Eleni es la periodista griega que sólo con tres preguntas desacomodó al ministro de Economía.

Los argentinos demostramos así una vez más que podemos ser agradecidos, pero también que somos injustos con los compatriotas.

El aporte de Eleni es digno de agradecimiento, pero Hernán Lorenzino no es menos digno de gratitud . Con sus balbuceos y su elocuente lenguaje corporal, el "jefe" del Palacio de Hacienda merece figurar en la antología de sincericidios nacionales y regionales.

Video: Lorenzino: "Me quiero ir" (YouTube/Leandro Bazze)

Lorenzino no sólo confirmó internacionalmente la decisión de todo un gobierno de ocultar y falsear la realidad sobre una de las principales variables de la economía. Hizo mucho más que eso. Ratificó, al menos, otras seis percepciones que tiene buena parte de la sociedad:

1) La política económica no depende del ministro de Economía. No lograr recordar las cifras oficiales básicas revela no sólo una aparente impericia sino que no maneja ni necesita manejar siquiera los insumos básicos de la función.

2) La obediencia debida tiene más valor que la idoneidad para ejercer un cargo en el Gobierno, aún a riesgo de afectar el interés nacional. Lorenzino es quien debe defender al país ante tribunales internacionales de "poderosos e inescrupulosos intereses de la antipatria", pero no puede salir airoso de un simple interrogatorio periodístico.

3) El relato oficial está sostenido sobre varias premisas falsas o contradictorias que lo hacen inconsistente, a pesar de los esfuerzos y los recursos gastados para sostenerlo. El ministro lo hizo público y reafirmó el axioma que dice que se puede mentir a algunos durante algún tiempo, pero no se puede mentir a todos todo el tiempo.

4) El kirchnerismo combate al periodismo independiente porque lo pone en evidencia.

5) En el interior del Gobierno reina un clima de terror. Ante la posibilidad de decir lo que ni siquiera debe mencionar, a Lorenzino se le desfiguró el rostro.

6) Del Gobierno un funcionario sólo se puede ir si la Presidenta lo echa. El ministro no dijo "de esto no respondo" sino que fue más elocuente, dijo "me quiero ir".

El futuro de Lorenzino es tan incierto como el recuerdo que dejará, pero más allá de su gestión la sociedad no debería olvidar agradecerle su memorable actuación para la televisión internacional y su contribución a la verdad histórica.