¿Cómo lograr un heno de calidad y no quedarse en el intento?
Esta fue la pregunta que inspiró a técnicos del Proyecto Eficiencia de Cosecha, Postcosecha y Agregado de Valor en Origen (Precop) del INTA Manfredi a investigar cuál es la manera óptima de conservar forraje sin perder calidad, ahorrar tiempo y combustible. El secreto está, según los especialistas, en realizar las prácticas adecuadas. Este tema se presentará en la 4ª Jornada Nacional de Forrajes Conservados que se realizará el 10 y 11 de abril en esa unidad del INTA.
“Evaluamos el trabajo de las máquinas utilizadas para la henificación con el objetivo de potenciar su uso y obtener un recurso forrajero de calidad y fácil suministro”, expresó Federico Sánchez, técnico del equipo Precop del INTA Manfredi, y detalló: Es clave ajustar las prácticas de manejo para dañar lo menos posible la planta y que no se pierdan las hojas debido a que representan “la principal fuente de nutrientes y son las que aseguran que el heno sea de calidad”.
La henificación es una tecnología que permite conservar los forrajes casi deshidratados, es decir, con una humedad por debajo del 20%. La principal fuente de heno en la Argentina es la alfalfa, por el aporte de fibras y proteínas, necesarias para el aumento de la productividad en rodeos ganaderos.
Si bien la tecnología utilizada para la henificación en la Argentina no es nueva, el productor no toma los recaudos necesarios y elabora henos de baja calidad y con un contenido de proteínas que no es el óptimo.
En este sentido, José Peiretti, técnico del equipo Precop de esa unidad del INTA, señaló que “hacer un rollo de buena o de mala calidad le cuesta al productor exactamente lo mismo: la clave es ajustar las prácticas de manejo de todo el proceso”.
El proceso de henificación de la alfalfa comienza con el corte de la planta, sigue con el rastrillado y termina con el acondicionamiento –que puede ser embolsabo, como rollo o megafardo–. Cada una de las partes de este trabajo tiene sus particularidades y exigencias que evita la pérdida de calidad final del forraje.
Sánchez explicó: “El uso del disco, antes del rastrillado, nos permite hacer un corte más limpio que facilita el rebrote del cultivo –lo cual aumenta la productividad de la pastura–.” Además, para evitar el daño mecánico que puede sufrir la hoja, el técnico del INTA recomendó: “Picar la pastura durante la noche” y agregó: “De este modo, con el rocío de la madrugada, la hoja se humedece y no se pierde calidad debido a la fragilidad que tiene cuando se seca”.
Una vez que la alfalfa está rastrillada, se convierte en un rollo, en un megafardo o en heno embolsado. Con las rotoenfardadoras –de nueva generación– se obtiene un rollo de mayor calidad: tratan más cuidadosamente a la hoja, aunque cuando la máquina se detiene para atar el producto pierde tiempo valioso.
Otro de los puntos, que no es tenido en cuenta pero que afecta directamente la calidad, es el `atado´ del forraje. Elegir hilo o red puede ser la diferencia entre ganar o perder calidad. “La red de nylon envuelve al rollo”, señaló Peiretti y agregó: “No sólo disminuye el tiempo operativo, además, colabora a aumentar la calidad porque evita que se almacene a la intemperie”.
Las megaenfardadoras permitieron optimizar la mecanización de todo el sistema: confección, almacenaje y suministro del heno. Peiretti detalló los resultados del trabajo en el que se comparó su funcionamiento: “Las megaenfardadoras se mostraron más versátiles que las rotoenfardadoras ante situaciones de campo similares. Henificaron una tonelada 63% más rápido, consumió 50% menos de combustible y procesó un 45% más de forraje, lo que además significa menos gastos de flete y cobertura”.
Lo que se viene
Con el objetivo de intensificar y optimizar el trabajo, un grupo de contratistas forrajeros de Sacanta –Córdoba–, desarrollaron una nueva opción de conservación para implementar en tambos intensivos y feedlots.
Esta nueva presentación del heno de alfalfa otorga una gran ventaja para la formulación de raciones debido a que permite disponer del forraje en el patio de comida, picado y embolsado, listo para cargar con la pala al mixer horizontal.
Según los técnicos del INTA, la técnica consiste en utilizar las mismas máquinas que se requieren para elaborar un silo de alfalfa. La bolsa actúa como elemento de contención y protección de los factores climáticos externos –lluvia y humedad ambiente–, lo que permite una buena conservación a largo plazo, con mínimas pérdidas de calidad y cantidad.
“A partir de esta experiencia es recomendable que la recolección del material
se realice con 16% de humedad”, expresó Sánchez quien aseguró: “Con valores de
humedad inferiores al 13% se produce una gran pérdida de hojas –por la
susceptibilidad al quebrado– y con valores superiores al 18% se corre el riesgo
de que aparezcan hongos y olores, que atentan contra la calidad”.
Una jornada para hablar de intensificación
La necesidad de producir forrajes de alta calidad obliga a la producción ganadera, de carne y leche, a aumentar su eficiencia. En este sentido, técnicos del Precop del INTA Manfredi –Córdoba– trabajan para potenciar el heno embolsado de alfalfa como recurso forrajero alternativo de calidad y fácil suministro.
De hecho, el 10 y 11 de abril, en el INTA Manfredi se realizará la 4ª Jornada Nacional de Forrajes Conservados. Un encuentro gratuito que contará con las disertaciones de especialistas destacados del país y del exterior a lo que se sumará la exposición de equipos y dinámicas a campo.
Se abordarán temas como Carne y leche de precisión con valor agregado en origen, La revalorización del forraje, una necesidad de la ganadería actual y Producción de forrajes por ambientes. También se expondrá sobre la Distribución de efluentes líquidos y sólidos; CBI, una ganadería rentable y competitiva y Nutrición en producción de carne.
La agenda de actividades, además, contempla una clínica de forrajes conservados y una recorrida guiada por la muestra para conocer las novedades de las empresas del sector forrajero.