En el mediano y largo plazo, la ganadería argentina seguirá sumando desafíos, y en la agenda de los ganaderos se perfilan variables como el cuidado ambiental, el bienestar animal y la trazabilidad de las huellas de carbono y agua. Ante este escenario, con esas nuevas exigencias que vendrán, los productores siguen buscando incorporar tecnología y conocimientos.
Estas cuestiones fueron analizadas en el marco de un seminario organizado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) en Santa Fe, la semana pasada. Allí, profesionales y analistas del sector coincidieron en que algunas de las herramientas necesarias pasarán por cuestiones que siguen siendo cruciales, como la incorporación de genética en los rodeos y el manejo eficiente de la base forrajera, entre otros aspectos.
Daniel Musi, del Foro Argentino de Genética Bovina, abordó ésta cuestión a través de una herramienta indispensable desde su punto de vista: la diferencia esperada de progenie (DEP), una herramienta de selección que permite comparar reproductores y usar los que mejor se adapten a cada sistema de producción.
“La aplicación de este recurso no ha sido totalmente explotada, y a pesar del trabajo que se ha hecho en los últimos veinte años, no ha tenido el impacto que podría tener”, subrayó.
En esta instancia, Musi diferenció entre producción de cabañas y los rodeos comerciales, y explicó que, en el primer caso, las vacas están perfectamente evaluadas, mientras que en muchos rodeos de cría a veces no están ni siquiera identificadas.
De acuerdo a sondeos realizados entre productores, señaló que sólo un tercio de los ganaderos argentinos que llevan adelante un sistema de cría utilizan esta herramienta.
Luego de advertir que las decisiones del criador condicionan los resultados de toda la cadena productiva, el especialista explicó también que la selección genómica ya desembarcó en los rodeos de tambo y que constituye una nueva frontera para el ganado de carne. “El impacto de esta tecnología se verá en los próximos cinco a diez años”, pronosticó.
Por su parte, el presidente de la entidad organizadora, Gonzalo Alvarez Maldonado, resumió su pensamiento, y el de muchos, al afirmar que la transferencia de tecnología en el sector ganadero es la llave que permitirá mejorar los índices productivos del rodeo nacional.
En la misma línea, el manejo de la base forrajera fue otro de los temas clave abordados al momento de evaluar las variables productivas. El asesor privado Pablo Catani explicó que al momento de confeccionar rollos de alfalfa se debe analizar con cuidado el momento de corte, la época de confección y la forma de almacenaje. “La alfalfa brinda un alimento de alta calidad, que permitirá consumos elevados de materia seca que equilibren la dieta bovina”, remarcó.
El momento del corte no es un punto menor, y Catani explicó que un manejo ineficiente en esta instancia puede verse reflejado en una pérdida de digestibilidad de hasta un 5% o más, equivalente a una pérdida de 140 kg/ha de carne.
El almacenaje es otra cuestión que el ganadero no debe descuidar. “Si en un rollo de 680 kilos se pierden 15 centímetros de la periferia, eso equivale a $ 95 por cada unidad”, estimó.
Una mayor eficiencia productiva en la ganadería de carne también puede llegar desde otros sectores; por ejemplo, del engorde de los terneros Holando que antes se descartaban en el tambo. Se trata de una modalidad que, según Sebastián Vittone, del INTA Concepción del Uruguay (Entre Ríos), puede erigirse como una buena oportunidad de negocios.
El técnico contó que desde hace algunos años se trabaja en un sistema de engorde a corral de esta categoría, que con una dieta de fibra cero, en base a grano de maíz entero y concentrado proteico, permite obtener animales terminados de 220 kilos a 300 kilos destinados a faena.