"En los últimos años, los productores tienen más conciencia del impacto de estar trabajando con agroquímicos. Además, manejamos el concepto de buenas prácticas agrícolas y tenemos más cuidado en algunas aplicaciones", aseguró el Ing. Agr. Francisco Maiztegui, un contratista que brinda servicios de pulverización terrestre en Saladillo y en General Alvear, provincia de Buenos Aires.
Para Maiztegui, la capacitación del personal y el trabajo con los productores son fundamentales para una tarea consciente y eficiente. "Normalmente salgo con dos personas por equipo, el maquinista y un ayudante", detalló.
Si bien el profesional cuenta con personal experimentado, algunos con más de
seis años de trabajo bajo su comando, la capacitación es permanente.
“Las instrucciones sobre cómo hacer la pulverización la realizo yo o algún ingeniero agrónomo que trabaje conmigo. Pero siempre que hay algún producto nuevo nos interiorizamos y damos las explicaciones acordes antes de salir al campo”, subrayó.
“Hacemos mucho hincapié en la seguridad y la higiene y siempre utilizamos equipos de protección y máscaras para que el trabajo se haga con mucho cuidado”, aseguró Maiztegui, a la vez que resaltó la responsabilidad compartida con los productores: “Hemos trabajado con empresas grandes que también nos exigían”.
La mayoría de los campos que atiende Maiztegui cuenta con ingenieros agrónomos y personal operativo, quienes detallan el plan de trabajo e indican el producto y la dosis que van a utilizar. Sin embargo, siempre queda la puerta abierta para modificar los planes ante la recomendación del aplicador.
“Muchas veces ayudamos a los productores. Al estar arriba de lote podemos recomendarles algunas dosis y tratamos de marcarles cuando se les está escapando algún lote o la conveniencia de aplicar”, aseguró el profesional.
Experiencia comparada
La trayectoria de Maiztegui también incluye trabajos en el vecino país de Uruguay, donde junto a su hermano tuvo siete máquinas trabajando hasta 2010.
A partir de esta experiencia puede comparar la forma en que se desarrollan
las tareas de un lado y del otro del Río de La Plata.
“En Uruguay teníamos todas las máquinas y los operarios registrados. Cada uno
hacía su curso: el ayudante y los operadores”, reveló. Los ciclos eran
obligatorios y los dictaba el Ministerio de Agricultura de ese país. Hasta
“tenían un carnet que los habilitaba” contó el ingeniero y aseguró que “eso es
lo que nos falta” en la Argentina.
En nuestro país, la situación varía según la zona. En Saladillo, por ejemplo, el municipio les exige la inscripción de los equipos, pero además, los mismos aplicadores se organizan para mejorar su labor. “Nos hemos empezado a juntar para ponernos de cuerdo en cómo hacer el trabajo, qué hacer con los envases y cómo cuidar el entorno”, aseguró Maiztegui. Con ese fin, recibieron el asesoramiento de profesionales en el manejo de los recipientes de fitosanitarios.
De todas formas, Maiztegui piensa que debería haber normas “para cumplir y hacerlas cumplir”, reflexionó y afirmó que “sería bueno que existiera una escuela para que capacite a los maquinistas y que les otorgue una carnet para poder trabajar, así todos estaríamos en igualdad de condiciones” concluyó.
Fuente: Casafe