Las variedades comerciales del primer trigo transgénico con tecnología HB4 se comenzarán a sembrar la próxima campaña en Rosario y Balcarce. Se trata de semillas del cereal a las cuales se les introdujo un gen de la planta de girasol que confiere tolerancia a sequía y salinidad, y que estarán disponibles para el productor en 2016.
El logro es fruto de muchos años de investigación de un grupo de científicos del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) y el Centro Científico Tecnológico (CCT) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de la ciudad de Santa Fe, liderado por la Dra. Raquel Chan.
La investigadora trabaja en el aislamiento de genes de girasol desde 1992 y fue en el 2001 cuando, junto a su equipo, comenzaron las tareas específicas con genes de tolerancia a sequía.
“En principio se aislaron algunos genes que tienen que ver con la respuesta a sequía en la planta de girasol y para poder estudiarlos se los introdujo en otra especie o planta modelo. De todo el grupo de genes se pudo determinar uno que confería una tolerancia aumentada a sequía y otros que codifican para otros caracteres de interés agrícola que siguen en proceso de investigación”, explicó Chan, en una entrevista con Clarín Rural.
El gen en cuestión es el Hahb-4, que se incorporó a las semillas de trigo, soja y maíz. La patente por esta obtención se licenció en 2004 a la empresa Bioceres para que se encargue de llevar la tecnología denominada HB4 a un cultivo de interés agronómico y realice los evaluaciones a campo. Así, Bioceres se asoció con Florimond Desprez, una semillera francesa líder en genética de trigo, y constituyeron Trigall Genetics a fin de desarrollar y comercializar variedades del cereal con tecnología de segunda generación en Sudamérica.
“Los ensayos a campo ya están finalizados y sólo restan completar los correspondientes a la desregulación y las autorizaciones en cada uno de los países en donde se comercializará el nuevo desarrollo tecnológico; es decir, la demostración de la no toxicidad, la equivalencia nutricional y la inocuidad para el ambiente”, explicó la investigadora.
Actualmente, Trigall Genetics está trabajando en dichas evaluaciones y en el mejoramiento genético convencional de trigo HB4. Según confirmó Gerónimo Watson, gerente de Desarrollo del Instituto de Agrobiotecnología Rosario (Indear, de Bioceres), en 2014 ya se estarán sembrando las variedades comerciales resultantes de esta etapa en Rosario y Balcarce.
“Va a ser un salto cualitativo para la producción de trigo en aquellas regiones de mayor frecuencia de sequía, que es la mayor parte de la zona triguera argentina -excepto el sudeste bonaerense- permitiendo incrementos de alrededor de un 15% en el rendimiento, de acuerdo a la información que tenemos hoy”, aseguró Watson.
La tecnología HB4 demora la senescencia (envejecimiento) y mantiene la tasa fotosintética para generar mayor rendimiento en condiciones de déficit hídrico. “Hace cuatro años que venimos evaluando esta tecnología a campo. En Argentina y en Estados Unidos logramos aumentos en los rendimientos que dependen de la situación ambiental”, contó Federico Trucco, gerente general de Indear. Estos ensayos confirmaron que cuando se está en condiciones de producción inferiores a 2.000 kg/ha se obtiene la mayor diferencia, con incrementos del 25%.
La tecnología, además, permite aumentar la productividad del cultivo en condiciones de salinidad. Las plantas con el transgen registraron un 20% de reducción del rendimiento mientras que las que no lo poseían tuvieron disminuciones del 80%. Se estima que la semilla del cereal transgénico estará disponible para el productor en 2016. En cambio, la soja HB4 podría llegar entre 2016 y 2018, y para el maíz habrá que esperar todavía un poco más.
Mientras tanto, el equipo de Chan continúa estudiando las respuestas de las plantas frente a otros factores de estrés. En la actualidad, trabaja en el aislamiento de genes de calidad para la obtención de etanol; genes de acción combinada para tolerancia a congelamiento, sequía y salinidad, y también para mayor productividad, tolerancia a inundaciones y a sequía, entre otros desarrollos. Algunas de estas patentes ya han sido licenciadas por el Conicet y están en etapa de desarrollo.
Como dice Chan, esto deja en claro que “en Argentina se pueden desarrollar tecnologías que son de exportación”. La apuesta del Estado a la ciencia y la investigación será fundamental para seguir abriendo un camino que es clave para el futuro de la agroindustria de la Región Centro.