Parlanchina caminaba por las paredes. Estaba furiosa porque los jueces de la isla le habían declarado inconstitucional una ley para controlar la justicia. ¡Cómo me pueden hacer esto a mí!, decía parlanchina.
¡Yo que de presidente quiero pasar a ser reina! Si a Máxima la nombraron reina en Holanda, como no me van a dejar a mí ser reina de la isla, gritaba desaforada parlanchina.
Y si vamos al tribunal de La Haya, dijo Daiana, conocida como “me quedo con tu sueldo” porque le afanaba el sueldo a sus empleados y si no aceptaban los despedían. Amante de las masacres de Stalin, Daiana le dijo a parlanchina: si Máxima es reina de Holanda y La Haya está en los Países Bajos, ella no puede negarse a que el tribunal de La Haya se expida nombrándola reina de esta isla.
Parlanchina ni escuchaba, seguía despotricando contra los jueces de la isla. Eran golpistas porque no la dejaban hacer lo que le venía en ganas. Encima la economía de la isla estaba haciendo agua por todos lados.
El náufrago, que había sido convocado por parlanchina para discutir los problemas de la isla la miraba pensando: esta mujer va a terminar internada en un neuropsiquiátrico.
Se da cuenta, le dijo parlanchina, Uds. son todos destituyentes. Yo tengo el 54% de los votos de la isla y esos jueces me dicen que mis leyes son inconstitucionales.
¿Y qué tiene que ver que tenga el 54% de los votos? le respondió el náufrago. La eligieron para administrar la isla, no para que se transforme en la dueña de ella. Ud. tiene límites a lo que puede hacer como cualquier habitante de esta isla. Es más, si Ud. abusa del monopolio de la fuerza y viola los derechos de terceros Ud. es la golpista. Hace un golpe desde el Estado violando el orden jurídico.
Dejese de jorobar con esa historieta del orden jurídico, grito parlanchina, fuera de sí. La ley soy yo en esta isla. Gracias a mí y mi difunto esposo esta isla tiene un modelo económico que es la envidia de todas las islas vecinas. ¿Cómo voy a hacer crecer la economía de esta isla si no me dan todo el poder?
Justamente, le respondió el náufrago, para que la isla pueda crecer y paremos esta locura de decadencia, lo que hace falta es limitar su poder. En la medida que Ud. tenga menos poder y haya más calidad institucional esta isla va a crecer.
Esas palabras de calidad institucional y seguridad jurídica me parecen horribles. Me ponen como loco, dijo exaltado el patilludo que se las daba de gran economista.
A vos te pondrán como loco esas palabras, le respondió el náufrago, pero la realidad es que sin seguridad jurídica no hay inversiones y sin inversiones no hay ni crecimiento ni más y mejores puestos de trabajo.
¿De dónde sacó esa relación absurda? preguntó con soberbia el patilludo.
Te hago una pregunta, le dijo el náufrago al patilludo. ¿Vos invertirías en una fábrica de jugo de cocos si la rentabilidad esperada de la inversión es menor a la tasa de interés? No, respondió el patilludo. Por eso nosotros bajamos la tasa de interés.
Claro, emitiendo hojas de palmera, así bajaron por un tiempo la tasa de interés pero nadie presta porque pierde contra la inflación que Uds. generan.
Pero la tasa de interés es el precio del dinero, dijo patilludo. No, le respondió el náufrago. La tasa de interés no es el precio del dinero. Si así fuera emitimos hojas de palmera hasta que la tasa de interés llega a cero y resulta que el crédito termina siendo gratis. La tasa de interés es otra cosa, continuó el náufrago.
A ver con qué teoría exótica sale el náufrago, dijo Willy Dark que seguía la conversación mientras miraba unos papeles para ver qué inventaba para que la gente le aceptara los bonos FPC.
La tasa de interés tiene varios componentes, comenzó el náufrago. El primero es la tasa de interés originaria. ¿Qué es eso? La compensación que pide alguien que no consumió todo su ingreso y esa parte no consumida está dispuesto a prestarla a cambio de algo. Ese algo es la tasa de interés.
No entiendo, dijo patilludo. Fácil, respondió el náufrago. ¿Para vos es lo mismo consumir hoy que dentro de un año? ¿Para vos el tiempo es indiferente? No, contestó patilludo. Bueno, entonces, prosiguió el náufrago, las personas están dispuestas a postergar consumo presente por consumo futuro a cambio de algo, y ese algo es la tasa de interés originaria. Tengo un ingreso de 100 palmeras, uso 80 para consumir y 20 palmeras no las consumo, se las presto a alguien para que invierta o consuma. Pero por esas 20 palmeras me paga algo que se llama tasa de interés. De manera, estimado patilludo, vos estás loco si pensás que emitiendo hojas de palmera podés eliminar la preferencia temporal. Hacer que el tiempo sea indiferente para la gente emitiendo hojas de palmera es delirante.
Patilludo se quedó mudo sin saber qué responder. No le venía nada a la mente salvo acusarlo de neoliberal o especulador. Igual el náufrago continuó: pero esa persona, además de pedir que le paguen una tasa de interés por postergar consumo presente por consumo futuro, también va a exigir que cuando le devuelvan las hojas de palmera pueda tener el mismo poder de compra. Si la persona espera que la inflación va a ser del 25% anual y presta sus ahorros por un año, a la tasa de interés originaria le agregará su expectativa de inflación, es decir le sumará el 25% de expectativas inflacionarias.
