Seguramente cuando alguien del estado mayor kirchnerista tuvo la idea de innovar en materia electoral, introduciendo la novedad de las PASO (primarias abiertas, simultáneas, obligatorias), no pensó en todos los efectos que las mismas podrían arrastrar, afirman los especialistas en análisis político y económico, Massot y Monteverde, en su informe semanal.
En 2011 se estrenaron sin pena ni gloria. Casi podría decirse, tomando prestado el vocabulario de la química, que fueron incoloras, inodoras e insípidas. Si hasta parecieron un invento innecesario en razón de un hecho de suyo evidente, producto de la falta de conciencia republicana que permea las estructuras partidarias en estas playas: las internas brillan por su ausencia en la gran mayoría de las banderías políticas. De modo tal que muchos tomaron las PASO a broma.
Pensadas en teoría para una cosa, las PASO en la práctica adquieren ahora una forma y ganan una trascendencia que no había, ni por asomo, calibrado sus gestores.
La consecuencia no querida es que pueden anticipar el resultado de los comicios dos meses y medio antes de que se lleven a cabo. Y como el kirchnerismo se juega su futuro a suerte y verdad, saber el 11 de agosto lo que pasará el 27 de octubre no es poca cosa ni para el gobierno de Cristina Fernández ni para el peronismo ni tampoco para el variopinto arco opositor.
Supongamos sólo por un momento que, tal cual muestran hoy los principales sondeos de opinión, Sergio Massa aventajara a Martín Insaurralde por 10 puntos, seguidos de lejos por Margarita Stolbizer y Francisco De Narváez. Es casi seguro que, por exitismo y por no querer perder el voto, ciertos seguidores de este último, una vez conocidos los guarismos definitivos de las internas, en octubre introduzcan en la urna la boleta de Massa. Imposible saber cuántos optarían por esta variante, pero, cualquiera que fuese su número, ninguno se inclinaría por el kirchnerismo.
¿Realmente Massa y el Kirchnerismo son diferentes?
A principios del mes de Julio, el candidato por el Frente Renovador fue consultado por el periodista Jorge Lanata sobre si el kirchnerismo se había terminado, a lo que Sergio Massa le respondió: "No hay que plantearlo en términos de si se terminó tal cosa o la otra. En la Argentina nace la vocación de construir una etapa nueva con dirigentes con capacidad de dialogar, no como si fueran mesas de bares la política".
Hasta aquí, el ex jefe de Gabinete, se mostró neutro ante la continuidad de la era K, no afirmó ni negó la persistencia en el poder del gobierno de turno.
Sin embargo, una persona directamente afectada por la candidatura de Massa fue el diputado Francisco de Narváez quien no cree que su rival por el Frente Renovador, se haya despegado del kirchnerismo y sostuvo que el Gobierno "lo puso a buscar votos, para llegar a los 172 diputados que se necesitan para reformar la Constitución" y permitir la re-reelección de Cristina Kirchner” ¿Es esto posible?
Contrario al colorado, el senador nacional del Frente para la Victoria (FPV), Aníbal Fernández, recordó que Massa “fue jefe de Gabinete un añodel kirchnerimos y le pidieron la renuncia”. Concluyó su raconto destacando que él lo reemplazó y que su cambio de rol se debió a que le solicitaron que “volviera y encabezara la lista de senadores”. Señaló que “No es ni filo, ni kirchnerista, ni filo-kirchnerista” y que para él “Massa es opositor desde hace tiempo”.
¿Cómo se prepara el kirchnerismo para el 11 de Agosto?
Exceptuando Buenos Aires, el kirchnerismo se prepara para enfrentar derrotas en las principales provincias del país e incluso en la emblemática Santa Cruz. Hay un previsible fracaso electoral que tiene que ver, en algunos casos, con la fortaleza de los partidos gobernantes y las internas en el peronismo, es el caso de Santa Fe, Capital Federal y Córdoba, y en otros, con la debilidad del kirchnerismo en los distritos que gestiona, como Mendoza. Las provincias en disputa representan más del 30% del padrón, por lo que, para mantener el equilibrio ante esas derrotas, el oficialismo deberá hacer un muy buen papel en Buenos Aires, según publicó el Diario Perfil.
Ahora bien, en tanto y en cuanto los principales actores políticos, factores de poder, grupos de presión y agentes del mercado tomen nota de este fenómeno y descuenten que el FPV será derrotado, las dos preguntas del millón de la política criolla no habrá que plantearlas el 28 de octubre sino el 12 de agosto: ¿cómo reaccionará el gobierno y, sobre todo, Cristina Fernández cuando tenga plena conciencia de su derrota? Pero, al mismo tiempo, ¿cuál será la actitud del peronismo?, preguntan Massot y Monteverde.
Las PASO, en resumidas cuentas, pueden adelantar la transición que no necesariamente supone transferencia de todo el poder o, más importante aún, acelerar la crisis de la hegemonía kirchnerista.