Los operadores, ansiosamente expectantes, miran con extrema preocupación al norte. Lo que sucede en EE.UU. es tema de desvelo y los interrogantes se acentúan día a día.
La siembra allí está caminando; con tropiezos, es cierto, pero avanzando con adelantos significativos.
La preocupación no se centra más -hoy por hoy- en la superficie. Pues ya se descuenta que el área será totalmente – o casi totalmente- sembrada. ¿Cuál es entonces el temor?
La respuesta está en el rinde. Porque aunque se cumpla el plan de siembra, con lo que no se va a cumplir es con las fechas adecuadas, pues gran parte de la superficie será implantada fuera del mejor momento. Esto es algo que, sin lugar a dudas, el último reporte del USDA no ha contemplado, tal como es su estilo, sumamente optimista en términos de producción.
De acuerdo a sus estimaciones, los stocks de soja habrán de aumentar mucho. Concretamente, se duplicarían.
Por ello, podemos afirmar que el USDA – ¿intencionadamente?- es un gran depresor de valores.
Pero en este esquema hay un fuerte contrapeso que actúa como soporte. ¿Cual es? Frente a la actitud de este organismo, se encuentra la política de ventas de los productores argentinos, quienes -a diferencia de los brasileños- se mantienen en posición conservadora. Y las operaciones se hacen en cuenta gotas. Se calcula que apenas el 25% de la oferta estimada es el porcentaje de ventas con precio determinado.
Vale remarcar que los agricultores no lo hacen por especulación, sino porque simplemente tratan de resguardar su capacidad de pago de los estragos que comete la inflación local.
La pregunta del momento es qué pasaría si no se cumpliesen las previsiones del USDA. ¿Qué pasaría si los stocks de soja no lograran crecer y se mantuvieran en el nivel actual?
En tal caso, los precios deberían subir. O, al menos, mantenerse en los valores similares a los de ahora.
Esta pregunta parece latir en el corazón de Chicago y de los principales mercado mundiales.
A las pruebas, vale remitirse: hace treinta días, cuando la esperanza sobre una siembra exitosa era alta, la posición presente en Chicago llegaba a tan sólo u$s 530. Hoy ronda en u$s 550. La mejora es de u$s 20 por tonelada. No está mal…. ¿no?
Miremos alguna posición de futuro. Por ejemplo, septiembre. Hace treinta días estaba en u$s 445 y ahora, en u$s 472. Una suba de u$s 27 por tonelada.
Y…. ¿el disponible acá? Hace un mes giraba en torno a $1650. Ahora se aproxima a $1730.
En buen romance, no sólo hay temor sobre el abastecimiento en la Argentina sino también sobre el probable cuello de botella a darse en América del Norte. Porque muchos son los interrogantes sobre la potencialidad real de la siembra realizada -y por realizarse- en EE.UU.
Tal temor ya actúa como soporte en los valores. Y así vemos que existe una
tímida tendencia a la suba. Para el caso de los futuros, tal tendencia se revela
más fuerte.
Porque para que los valores inicien un acentuado camino descendente, va a ser
necesario que el cuadro de expectativas para la producción de América del Sur se
presente sumamente optimista.
Así las cosas, el futuro balance de oferta y demanda, tanto para EE.UU. como para el mundo, se encuentra bajo la bruma. Puesto que la demanda sigue su rumbo de firmeza.