Desde que comenzó a aplicarse el cepo cambiario, a fines de octubre de 2011, las reservas del Banco Central (BCRA) se han desplomado desde 47.587 millones de dólares hasta alrededor de 38.000 millones en la actualidad. En el mismo período, los bancos centrales de otros países de la región, como Brasil, Chile, Uruguay o Perú han visto incrementadas sus reservas en niveles que se extienden del 19 al 74 por ciento. Sólo en lo que va de 2013, las reservas de la Argentina han descendido unos 5300 millones de dólares, proyectando un descenso superior a los 10.000 millones para todo el año.
Sin embargo, hay algo aún más grave a la hora de poner en duda la solvencia de la entidad monetaria argentina. Es que detrás del relato oficial sobre el "desendeudamiento", se oculta un perverso sistema de financiamiento del Tesoro Nacional a través del Banco Central, que es lo más parecido a un verdadero saqueo de las reservas.
A partir de 2006, en tiempos en que Néstor Kirchner gobernaba el país, el BCRA comenzó a convertirse lentamente en una caja auxiliar del Tesoro para el pago de deudas. El primer indicio fue la utilización por el gobierno nacional de reservas para cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional. A cambio, el Banco Central recibió títulos públicos a diez años a una tasa de interés igual a la tasa Libor menos un punto porcentual, lo que equivale a cero.
Esta política de préstamos del BCRA al Tesoro se profundizó durante el gobierno de Cristina Kirchner y, en particular, tras la remoción de Martín Redrado de la presidencia de la entidad monetaria y su reemplazo por Mercedes Marcó del Pont. Así, a partir de 2010, empezaron a aumentar cada vez más los títulos del Gobierno en manos del BCRA con la consecuente caída de las reservas líquidas.
El deterioro patrimonial del Banco Central en relación con el tamaño de su activo siguió y se acrecentó con el creciente otorgamiento de adelantos transitorios al Tesoro para financiar el déficit del Estado nacional.
En la actualidad, el BCRA se ha convertido en un organismo dependiente del gobierno nacional, tal como se desprende del porcentaje de su activo que es usufructuado por éste. De acuerdo con el balance de la entidad monetaria al 31 de mayo último, del total de su activo de 585.872 millones de pesos, equivalentes a 110.883 millones de dólares, el 57,3 por ciento está formado por títulos públicos y adelantos transitorios otorgados al Tesoro Nacional: un monto representativo de casi 63.500 millones de dólares, sumando 38.532 millones en títulos y 24.657 en adelantos transitorios.
El crecimiento de este último rubro en el activo del Banco Central ha sido espectacular. Según un estudio del economista Rodolfo Rossi, en diciembre de 2009 representaba el 29 por ciento; en septiembre de 2012, crecía al 51 por ciento y hoy se ubica en el mencionado 57,3. Se trata de un dato alarmante, teniendo en cuenta que refiere mayoritariamente a títulos intransferibles con vencimiento entre los años 2016 y 2022, que suponen una inmovilización de los activos. Entretanto, las reservas internacionales, que a fines de 2009 representaban el 60 por ciento del activo del BCRA, hoy apenas llegan al 34,8 por ciento. Hay que añadir a este análisis que si se deducen de los 38.000 millones de dólares de reservas que declara tener el BCRA los depósitos en dólares en cuentas corrientes y ciertos préstamos internacionales, las reservas netas apenas se ubicarían por debajo de los 29.000 millones.
Esta descapitalización permanente del Banco Central da cuenta de un verdadero saqueo de sus reservas por parte del Gobierno, que no sólo está derivando en un continuo debilitamiento del respaldo de la moneda argentina, con el consecuente proceso inflacionario, sino también en crecientes niveles de desconfianza en el futuro de la economía.