Cristina Fernández de Kirchner se cuidó muy bien antes de las elecciones de no anunciar que iba a imponer un cepo cambiario. Lo guardó como un secreto de Estado y a los pocos días de asumir lanzó el progresivo cepo que terminó en una prohibición total para comprar dólares.
El argumento de los kirchneristas, especialistas en dar vuelta las cosas hasta quitarle contenido a las palabras, consistía en que había que cambiar ese “nefasto” comportamiento cultural de los argentinos de comprar dólares. A sangre y fuego trataron de imponer el peso como moneda. La AFIP, el BCRA y el ineficiente Moreno hicieron lo imposible por frenar la fuga despavorida de la gente del peso, pero nadie quiere tener esos papeles pintados que pierden valor día a día.
En esta oportunidad, como también ocurre con el caso de la falsa democratización de la justicia, el verso del cambio cultural de usar el peso en vez del dólar les falló. Es que se metieron con el bolsillo de la gente y eso es lo peor que puede hacer un gobierno.
El viernes el blue llegó casi a los 10 pesos y ocurrió a pesar que el Central viene tratando de secar la plaza del mercado retirando pesos del mercado. Entre el 1 y el 26 de abril colocó títulos por $ 18.400 millones y, a pesar de eso, el mercado se llevó puesto al Central y levantó el blue hasta los $ 10.
En su incapacidad para administrar el país, creen que bastan algunos gritos de Moreno y algunos discursos en cadena de la presidente para convencer a la gente que hay que olvidarse del dólar y usar los pesos. No se dan cuenta o se dan cuenta pero no lo dicen, que el peso no es moneda por la sencilla razón que no sirve como reserva de valor. Si a esto le agregamos el continuo avance sobre la seguridad jurídica, que se terminó de concretar en las leyes de destrucción de la justicia, era obvio que la gente iba a salir corriendo a comprar dólares. Si el peso se derrite día a día por la impericia del Banco Central para defender el valor de la moneda y encima sacan leyes que los habilitarán confiscar los ahorros de la gente, lo inevitable es que quien tiene alguna capacidad de ahorro compre dólares y los meta debajo del colchón.
¿Comete la gente algún delito por eso?
No, solo defiende su derecho a proteger el fruto de su trabajo. En todo caso el que viola los derechos individuales es el Estado al prohibirle a la gente comprar dólares con el fruto de su trabajo. Es que en Argentina el gobierno ha transformado los derechos individuales en delitos y el abuso de poder y la violación de los derechos individuales en políticas de Estado. Dieron vuelta de tal manera las cosas que lo que es delito se transformó en un derecho de los gobernantes y lo que es un derecho de los habitantes en un delito. Pero la gente no es tonta y no se deja engañar cuando de cuestiones de bolsillo se trata.
Como he dicho en otra oportunidad, cuando el gobierno impuso el cepo cambiario le dijo a la gente: yo me quedo con los dólares y vos quédate con los pesos que no valen nada. La trampa no funcionó y la gente le tiró en la cara los pesos que emite el Central y se fue al blue a refugiarse del impuesto inflacionario.
Porque bueno es aclararlo, aquí no hay ninguna conspiración de grandes centros de poder, ni corporaciones, medios concentrados o fondos buitres que hagan subir el blue. Es el gobierno con su comportamiento arbitrario y su incapacidad para administrar la economía el que todos los días comete una nueva barbaridad estimulando la fuga del peso. Y, para ser más preciso, no es que el dólar sube, sino que el peso baja. Y cuando el peso ya está en el fondo del pozo, el gobierno manda al ineficiente Moreno con la pala a hacer más profundo el pozo para hundir más al peso.
La gente no es estúpida. En argentina pasamos del peso moneda nacional al peso ley 18.188. Del peso ley 18.188 al peso argentino. Del peso argentino al austral y del austral al peso actual. Se quitaron 13 ceros y jamás recuperaron la confianza en la moneda argentina. ¿Por qué? Porque no emite moneda el que quiere sino el que puede.
En efecto, el sistema monetario está basado en la confianza que la gente tenga en el ente emisor. La gente compra dólares pero no tiene ni idea qué hay en el balance de la Reserva Federal. Solo sabe que las instituciones norteamericanas funcionan mejor que las argentinas y no llegarán a hacer las locuras que se hacen por estas tierras. Es más, si al desastre monetario que hace el Central le agregamos la inseguridad jurídica que ha impuesto el gobierno, doble razón para salir corriendo del peso y refugiarse en el dólar. Estar líquido en dólares en este lío de precios relativos e inseguridad jurídica es lo indicado para cualquier jefe de familia que tiene que proteger el futuro de los suyos.
Los kirchneristas han llegado al ridículo de comparar la moneda con un símbolo patrio. Los símbolos patrios son la bandera (a la que Cristina Fernández le faltó el respeto en un acto patrio en Rosario haciendo el gesto del vamos por todo), el himno, el escudo. La moneda es solo un medio de intercambio indirecto y reserva de valor. No es un símbolo patrio.
La moneda es como una autopista. Solo facilita el flujo de transacciones. Evita el engorroso trueque permitiendo el intercambio indirecto. Vendo mis servicios por dinero y con ese dinero compro los bienes y servicios que necesito. Y, además, sirve como reserva de valor. Ahorro en moneda siempre y cuando al cabo de un tiempo pueda comprar lo mismo con ese dinero ahorrado. Si ahorro y luego puedo comprar menos, pierdo parte de mis ahorros. A eso se resiste el argentino. A que el gobierno se empecine en hacerle perder sus ahorros.
Podríamos decir que hoy hay una rebelión fiscal declarada de la gente contra el impuesto inflacionario que se traduce en la fuga del peso y el refugio en el dólar. La gente se niega a pagar el impuesto inflacionario y el gobierno, con el verso del cambio cultural y la especulación, pretende que la gente se deje cobrar el impuesto inflacionario en un país que vivió inflaciones altas, mega inflaciones e hiperinflación.
En síntesis, este problema del dólar no lo van a solucionar con el verso desde el atril diciendo que los funcionarios públicos van a pesificar sus ahorros, apelando al patriotismo o cosas por el estilo. Es más, este problema del dólar no lo puede arreglar este gobierno porque ha perdido toda credibilidad. Ni Cristina Fernández tiene capacidad para administrar el país ni sus mediocres funcionarios pueden controlar el desastre que hicieron.
Ya hicieron todo lo que tenía que hacer para generar toda la desconfianza que podían generar. Solo les queda seguir demoliendo la economía argentina, sin saber muy bien qué van a hacer con los escombros de un país destruido por sus ambiciones de poder, incapacidad de gestión y nula transparencia en el manejo de los dineros públicos.
La presidente podrá seguir con su relato oficial desde el atril, pero con el verso no va a poder arreglar nada. En todo caso seguirá inexorablemente destruyendo lo poco que va quedando en pie de la Argentina.
Fuente: Economía para Todos