El clima de pesimismo está abatiendo a los productores del país. Y razones para ello sobran. No hay duda.
Muchos que hace unos dos meses habían decidido sembrar maíz, hoy están virando -pese a los inconvenientes por baja de rotación- hacia la soja.
Así las cosas, es previsible que el área de este cereal quede por debajo de 4 millones de hectáreas. Y lo peor es que ello no significa que necesariamente se incremente la superficie argentina destinada a esta oleaginosa.
Sin embargo, alguna buena se nota, desde hace pocos días.
Últimamente se aprecian valores que se resisten a una nueva caída. Ha habido rebotes; ciertamente suaves, pero claramente visibles. Pareciese que, por ahora, se construido un piso.
La esperanza que se ha abierto, aunque tímida, trae algo de alivio porque es mucha la mercadería aún en manos de los productores. Poco más de 25 millones de toneladas –tan sólo eso- se encuentran vendidas con precio.
Quiere decir que hay casi otro tanto que están (ó estaban) bajo la presión de un mercado en baja.
Estos suaves rebotes traen algo de aire puro. Hoy por ejemplo, se puede hablar de un disponible de $1.700.-
¿Qué está pasando? Ensayamos una respuesta.
En primer lugar hay que destacar la posición del USDA.
En lo referente a stocks de EE.UU. para la campaña 2013/14, en su reciente informe, revela una baja respecto al anterior reporte. Hace un mes hablaba de poco más de 8 millones y ahora establece casi 6 millones. La expectativa oficial ha caído más o menos 2 millones.
Algo similar ocurre con la producción del país.
Hace un mes había calculado alrededor de 93,08 millones; y ahora piensa en 88,60 millones de toneladas.
En segundo lugar, el mercado parece haber tomado en cuenta que la baja de julio fue muy acentuada. La información del USDA despertó el afán de demanda en los mercados más especulativos.
Con este nuevo “clima”, lógicamente los fondos toman la delantera, sabiendo que el nivel de reservas presente para EE.UU. es bajo y que la perspectiva de la producción de América del Sur resulta demasiado incierta por lo lejana que se encuentra la cosecha. No olvidemos que en aquellas zonas alejadas de los puertos, los productores quedan desincentivados –con los actuales precios- para la siembra. Brasil, por ejemplo, tiene regiones con altos costos de transporte. Y el norte argentino, también.
El reingreso de los fondos explicaría los rebotes. Y no sería nada llamativo que éstos continúen presionando con sus entradas a favor de los precios internacionales.
Tal comportamiento podría acentuarse si se confirma una nueva desmejora en la producción de soja en ese país, pues si bien algunos Estados presentan un panorama alentador en otros, como Iowa, la cosa no está tan bien.
Claro está: ésta podría ser tan sólo una primavera pasajera. Porque estamos en manos del clima en el hemisferio norte.