El mercado, que estaba preocupado por una siembra que no terminaba de
cerrarse en EEUU, ahora se enfrenta con la realidad de que la misma se ha
concluido en el caso de maíz y que está muy avanzada en soja. El foco de
atención pasa así a dos elementos: la posibilidad de una menor área sembrada de
maíz en EEUU, parte de la cual podría pasar a soja, y las buenas perspectivas
climáticas para el maíz y la soja que se ha podido sembrar.
Como factor limitante de la baja tenemos la activa demanda en el corto plazo,
con una oferta que brilla por su ausencia. En el caso de EEUU la
comercialización fue muy rápida, y frente a esto se hace muy difícil originar
mercadería adicional. En Sudamérica en tanto, donde recién se ha acabado de
cosechar y la mercadería debería fluir normalmente, se hace muy difícil
conseguir granos adicionales, ya que en Brasil la comercialización estaba muy
avanzada con ventas anticipadas, mientras que en Argentina, lo que el productor
vendió hasta aquí, lo hizo para cubrir necesidades financieras, y si bien quedan
granos por vender, el contexto de incertidumbre local postergaría ventas.
Sin embargo en las últimas jornadas el mercado disponible norteamericano se
hizo más fluido y esto ayudó a que los precios se descomprimieran.
Por otro lado desde el punto de vista financiero, el Presidente de la Reserva
Federal hizo declaraciones que fueron “leídas” por los inversores como el final
de la política de fuerte liquidez. Una política de menor emisión en EEUU es
negativa para los commodities ya que implica menor riesgo devaluatorio, y por lo
tanto menor interés en cubrirse frente a esa eventualidad manteniendo posiciones
compradas en materias primas. Pero además hace pensar que las tasas de interés
subirían, generando también la expectativa de un mejor uso para el dinero que
tenerlo inmovilizado en materias primas, que no generan per se ningún flujo de
fondos.
En el mercado local la soja es la que sigue más de cerca todos estos
movimientos. Pero el productor no quiere vender por la incertidumbre que vive,
espacialmente sabiendo que necesitará flujo de fondos en dólares para fines de
año, y que si vende cobrando pesos, es casi imposible dolarizar esas tenencias.
Si se suma a esto el hecho de que los valores que se están pagando están dentro
del rango por el que se viene moviendo la soja en los últimos meses, nadie
quiere apurarse a vender porque el valor tampoco es tentador.
El peligro de esta demora es que mientras no haya sustos climáticos en EEUU, la entrada de la nueva cosecha en noviembre deprimirá los valores. De hecho la soja noviembre en el Mercado a Término vale casi 2 U$S/tt menos que la disponible, cuando normalmente debería valer entre 15 y 20 U$S/tt más. Si bien es cierto que en noviembre Argentina tendrá menos soja que ahora, en el mundo habrá más, por la entrada de la oferta norteamericana. Por ello esperar un pico de precios en estas condiciones es irresponsable. Lo único que podemos hacer al respecto es recomendar ponerle piso y techo a la mercadería disponible para noviembre.
Es importante recordar que estos comentarios no se aplican tan directamente
para la soja de cosecha nueva Argentina. Para la misma deben considerarse otros
elementos, como el hecho de que estos precios podrían desalentar la implantación
de soja Sudamericana, generando preocupación en los compradores, mientras que si
finalmente los rindes se vieran impactados por la siembra tardía y el clima
futuro en EEUU, podría terminar siendo necesario un ajuste negativo a los rindes
que, sin ser una catástrofe, reducirían el incremento que hoy se proyecta en los
stocks. Estos fundamentos podrían demorar mucho en expresarse en el mercado,
mientras que hoy son interrogantes muy lejanos como para generar movimiento real
de precios.
El maíz disponible Argentino en tanto copia los precios de Chicago con mayor interferencia. En las últimas ruedas el cereal se está pagando muy bien en Argentina cuando se lo compara con la paridad de exportación, dado que la trilla viene más tarde de lo previsto por la lenta maduración de los cultivos de segunda, y los exportadores necesitan la misma para abastecer los buques que van llegando. Los productores vendieron pensando en trillar en marzo/abril, los exportadores pidieron barcos para esa fecha, o un mes más adelante, pero luego al momento de sembrar los excesos de lluvia hicieron postergar las fechas, y hoy estamos terminando junio con muchos lotes en pie, y poco movimiento de maquinarias. Las entregas se deberían haber activado en la semana pasada, pero el paro agropecuario complicó las nuevas operaciones y extendió el interés comprador. La gran pregunta es qué pasará cuando en dos o tres semanas se normalice al arribo de la mercadería? Lo más posible es que los compradores se retiren del mercado y que el valor local baje más aprisa que Chicago.
Pensando en el maíz de cosecha nueva, aquí las chances de rebote son menores,
y atadas fundamentalmente al resultado de la campaña norteamericana. Si la misma
es exitosa, el mundo no necesitará que se sostenga la gran producción de maíz
sudamericana de años anteriores, y para evitarla catapultará los precios a la
suba.
Finalmente el trigo es el grano que se ha desacoplado totalmente. Entre los
malos manejos del Gobierno que administró en forma pésima las exportaciones, y
los problemas climáticos ocasionados por las lluvias que tuvimos entre
septiembre y noviembre, los molinos se encontraron con dificultades muy serias
para conseguir trigo de calidad.
Pensando en las posiciones de cosecha nueva, las perspectivas en Europa del Este y Australia vienen mejorando y esto quitan del panorama la posibilidad de una explosión de precios como la que tuvimos el año pasado.