En una economía más dominada por el castigo y el desaliento a la inversión productiva, con políticas que apuntan más al cierre de la economía con la persistencia del estado de default con bonistas y también con países nucleados en el Club de París, la convivencia con elevadas tasas de inflación por el creciente rojo fiscal, pérdida de reservas energéticas y de divisas y drástica caída del superávit comercial, que a alentar los emprendimientos productivos y generar empleos para posibilitar un crecimiento sostenido y sustentable, se observa un claro cambio en las tendencias de ahorro de la población.
Uno de los responsables de ese giro fue el cepo cambiario y la política impositiva que comenzó a intensificar la presión tributaria a todo aquel que hiciera una exteriorización patrimonial con sus consumos e inversiones. Empezó por el turismo y amenaza con extenderse a la compra de autos de alta gama, con el cobro anticipado de impuestos a las Ganancias y a los Bienes Personales.
Si se acepta que la contracara del ahorro es la inversión y que ésta apenas creció en poco menos al equivalente a u$s3.000 millones en todo 2012, esto es menos de 1% del PBI, no hay duda de que la capacidad de acumular riqueza se ha reducido a la última expresión, según los últimos datos difundidos por el Indec.
Pero la misma fuente oficial también dio cuenta de que en el último año los activos externos de los residentes se elevaron en casi u$s13.000 millones, es decir unas tres veces y media más que el pobre incremento que acusó la inversión bruta interna fija (construcciones y máquinas y equipos para la producción).
De ahí que si bien en un ambiente de alta inflación, crecientes cepos cambiarios y búsqueda de atajos para cobrar impuestos en forma anticipada, se ahorra menos, sencillamente porque esas restricciones han provocado un frenazo en el ritmo de crecimiento de la economía casi único en el mundo, aún persiste un margen para acumular riqueza por parte de algunas empresas y también familias.
Pero la mala noticia es la creciente ociosidad de la mayoría de esos recursos, porque se acumulan a otros que se mantienen lejos de contribuir al desarrollo sustentable del país, los cuales la Dirección Nacional de Cuentas Internacionales ha estimado en más de u$s200.000 millones a fines de diciembre último. De ese total, poco más de la mitad se generaron en la última década.
Seguramente, si en lugar de pensar en aplicar e insistir con probadas y fracasadas políticas de aliento al consumo, sin un paralelo aliento al ahorro y la inversión productiva en una economía que tiene todo para crecer, se hubiera trabajado en poner el norte en la expansión de la capacidad para obtener más y mejor riqueza, en términos de creación de empleos de calidad y aumento de la productividad y competitividad, se hubieran evitado las múltiples distorsiones y desequilibrios que hoy afectan a la macroeconomía y, por extensión, a las finanzas de muchas familias y empresas.
Recursos ociosos
Según las estimaciones oficiales a fines de 2012 el conjunto de los argentinos mantenían ahorros acumulados en divisas, en su mayor parte de alta liquidez, por u$s202.661 millones, que esperan un mejor ambiente para canalizarlos al ahorro doméstico, pilar clave para cualquier proceso de deesarrollo sustentable, como hoy transitan las grandes economías asiáticas y también de África y América Latina.
Semejante suma representa:
* 42,7% del PBI de un año, calculado al cambio oficial promedio de 2012 y casi 77% si se la generación de riqueza en pesos se la convierte a la paridad del mercado libre de $8,30 por dólar;
* 4,7 veces las reservas del Banco Central;
* 144% de la deuda pública y privada nominada en moneda extranjera. Esto es se podría cancelar la totalidad de los compromisos financieros sin usar reservas y aún así quedaría un excedente de u$s61.500 millones;
* 196% del nivel de inversión bruta interna fija. Esto es se podría triplicar la IBIF del último año;
* 3 años de importaciones totales del país;
* 5,5 megaproyectos como el de la explotación del yacimiento de petróleo y gas de Vaca Muerta;
* 20 proyectos de explotación de potasio como el que decidió suspender la compañía minera Vale do Rio Doce, por incapacidad de soportar la suba de los costos en dólares y reales, por la deliberada política de apreciación del pesos.
Los recursos están, sólo restan diseñar políticas que contribuyan a multiplicar la capacidad de generación de riqueza por parte del conjunto de los residentes, en un ambiente donde el impulso del consumo se sustente más en el crecimiento de la inversión y la producción que en políticas fiscales y de ingreso discrecionales que atentan contra las libertades individuales en las decisiones de la forma de ahorro, y también los emprendimientos productivos, al confiscar el capital con una artificial apreciación del peso (atraso cambiario).
Fuente: Fundación Atlas 1853