Rosario - La primera jornada del "Simposio Fertilidad 2013" se cerró con la
presencia de un grupo de profesionales que debatieron sobre las distintas
posibilidades que existen para aumentar la producción de soja. Dando inicio al
tema, y luego estudiar los datos provenientes de varias zonas y campañas, el
Ing. Agr. Luis Ventimiglia (INTA 9 de Julio) se refirió a los efectos de la
fertilización fosforada en soja, resaltando los efectos positivos sobre los
rendimientos en todos los casos analizados. De esta manera, sostuvo que a la
hora de reponer y construir, con dosis de unos 20 kg de fósforo por ha, no sólo
se alcanzan los mayores rendimientos, sino que también se genera un balance
positivo del nutriente, que permite incrementar los niveles en el suelo. En este
sentido, Ventimiglia comentó que se obtienen buenos resultados realizando
fertilización dividida: voleo al grueso en invierno y como arrancador, al
momento de la siembra.
Finalmente, el especialista se refirió a la sustentabilidad de la monocultura
sojera y su relación con el suelo. “El monocultivo de soja no es la mejor
alternativa y se debe aplicar una rotación adecuada para poder sumar fertilidad
química y biológica".
Luego, el Dr. José Luis Rotundo, de la FCA-UNR se refirió a la ecofisiología
y a la aplicación de diferentes prácticas de manejo para el logro de
rendimientos potenciales. “Es necesario considerar que muchas veces, el valor de
una tecnología particular depende del rendimiento potencial definido a través de
los factores definitorios del rendimiento”, explicó.
Además, Rotundo resaltó que -desde el punto de vista del productor- el
rendimiento potencial se define mediante prácticas como la elección de la fecha
de siembra, el grupo de madurez del cultivar sembrado, la latitud donde se
encuentra el lote de producción y la estructura del canopeo establecida mediante
la elección del espaciamiento y la densidad de siembra lograda, entre otros.
“Más allá de identificar qué práctica de manejo impacta sobre qué proceso
fisiológico, es importante cuantificar la respuesta a de las diferentes
tecnologías”, agregó el experto.
Por su parte, el Ing. Agr. Rodolfo Rossi (Nidera Semillas) compartió sus
conocimientos asociados a la contribución del mejoramiento genético para la
obtención de altos rendimientos en soja, aclarando que la demanda global del
cultivo continuará con una tasa de crecimiento cercana al 6% anual. “Si bien en
todos nuestros países, principalmente Brasil, hay superficie para seguir
creciendo, el compromiso es reducir la presión sobre los recursos naturales y
utilizar menos recursos e insumos para producir más. Esto se define como factor
de productividad (el aumento de los elementos unitarios)”, explicó el
disertante.
En cuanto a la situación local, Rossi dejó en claro que existe un compromiso con
las pautas del Plan Agroalimentario 2020, a partir del cual se definió una
producción de soja cercana a los 70 millones de toneladas, cifra que supone un
crecimiento en los rendimientos realmente significativo.
“Para ello es imprescindible asegurar la colaboración de la genética”, remarcó Rossi al tiempo que explicaba que uno de los mayores aportes que han realizado las empresas tiene que ver con la indeterminación de las variedades disponibles.
“Es importante la diversidad genética así como también avanzar en el fenotipeado de las plantas, lo que resulta clave pensando en avances frente a variedades resistentes a sequías, por ejemplo”.
Por su parte, el Dr. Fernando Salvagiotti (INTA Oliveros) puso en el centro
de la escena a la nutrición como clave para lograr altos rendimientos en soja y
compartió novedades en el manejo de micronutrientes. “Existe una brecha entre
los rendimientos actuales y los alcanzables, a la que podemos llamar brecha
nutricional. La reducción de la misma estará relacionada con la identificación
de los nutrientes deficientes en el suelo y la definición del potencial de
producción del ambiente”, explicó el disertante, y agregó: “En la región sojera
local se ha identificado que el nitrógeno, fósforo y azufre son los nutrientes
más limitantes de los rendimientos; y en alta producción también se ha informado
de aumentos por la adición de micronutrientes”.
Respecto del manejo, Salvagiotti aclaró que los altos requerimientos de
nitrógeno deben ser primordialmente satisfechos optimizando las prácticas de
manejo que maximicen el aporte por fijación biológica y que la fertilización con
nutrientes de menor movilidad como fósforo y azufre tendrá que considerar los
efectos residuales sobre los cultivos de la secuencia. “Para mejorar la
productividad y minimizar el impacto negativo sobre el ambiente es necesario
conocer cuál es la eficiencia de uso de los nutrientes con la que trabajamos”,
comentó el experto.
En otro orden, el Dr. Pablo Calviño (Consultor privado) se refirió a la posibilidad de incrementar los rendimientos a partir del manejo del cultivo, su productividad y la contribución del mejoramiento genético. “La correcta elección de variedad, fecha de siembra, arreglo espacial, sanidad y nutrición del cultivo está condicionada, en gran parte, por la calidad de identificación de los ambientes productivos tanto en productividad como en riesgos”, analizó Calviño. Además agregó que “en la actualidad, no tenemos más remedio que separar los ambientes y planificar la producción de manera eficiente”.
Desde el punto de vista del especialista, si uno listara las áreas que hay que tener en cuenta para realizar el mejor manejo de los cultivos, se debería comenzar con la caracterización de los ambientes productivos. “Hay que tener en cuenta: características de las variedades, bases de ecofisiología, manejo de la nutrición (inoculación, fertilidad propia del lote y fertilizaciones anteriores, relaciones de precios), manejo de malezas, plagas y enfermedades, calidad y enfermedades de semillas; y conocimientos de cuáles son las fechas de siembra óptimas para cada ambiente y variedad”, enumeró, entre otras variables que no siempre se tienen en cuenta. “Será clave también avanzar en la capacidad de las empresas para planificar, gerenciar y controlar sus actividades”, culminó el experto, sin dejar de destacar que “una buena caracterización del ambiente tendría que considerar un estimado de los rindes esperados”.
Cerrando el panel, el Dr. Martín Díaz-Zorita (INBA-CONICET, DZD Agro y
Novozymes) sostuvo que la expansión del cultivo de soja condujo a cambios en los
sistemas y prácticas de producción con variados resultados sobre sus
rendimientos. “En muchos casos, los rendimientos medios durante la última década
fueron estables, mientras que al analizar la porción de máximos rendimientos
alcanzables, estos fueron crecientes durante el primer lustro y relativamente
estables en los siguientes años”, explicó. Sobre el tema también mencionó:
“Cuando nos expandimos en superficie, nos movemos hacia suelos con ambientes de
menor potencial”.
Más allá de esto, el especialista manifestó: “El manejo de sistemas de
producción entendido como decisiones empresariales de largo plazo es una
herramienta que podría explicar mejoras en los rendimientos alcanzables de
soja”.
En este sentido, también se refirió al desafío de implementar cambios fundamentalmente ligados a las rotaciones, al uso de fertilizantes y al cuidado de los suelos. “Es clave, por ejemplo, sostener la continuidad de la siembra directa en la región pampeana, lo cual explica incrementos del orden del 7 u 8% por reducción de erosión y mejora en la economía del agua".
Por último, hizo referencia a la necesidad de trabajar en un mayor conocimiento sobre los sistemas actuales de producción como estrategia para seguir sumándole valor a la misma.