Pablo Besón

"La soja es uno de los cultivos más rezagados en lo que hace a innovación en Uruguay, lo cual hace que el área sea muy amplia, pero los rendimientos bajos", sostuvo Benech.

El jerarca manifestó que si bien es en la oleaginosa donde la modificación de variedades sería más necesaria, el cambio climático también obligaría, en un futuro, a que las semillas de otros cultivos sean renovadas.

"La innovación en el sector agropecuario debe ser una constante debido al actual contexto de precios, costos y otros factores como el clima", explicó.

"El hecho de que el valor de la tierra esté muy alto, al igual que los costos operativos y el precio de las materias primas, provocan la necesidad de lograr rendimientos más altos y obtener así una mayor rentabilidad", indicó el subsecretario.

"Eso sólo se puede alcanzar produciendo más y la innovación, la investigación y la aplicación de nuevas tecnologías, son las principales soluciones para conseguir esa meta", dijo Benech a El País.

En ese sentido el subsecretario del MGAP remarcó que el 38% del monto de inversión amparada en la ley de Inversiones -US$ 6.674 millones- correspondieron al sector agro industrial.

Estos proyectos recibieron beneficios tributarios al amparo de la ley e involucraron inversiones en equipos de riego y maquinaria, entre otros.

Reafirmando ese concepto Benech recordó que de acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) entre 1986 y 2006, si no hubiera existido innovación, en el sector agro industrial se hubiera producido 47% menos. Este porcentaje, aunque no existen cifras concretas, se habría incrementando de forma sensible entre el 2006 y la actualidad, estimó el subsecretario de Ganadería.

Por su parte, el analista de la Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias (Opypa) Gonzalo Souto, coincidió con estas afirmaciones. "Hay horizontes importantes para crecer. Las herramientas para lograr una productividad mayor, tienen que ver fundamentalmente con el paquete tecnológico y genético utilizado. Con estas alternativas se puede lograr una mejor adaptación, entre ella, al cambio climático", aseguró a El País.

Souto explicó que mientras en Uruguay, en la última década, los promedios han girado en torno a las dos toneladas de soja cosechada por hectárea, en Argentina y otros grandes productores de esta oleaginosa a nivel mundial se obtiene en torno a un 50% más que esa cifra. De todas formas, el técnico hizo la salvedad de que el proceso productivo al ritmo vertiginoso que muestra hoy, lleva en Uruguay sólo una década, lo cual es relativamente poco y que en cierto punto, todavía se está en proceso de aprendizaje.

Incluso, manifestó que con los actuales paquetes tecnológicos se podrían lograr mejores rendimientos realizando los procesos de forma más adecuada, según el lugar donde se siembre y coseche.

Esta zafra ha sido de las mejores en los últimos años y según agricultores consultados se obtendrían entorno a los 2,5 toneladas por hectárea. Esta es una cifra 5% mayor que la de la zafra pasada en donde el promedio fue de 2,39 toneladas kilos por hectárea, un rendimiento que ya era muy bueno.

Los buenos rendimientos de la actual zafra se deben fundamentalmente al buen clima.