En el marco del encuentro, especialistas abordaron distintos aspectos agronómicos relacionados con el cultivo: la fertilización nitrogenada y su impacto sobre el rendimiento y la calidad; el rol de las semillas y el suelo en las enfermedades; efectos de curasemillas sobre la cebada cervecera y control de enfermedades foliares, entre otros.
Tras una campaña récord en cantidad de hectáreas sembradas, aunque irregular en rendimientos y calidad debido a las condiciones climáticas y a las enfermedades que dañaron el cultivo, los productores del sur de la provincia de Buenos Aires presentan mayores recaudos para 2013. No obstante, las expectativas sobre el futuro de este cereal no han decrecido, sino que sigue despertando interés entre los productores del sudeste. En este marco, se desarrolló en esta ciudad la VII Jornada Técnica sobre Cultivo de Cebada 2013, organizada por Syngenta y Maltería Quilmes, a la que asistieron más de 120 personas entre productores y técnicos de la región.
El encuentro arrancó con el tema fertilización nitrogenada en cebada y su impacto sobre el rendimiento y la calidad. El ingeniero agrónomo Ignacio Alzueta (de la Facultad de Agronomía de la UBA y becario del CONICET, destacó la importancia del cultivo previo, del nitrógeno inicial y del nivel hídrico para proyectar el rendimiento. “El rinde va de la mano del número de granos en un período crítico que se extiende de 30 a 40 días antes de la floración y está directamente relacionado con los granos por metro cuadrado. En la cebada, principalmente, se genera un gran número de granos con un gran número de espigas. Para ello se necesita generar un importante número de macollos”, aseguró.
Además, el especialista de la UBA exhibió modelos de simulación para diseñar estrategias de fertilización. Con diferentes variables, mostró cuál es el rendimiento potencial medio de la zona, estudiado durante 23 años: “La cebada –a diferencia del trigo– tiene mayor capacidad de generar esos macollos asociada al aumento de nitrógeno inicial”.
En tanto, sobre la fertilización en cebada y el rendimiento, argumentó: “Se debe procurar maximizar la tasa de crecimiento durante el periodo crítico, con el fin de establecer un mayor número de espigas, o sea, diferenciar muchos macollos y que esos macollos no se me mueran. En ese periodo crítico debe crecer mucho el cultivo. Obviamente que esto depende de las condiciones ambientales a las cuales estamos expuestos, pero particionar las dosis de nitrógeno puede ser una buena estrategia, dependiendo del lote y de cómo venga el año con las precipitaciones”.
En relación con la calidad del cultivo, manifestó que “depende de la industria y en muchos casos su objetivo es un determinado rango de proteínas”. Y añadió: “A diferencia del trigo -cultivo en el cual se busca maximizar el nivel de proteína- en la cebada que se utiliza para producción de malta no sólo tenemos un piso, sino que también un techo que debemos cumplir”-
La semilla, otra clave
Más tarde, la doctora Mirta Kiehr, de la Universidad Nacional del Sur (UNS), resaltó la importancia de la semilla como primer inóculo de enfermedades al suelo. “En el rastrojo pueden vivir y crecer los hongos, algo que se acentúa en labranza cero. Especies como Fusarium matan plántulas y Rhizoctonia o pietín sobreviven en plantas alternativas (malezas o raíces de las gramíneas). La Rhizoctonia aparece temprano, en forma de manchones. Condiciones como clima semiárido, suelos arenosos, baja fertilidad, baja temperatura en momento de siembra o pasturas como cultivo previo, son todas predisponentes a esta enfermedad”.
Asimismo, agregó:“Recomendamos destruir las malezas entre dos y tres semanas antes de la siembra, teniendo en cuenta que el glifosato y las sulfonilureas predisponen el ataque. También utilizar semillas de calidad que no vengan infectadas, fertilizar y lavar muy bien la maquinaria utilizada. En tanto, contraontra la Rhizoctonia spp no hay resistencia. Una vez que está en el campo, la enfermedad tardará unos siete años en disminuir por actividad microbiana antagonista.
Por su parte, la ingeniera Desiree Tumini, de la Universidad Nacional del
Sur, presentó su experiencia en la zona de Coronel Dorrego, donde se hicieron
cuatro tratamientos con repeticiones de productos como Dividend Extra y Vibrance
Integral. Entre los 20 y los 35 días se observó una clara diferencia en aquellas
raíces tratadas con Vibrance Integral, con mayor desarrollo, y los testigos, que
presentaban una coloración que evidenciaba la presencia de patógenos. Además,
las plantas tratadas con Vibrance tuvieron más cantidad de hojas y macollos y la
posibilidad de que esto se transformara en más espigas, algo clave para el
rendimiento.
Manejo integral
A su turno, el ingeniero Ariel Quatrocchio, de Argenagro, planteó la necesidad de realizar un manejo integral de enfermedades consistente en ver de qué manera se integran los manejos culturales, la genética y los tratamientos químicos. Los monitoreos siguen siendo la clave del manejo y control de enfermedades, más aún en la aplicación de fungicidas, expresó.
En ese sentido, el especialista mostró diversos ensayos realizados en 2013 (un año muy particular desde el punto de vista climático) en los que se comparaba Amistar Extra frente a Reflect Xtra. En esa campaña llovieron 800 milímetros para el cultivo, con un ambiente predisponente a enfermedades, con temperatura, humedad y condiciones climáticas generales como días nublados. En los cinco tratamientos realizados utilizando ambos productos se observaron con claridad resultados positivos en enfermedades como mancha en red, frente a los casos testigos, que llegaron a perder de 4 a 8 hojas por día.
Al respecto el ingeniero Diego Álvarez, de Lares, disertó sobre el manejo de
enfermedades foliares teniendo en cuenta los aspectos ecofisiológicos de la
cebada. Destacó los resultados obtenidos en los ensayos realizados en la zona
sur de la provincia de Buenos Aires, la importancia del monitoreo y la eficacia
de control de las enfermedades utilizando los fungicidas Amistar Xtra y Reflect
Xtra.
Para preservar la sanidad, el ingeniero. Francisco Ciucci, integrante del equipo de Servicio Técnico Syngenta, hizo hincapié en la necesidad de monitorear y, en caso de aparición de enfermedades, bajar el inóculo inicial, ya sea con Amístar Xtra o con Reflect Xtra, dependiendo de qué tan sensible sea la variedad sembrada. “No hay que dejar avanzar a la enfermedad, no hay que llegar tarde con el fungicida”, afirmó.
Tales fungicidas tienen una formulación para ser aplicados con agua dura. Reflect Xtra posee una tecnología de doble anclaje porque ataca al hongo al mismo tiempo que defiende las hojas. Los resultados indican que esta tecnología, de gran poder residual, es muy efectiva en el manejo de enfermedades, especialmente para variedades sensibles, controlando mancha en red (Drechlera teres), roya (Puccinia hordei) y mancha borrosa (Rhizoctonia spp).
Al término del encuentro se tuvo lugar un debate moderado por el ingeniero. Juan Carlos Petoyan, Coordinador Técnico Regional Sur de Syngenta, y un panel compuesto por el ingeniero Ariel Quattrocchio y el ingeniero Diego Álvarez, donde se planteó el rol de los hongos –tanto biotróficos como necrotróficos– presentes en el rastrojo y que provocan un menor efecto de aplicación de los productos. En este punto, como a lo largo de la jornada, el momento de aplicación y el monitoreo continuo fueron dos de los conceptos sobresalientes a tener en cuenta.