La relación de la agricultura con el medio ambiente y con las zonas urbanas tiene varios aspectos por resolver. Para no afectar la integridad de las personas de pueblos y ciudades y de los recursos naturales cercanas a zonas rurales, el uso de productos químicos para el control sanitario debe responder a necesarias regulaciones que se volverán cada vez más estrictas.
En este contexto, el INTA Marcos Juárez viene trabajando desde hace dos años en el centro oeste de Córdoba en la búsqueda de alternativas de manejo para esas áreas de exclusión de aplicación de agroquímicos, cercanas a los pueblos, y evitar que, por la imposibilidad legal de aplicar ciertos productos, estas tierras terminen improductivas.
“El desafío es encontrar rotaciones rentables para estas áreas, que le sirvan al dueño del campo y que a su vez no tengan ningún riesgo sobre la salud de los habitantes de la comunidad cercana”, explica el técnico de la agencia de extensión Corral de Bustos de INTA, Juan Pablo Ioele, quien trabaja en esta iniciativa. Y agrega: “A la hora de encarar las experimentaciones pensamos fundamentalmente en la adaptabilidad del sistema productivo propuesto con la realidad productiva de la zona; o sea, encarar rotaciones que impliquen un paquete de manejo conocido y ya adaptado al lugar”.
Así, el instituto está probando secuencias de cultivos que permitan no hacer ninguna aplicación de agroquímicos. De esta forma, en el transcurso de los ensayos, que comenzaron este año, se medirán los distintos impactos productivos de las rotaciones y luego, mediante el análisis económico, se conocerá cuál es la alternativa más rentable.
Ioele explica que la primera estrategia es una rotación trigo/soja en la que se hicieron dos pasadas de arado con disco y una de rastra para la siembra. Actualmente, indicó el técnico, los trigos están emergidos y sin competencia visible de malezas (Ver foto).
“La intención es que todas las estrategias contemplen cultivos invernales para mantener ahogado el banco de malezas la mayor parte del tiempo. A su vez, esta estrategia se desdobla, ya que la mitad del trigo se va a rolar a mediados de septiembre, permitiendo mantener toda esa biomasa como cobertura y, además, vamos a sembrar soja en fechas de primera a partir de mediados de octubre”, explica.
El resto de la parcela de trigo se cosechará y luego se sembrará soja de segunda con distintos distanciamientos entre surcos.
La segunda estrategia es una rotación arveja/maíz.
En este caso, la arveja se sembró en la primera semana de julio de manera convencional con sembradora de gruesa, explica Ioele. Luego, una parcela se recolectará en fresco y allí se hará una siembra anticipada del maíz. La otra parcela de arveja se dejará secar para cosecha y posteriormente se sembrará el cereal en las fechas habituales de segunda.
“Esta estrategia involucra la recolección en fresco, la cual se inserta muy bien en las pequeñas superficies en los márgenes de los pueblos y es una buena manera de agregarle valor en origen a la producción”, explica Ioele.
La tercera alternativa que se estará probando es una rotación vicia/maíz.
“Vamos a rolar la vicia en distintas fechas para originar nuevamente dos fechas de siembra para maíz y medir en las dos estrategias resultantes cómo variaron los nutrientes, el consumo de agua y el rendimiento posterior del maíz”, detalla el técnico.
En esta estrategia no solo se apunta al control de malezas, rinde del cultivo invernal y cobertura, sino también a ver el impacto en la dinámica del nitrógeno.
“Esto no es un detalle, ya que el sistema de producción de estas estrategias tampoco contempla la entrada de fertilizantes de síntesis química, con lo cual encontrar un cultivo que ayude a controlar malezas, que además aporte gran cantidad de cobertura y que no atente contra la fertilidad y estabilidad del lote es de vital importancia”, concluye Ioele.