comentó otro corredor. Y ni siquiera con lo que vende y deja de comprar le alcanza. Además, el Central está conduciendo compra por compra todas las operaciones de importadores que aún así se quejan porque no consiguen dólares suficientes, concluyó.

El estancamiento en la liquidación de exportaciones y los mayores pagos por importaciones están transformando a septiembre en el peor mes del año para la política de intervención del BCRA en el mercado cambiario mayorista.

Los números oficiales del BCRA, actualizados hasta el 13 de septiembre pasado, muestran que hasta esa parte del mes la entidad vendió u$s 297 millones en el mercado.

Estimaciones diarias que difunden voceros de la propia entidad permiten calcular que, hasta ayer, la entidad había tenido que vender otros u$s 260 millones más, llevando las ventas del mes a su nivel récord desde octubre de 2011, último mes antes de la imposición del cepo cambiario.

Con las ventas de ayer, las reservas cayeron u$s 22 millones y quedaron al borde de atravezar los u$s 35.000 millones.

Además de ser el de las ventas más grandes del último año, septiembre también es un mes de serias pérdidas para las reservas. El pago de más de u$s 2.000 millones del vencimiento del Bonar VII y la salida de divisas por la vía comercial hicieron que en lo que va del mes las reservas cayeran u$s 1.658 millones hasta los u$s 35.020 millones en los que quedaron ayer.

La sangría de divisas se mantiene, en parte, porque el BCRA ha debido levantar el pie del acelerador en cuanto al deslizamiento del dólar. La divisa mostró un ritmo anualizado del 36% en agosto en días en que el real brasileño se derretía. Hoy, ese ritmo es del 28%.

De la misma forma que creemos que la aceleración previa se explica principalmente por la depreciación de las divisas regionales en los últimos meses (que incide en la política de target de tipo de cambio real multilateral del Banco Central), en lo que va del mes el real brasilero se ha apreciado un 7.2%, mientras que el peso chileno un 2.8%, contagiando la política doméstica, analizó un informe de Elypsis.