En los lotes marginales se pasó de rindes de 350 kilos de fibra por hectárea a 600 kilos por hectárea, y en los lotes buenos se llegó a 1.000 kilos.

Con biotecnología, fertilización, cambios en la estrategia de manejo y maquinaria de punta, compite con la soja y los otros cultivos por el uso de la tierra en el noreste argentino. En ese marco, dos productores del sur chaqueño mostraron a Clarín Rural cómo trabajan para hacer un algodón de primera.

En 2008/09, Los Amores S.A. sembraba 250 hectáreas de algodón; actualmente, alrededor de 7.000. “Con el correr de los años fue ganando su lugar en los mejores lotes, ajustando densidad, distanciamiento, el uso de defoliantes, la cosecha y post-cosecha, y pasó de ser un cultivo irrelevante en superficie a ocupar entre un 25% y un 40% de nuestro esquema productivo”, contó el director de Vicentín y presidente de Los Amores S.A, Máximo Padoán.

“El cultivo ha demostrado mayor seguridad, más allá del precio y los costos, ante la gran variabilidad climática predominante en el NEA”, explicó Padoán. Entre las herramientas que han conferido esa estabilidad, destacó el desarrollo de nueva genética, que ha permitido incluir al algodón como un cultivo más, bajo siembra directa y en la rotación.

Por su parte, Alberto María, de Marfra S.A., produce unas 2.000 hectáreas de algodón y tiene una desmotadora en la zona de Villa Angela, en el sur chaqueño.

“Es un cultivo que va a empezar a establecerse nuevamente con mayor solidez porque es más seguro que la soja”, opinó el productor, quien se reconoce un “fanático de la tecnología” y ha adoptado lo último en maquinaria y semillas.

Para la campaña 2013/14 piensa crecer un 50% en superficie. Sobre esto, María hace referencia a un tema clave que también se discute en la zona núcleo, el de los alquileres. “Después de estar por las nubes, los arrendamientos se han acomodado, porque se han ido algunos pooles de siembra”, especificó.

A fines de los años 90, la introducción de la soja RR, con más tecnología que el algodón, generó una caída de la superficie de este último. Sin embargo, al igual que Padoán, María coincide en que la siembra directa, el acortamiento de la distancia entre surcos y la biotecnología permitieron incorporar el algodón en la rotación y acotar los riesgos climáticos.

Actualmente, existe un cóctel de alternativas en cuanto al distanciamiento entre hileras que va desde los 35 centímetros hasta el metro tradicional. “Las nuevas máquinas picker se adaptan muy bien a distancias de 38 ó 76 centímetros”, dijo María. Padoán destaca que actualmente trabajan con distanciamientos a 38 centímetros u otros esquemas que permiten a la cosechadora trabajar en su ancho máximo.

Al referirse a la calidad, María hace hincapié en otro tema importante: las fechas de siembra. “Tenemos que llevarlas a fines de septiembre y principios de octubre, la fecha natural, porque las implantaciones más tardías generan un problema de calidades hilanderas”, dijo.