Y que eso es lo que va a apoyar la ciudadanía en 2015. Hay empresarios y economistas que parecen no coincidir. Y que creen que el escenario es más parecido al de 1999, cuando la convertibilidad estaba en muy serios problemas, con un escenario internacional increíblemente complicado, pero decir que se quería salir del modelo significaba perder los comicios.

"¿Quién va a querer hacer campaña diciendo que este modelo ya se volvió insostenible, que no cierra ni siquiera con inflación ni cepo, que el gasto público, además de ser groseramente ineficiente, ya es imposible de financiar?", se preocupa un economista que imagina escenarios para 2015.

La preocupación de algunos economistas es también qué candidato con posibilidades en la carrera presidencial querrá que quienes lo asesoren preparen planes de acción para escenarios catastróficos. Ex miembros de la Alianza cuentan que en 1999 dos economistas le dijeron a Fernando de la Rúa que, apenas asumido, debía blanquear el monumental déficit fiscal, escondido con dibujos avalados por el FMI, que Carlos Menem le había dejado. Y forzar con ello una asistencia extraordinaria del organismo para hacer un blindaje en diciembre de 1999. Dicen que los radicales "tuvieron miedo de su pasado" y prefirieron tratar de sostener el esquema vigente, aprovechando el sustancial apoyo político logrado. Roberto Frenkel y Miguel Pesce no ocuparon ningún puesto importante en el gobierno de De la Rúa. Un año más tarde, crisis política mediante, hubo que recurrir finalmente al blindaje, que no surtió efecto. Era tarde.

¿Se puede repetir un escenario similar, una subvaloración de los problemas locales y del cambio del escenario internacional que haga que al sucesor la bomba le estalle en las manos? El escenario internacional no es ni la mitad de malo que en 1999 y muchísimo menos malo que en 2001. No hay una crisis externa que contagie a la Argentina, aunque sí una situación mucho menos favorable que la de los últimos dos años, según los números del FMI y del BID.

Pero los números locales son preocupantes. La consultora Ecolatina acaba de calcular que el ritmo de emisión de billetes para financiar al Tesoro es insostenible. El año próximo el Gobierno necesitaría modificar de nuevo las leyes. De otro modo, todo lo que reciba del Banco Central apenas le alcanzará para cancelar los adelantos que está recibiendo.


El año 2014 parecía fiscalmente menos problemático porque no habría que pagar el cupón de deuda relacionado con el crecimiento del PBI, pero eso acaba de cambiar. El Indec simula que volvió el crecimiento "a tasas chinas" y puede obligar a pagar US$ 3000 millones que el Tesoro no tendrá. Es el colmo de un gobierno que destruyó el sistema de índices de inflación para pagar menos deuda, básicamente interna. Ahora falsifica los datos de crecimiento para pagar más deuda externa.

Además, surgen sospechas sobre la contabilidad pública. Hace pocos días el Gobierno publicó en el Boletín Oficial, con hasta ocho meses de atraso, multimillonarias operaciones de financiación al sector público que había "olvidado" revelar. El caso fue informado por La Nacion y ya motivó una denuncia penal de Elisa Carrió para que se investigue la posible comisión del delito de malversación de fondos públicos. ¿Cuántas cuentas más esconden gastos y deudas no confesados?

La enorme emisión, además, empuja la inflación, pero el único plan del Gobierno es culpar a los empresarios y amenazarlos con intervenciones. ¿Culpará también de inflacionario a Miguel Galuccio por las fuertes alzas de los combustibles de YPF? ¿No son un "insumo difundido", como gusta decir la Presidenta?

Otro economista que piensa en 2015 dice que Cristina Kirchner no hará un plan de correcciones que tendría inevitables efectos recesivos. "Es cierto que hay problemas energéticos, pero también las tarifas subsidiadas alientan el dispendio. ¿Cómo se le dice a quien apoyó el modelo porque se compró un acondicionador de aire en cuotas que ahora no lo va a poder usar porque aumentó la tarifa eléctrica?", explica.

Los subsidios abarcan a ricos y a pobres, a trabajadores y a empresarios. ¿Cuál es el costo político de reducirlos o cortarlos? Es difícil encontrar economistas que crean que hay algún político dispuesto a asumir la tarea. Cristina parece apostar a que la situación le estalle a su sucesor. Y quienes sueñan sucederla, parecen confiar en que no hay forma de llegar sin una crisis grave a 2015.