Veamos una foto del presente de la ganadería vacuna en Argentina:

  • Aumento promedio de costos e insumos para ganadería de un 26% en un año y perdida de un 4% en el precio del novillo en mismo período.
  • Sequía que se extiende hace dos años en el centro, norte y oeste de Córdoba, Salta en su totalidad, vastas regiones de Santiago del Estero, Formosa y Chaco.
  • Creciente en el delta del Paraná, lo cual está produciendo una evacuación de alrededor de medio millón de cabezas de ganado.
  • Exportaciones en mínimos históricos (6% de la producción) con un dólar anti-competitivo y retenciones vigentes.
  • Hacienda desvalorizada en un 60% en dólares con respecto a 2010.

 

Está claro que la situación es complicada, aunque hay algunas cuestiones que quizás aporten algún tipo de defensa frente a este panorama desalentador.

 

¿Cuándo Cambia?

Creo que todos coincidimos en que esta situación se va a dar vuelta, lo que lamentablemente nunca podemos predecir es CUANDO, …. justamente eso es lo que a todos nos gustaría saber. Así son los mercados, la información clave es “cuando” y no “como”.

La hipótesis más optimista diría que  esta misma administración deberá romper el esquema económico que nos metió en esta situación.

Mientras que la pesimista (la cual abono) sostiene que recién un nuevo proyecto político en el poder podría plantear un modelo que cambie la realidad del ganadero y de la cadena cárnica en general, pero fundamentalmente que mejore las EXPECTATIVAS.

 

¿Cómo cambia?

Coincidimos en que en algún momento los precios van a invertir la tendencia, ya sea por un cambio de modelo que permita participar a la exportación o porque la oferta no alcance para abastecer el mercado interno.

El contexto internacional es completamente distinto al que conocimos hasta finales de siglo pasado. Las proyecciones de oferta de carne vacuna se ven claramente superadas por la demanda esperada, esto asegura precio cuando estemos listos para salir al mundo.

En cualquier caso cuando el mercado cambie el camino a recorrer será siempre el mismo:

En un proceso de aumento de demanda y precios, siempre la reacción inicial del mercado se producirá por el incremento de precios a nivel minorista y esa ola se irá desplazando en las cotizaciones y en el tiempo hacia los eslabones originales de la cadena.

O sea que el kilo de carne al mostrador es el primero que aumentará para mover el precio de la res, este accionará la demanda sobre las categorías de hacienda destinadas a faena, posteriormente el engordador presionará sobre el precio del ternero que es su principal insumo, para que finalmente allá lejos termine repercutiendo en el valor de los vientres. 

Lo importante es que la primera reacción se da sobre el mostrador para afectar retardadamente el interés por las vacas de cría.

 

¿Qué seguirá pasando en el escenario actual?

Cuando el recorrido es hacia la baja, como lo es el contexto actual de liquidación de stock ganadero, demanda global (interna más exportaciones) en retroceso, baja o nula rentabilidad en las actividades intermedias se repite el mismo circuito.

Lo primero que se resiente es el precio de la carne y lo último el valor de la vaca que funciona como fábrica de terneros.

Hoy nos encontramos en este proceso de depresión y por lo tanto podemos suponer que la vaca de cría debería bajar aún más en valores relativos al resto de las categorías, insumos y dólares.

Pareciera que estamos transitando la etapa en la que los precios de los terneros de invernada se están acomodando hacia abajo. Con el precio del maíz en alza y la amenaza de sobreoferta de hacienda liviana de consumo en el último cuatrimestre del año esta tendencia parece difícil de revertir en el corto plazo.

Es esperable que NO se produzcan bajas importantes en el corto y mediano plazo en el precio de la carne y hacienda para faena en términos generales, porque ese ajuste ya se efectivizó principalmente durante 2012.

Las caídas superiores al 20% que experimentamos en el segundo semestre del 2012 no deberían repetirse, por lo menos no en esa magnitud.

Tampoco pensamos que se reedite una situación dramática como lo fue el 2009, donde se mandaron a faena una cantidad impresionante de vientres preñados. Ese año el problema de precio y rentabilidad se vio profundizado por una seca terrible combinada con la crisis financiera internacional.

 

¿Qué hay que tener en cuenta para capitalizar un futuro aumento de precios?

En una progresión de costos y precios a lo largo de la cadena lo primero que se va a reactivar una vez pasada la crisis va a ser el precio de la hacienda para faena.

Un productor podrá aprovechar rápidamente un cambio de tendencia de precios en la medida que este posicionado en el engorde, o sea que tenga animal terminado al momento que esto se produzca.  Especialmente si los retuvo o compró cuando la invernada estaba barata.

Si en cambio es vendedor de terneros tendrá que esperar quizás otro año desde el momento que el mercado reaccione hacia arriba para capturar los nuevos valores en invernada, arrastrados por los precios del gordo.

Más tardía aún será la captura de rentabilidad si su producto fuesen por ejemplo vaquillonas preñadas, terneras para madres o reproductores en general.

 

¿Qué hacemos entonces?

Desde ya cada productor y cada empresa es un mundo aparte y dependerá de su situación forrajera, financiera, impositiva, societaria y anímica.

Lo que creemos que NO se debería hacer es planificar la actividad apostando a un fuerte reacomodamiento de precios rápido, antes de 2 o 3 años. 

También hay que tener en cuenta que la relación de costos e ingresos se puede seguir deteriorando en el corto plazo, especialmente para los planteos de cría.

Se puede agregar que descapitalizarse en vientres durante los próximos años podría ser un camino sin retorno para los productores que tengan la intención de reponer vacas cuando los precios se vuelvan a alinear con el resto del mundo.

Es posible que la actividad de engorde en todas sus formas, manejada con eficiencia en los ámbitos productivo y comercial sea lo que mejor se defienda en el corto y mediano plazo dentro de las alternativas de ganadería de carne.

 

Para finalizar, los ganaderos ya tenemos experiencia en “bailar con la más fea”.

Nos podremos debilitar y quizás queden algunos jugadores en el camino, pero difícilmente nos saquen del juego. Porque la ganadería para los ganaderos debe ser un negocio que les permita vivir, pero por encima de eso es un estilo de vida.

 

Artículo perteneciente a Belisario Castillo, asesor ganadero