En esta isla no hay inflación, dijo Willy Dark. Si no hay inflación, ¿para qué congelaron los precios? le preguntó el náufrago a Willy Dark y sin dejarlo responder siguió hablando. Pero también el que presta sus ahorros evalúa la seguridad jurídica del país en el que presta. Si el que presta sus ahorros en oro se encuentra con que luego le devuelven hojas de palmera, entonces le agrega otro componente a la tasa de interés, que es el riesgo institucional. Así que estimado patilludo, la tasa de interés tiene tres componentes: 1) la preferencia temporal, 2) la inflación esperada y 3) el riesgo institucional.
No sé a dónde quiere llegar con toda es perorata, le dijo patilludo con aire desafiante para no quedar como un tarado frente a parlanchina.
Decime patilludo, si vos me prestas oro y luego parlanchina dice que yo te tengo que devolver pescado podrido, ¿a vos te gustaría? No, dijo patilludo. Bueno, entonces, lo que a vos no te gusta es la inseguridad jurídica que no es otra cosa que la ausencia de reglas de juego previsibles o, si preferís, la arbitrariedad en el manejo de la cosa pública.
Si supieras que parlanchina te va confiscar parte de tus ahorros o a cobrar más impuestos o afectar de alguna manera tu propiedad, ¿me prestas a una tasa de interés más alta o más baja? Y, le cobraría más tasa de interés para cubrirme del riesgo, respondió patilludo.
Entonces, si me cobrás más tasa de interés, la rentabilidad que le tengo que pedir a tu fábrica de jugos de coco es mayor.
¿Por qué? preguntó patilludo. Porque al principio habíamos quedado que solo invertirías en la fábrica de jugo de coco si la rentabilidad esperada supera a la tasa de interés que podés ganar por un plazo fijo o un bono del tesoro americano. ¿Por qué voy a asumir el riesgo de poner la fábrica, contratar personal, comprar insumos, pagar impuestos y luego ver si la gente me compra el jugo de cocos, si tengo la opción de hacer un depósito a plazo fijo y vivir de los intereses sin trabajar?
Sigo sin entender a dónde quiere llegar, insistió patilludo. Mirá, le dijo el náufrago, si el riesgo institucional es alto, la tasa de interés sube y si sube la tasa de interés, más rentabilidad les tenés que pedir a tu fábrica de jugo de coco. ¿Entendiste? Sí, dijo patilludo, pero no veo qué tiene que ver con la traición que los jueces le hicieron a parlanchina.
Fácil, contestó náufrago, en la medida que los jueces sean independientes de
parlanchina, la gente tiene la seguridad que la justicia va a defenderla de sus
arbitrariedades. Que su derecho de propiedad no está al antojo de parlanchina.
Cuánto más le limiten el poder a parlanchina, menos riesgo institucional, menor
tasa de interés, más inversiones, mayor demanda de trabajo y mejores salarios.
En realidad, si parlanchina fuera una persona inteligente tendría que
agradecerle a los jueces que se hayan demostrado independientes porque de esa
forma podría volver la confianza a la isla atrayendo inversiones.
Ve que Ud. es un conspirador junto con los jueces que quieren darme un golpe de
estado a mí, que saqué el 54% de los votos.
Y bueno, dijo el náufrago, mientras Ud. siga atacando a la justicia, la incertidumbre política continuará y la inseguridad jurídica aumentará. Nadie se animará a poner ni un kiosco en la isla esperando saber cómo termina este conflicto entre las ambiciones de poder absoluto de parlanchina y la justicia que busca ser independiente. Mientras tanto el resto se irá hundiendo en la pobreza por las barbaridades que hace Willy Dark, que por cierto hace tiempo debería estar preso por abuso de poder. En síntesis, mientras sigan así solo los mafiosos y corruptos como Uds. ganarán plata. Los únicos negocios viables serán los de la corrupción.
Ud. es parte de la corporación mediática, de los grupos concentrados, de los sectores reaccionarios y un golpista junto con los jueces, gritó parlanchina. Váyase con todos esos conspiradores y golpistas.
El náufrago empezó a caminar hacia la puerta y de golpe se detuvo. Miró a parlanchina y le preguntó: ¿a qué le tiene tanto miedo que se la ve tan alterada? Yo no le tengo miedo a nadie, dijo parlanchina en forma altanera, . Al contrario, es a mí que me tiene que tener un poquitito de miedo.
¿No será que tiene miedo de ir presa? le preguntó el náufrago. Porqué podría ir presa, inquirió parlanchina. Porque la fortuna que acumuló Ud. desde que llegó a esta isla solo puede explicarse por la corrupción. Si Uds. pierden el poder y el control de la justicia, saben que los van a investigar y no podrán justificar sus patrimonios y se van a destapar todos los casos de corrupción que han cometido. La realidad es que eso de hacer más democrática la justicia es una forma de esconder su verdadero objetivo: tener el poder absoluto porque si lo pierden se les viene la noche. Uds. quieren cubrirse la espalda, no democratizar la justicia.
Esa es otra infamia que circula en la isla sobre mi persona y mi fallecido esposo. Los dos entregamos todo para poder ayudar a los habitantes de esta isla. Mi esposo y yo hicimos plata porque fuimos exitosos abogados.
¿Cuántos años ejerció la profesión? 10 años, respondió parlanchina.
Así que 10 años ejerciendo la profesión y 26 años ocupando diferentes cargos públicos en la isla. Ahora entiendo por qué la tiene tan loca que los jueces le hayan frenado sus aspiraciones de poder absoluto.
Que tenga buen día, dijo náufrago saliendo de la choza imperial.
Fuente: Economía para Todos