Lo hace, además, con una cosecha supuestamente récord en tiempos de precios muy altos de las materias primas que exporta.
El escritor Umberto Eco dice que escribir una novela es un asunto cosmológico, hay que crear un mundo, como Dios en el Génesis. Y se ríe diciendo que, como afirma Woody Allen, hasta para copiar hay que saber elegir los modelos. Armar un mundo de fantasías es eso: armar un mundo. O como alguna vez dijo el director teatral Agustín Alezzo sobre la coherencia necesaria de las fantasías: en Aladino vuelan las alfombras, no cualquier cosa en cualquier momento.
Lo otro es el delirio o la irrealidad de los sueños, el surrealismo.
Las mismas estadísticas oficiales que cuentan un milagro de inflación y crecimiento se tornan contradictorias con un nivel de reservas del Banco Central que a fines de junio no era ni siquiera US$ 4000 millones más alto que aquel con que al final de "la noche neoliberal" Fernando de la Rúa recibió la Presidencia de parte de Carlos Menem. Al final de la semana pasada el Central no llegaba a tener 3000 millones más que al final de octubre de 2000, cuando Chacho Álvarez renunció a la vicepresidencia.
Cristina Kirchner ha montado un mundo de inconsistencias donde las supuestas maravillas conviven con monstruos desatados, como la inflación, y otros aletargados, como los retrasos tarifarios en el sector energético. La suba de los combustibles líquidos muestra la sombra de lo que puede suceder cuando sea impostergable liberar los precios contenidos por años con enorme costo fiscal.
YPF parcialmente reestatizada se transformó en una suerte de país a escala reducida. Acuciada por los juicios por sus compromisos incumplidos, casi no tiene inversores genuinos que aporten capital fresco. También tiene problemas para financiarse. Y, para colmo, hasta tuvo un accidente de grandes proporciones en una instalación clave. Las soluciones han sido de una ortodoxia monumental, mientras las tribunas cantan a la Presidenta que allí están "los pibes para la revolución".
La mayor petrolera de la Argentina tiene una posición muy importante en producción de petróleo y gas. Pero no pasa de un tercio del mercado. En cambio, los expertos resaltan que en la venta al público YPF representa más de la mitad del mercado. Una posición interesante para marcar precios testigo. ¿Es de lo que hablaba la Presidenta cada vez que mencionaba los "insumos difundidos"? Pocas cosas tienen tanta influencia en el resto de las actividades como combustibles y energía.
Pero la petrolera utilizó esa posición para poder mejorar sus precios y márgenes, también bajando un poco la calidad de la nafta súper, urgida por mejorar su flujo de fondos. Una empresa grande que aprovecha su posición muy favorable en el mercado para subir los precios y mejorar rápidamente sus ganancias... Casi todo lo que la Presidenta dice detestar, cuando no es una empresa que maneje su gobierno.
El margen para seguir subiendo los precios sigue abierto, dicen los especialistas del sector. El techo teórico es el valor del combustible importado. Sería difícil sostener que la petrolera reestatizada vendiera las naftas producidas aquí más caras que si las trajera del extranjero. Pero esa situación está lejos de alcanzarse si se calculan los precios con el tipo de cambio oficial, y mucho más si se toma cualquiera de los valores del "dólar tarjeta" o del blue.
No sólo con las estadísticas el Gobierno parece obsesionarse con el árbol sin ver el bosque. La temible nueva ley del mercado de capitales y su más temible reglamentación abren las puertas para que con una simple denuncia de un accionista minoritario el Ejecutivo pueda intervenir por seis meses compañías privadas sin la intervención de la Justicia.
Repsol continúa como accionista minoritario de YPF con participación suficiente como para denunciar que está siendo perjudicado por el accionista mayoritario, que acaba de firmar con Chevron un acuerdo que tiene cláusulas secretas. Repsol, que fue alguna vez un socio privilegiado del Gobierno, reclama ahora porque no ha recibido un solo dólar tras la expropiación. ¿Hostigará al Gobierno con su propio látigo pidiéndole a la Comisión Nacional de Valores que intervenga la petrolera estatal?
Ayudadas por compañías de servicios, como Halliburton y Schlumberger (de la que vino Miguel Galuccio), las grandes compañías nacionales de petróleo son hoy en el mundo menos dependientes de los gigantes petroleros privados. Petrobras es un ejemplo. Aquí, en cambio, YPF, al final de la década ganada, ha tenido que hacer un acuerdo secreto con el único que aceptó hasta ahora asociarse.