El Centro de IDEAS UNSAM relevó un informe sobre la Sostenibilidad de Biocombustibles e indicadores GBEP haciendo un análisis de su relevancia y aplicabilidad en Argentina.
El estudio fue desarrollado con el objetivo de contribuir al debate sobre sostenibilidad de los biocombustibles en la Argentina tomando en cuenta las características de la producción local, difundir la temática a nivel nacional y apoyar la acción de las agencias gubernamentales locales involucradas en la materia.
El sector de biocombustibles (y en especial el de biodiesel) ha sido una de las actividades económicas con mejor desempeño relativo durante los últimos años en Argentina. Por un lado, aparece como un caso exitoso de desarrollo productivo: desde 2007 surge como un sector totalmente nuevo que agrega un eslabón adicional de valor a la cadena productiva soja/harina-aceite de soja. Por otra parte, este nuevo sector se ha orientado con gran éxito a la exportación, alcanzando escala y competitividad.
El desarrollo reciente de la producción de biocombustibles en Argentina se ha enmarcado en un contexto internacional de rápido crecimiento global de dicho sector, ayudado por las políticas de fomento al uso de biocombustibles implementadas en una treintena de países. Estas decisiones de política han estado motivadas en casi todos los casos por el interés en diversificar la matriz energética y lograr algún grado de sustitución de los combustibles fósiles, tanto por motivos de seguridad energética como debido a la preocupación por reducir –atento a los riesgos asociados al cambio climático- las emisiones de gases de efecto invernadero originadas en el sector del transporte.
El sector de biodiesel se ha mostrado en los últimos 5 años como uno de los más dinámicos del país. Actualmente, Argentina es el primer exportador mundial y el tercer productor global de este biocombustible y ha logrado mantener esta posición abasteciendo un mercado local en rápida expansión gracias a la ley de corte obligatorio (y su posterior ampliación para alcanzar el 7%). La alta competitividad del sector resulta de una conjunción de elementos, fundamentalmente la alta eficiencia y productividad de la cadena soja-aceite de soja, la continuidad de inversiones en capacidad de procesamiento, las políticas públicas favorables y una creciente demanda mundial.
En cuanto al bioetanol, su desarrollo relativo es menor en comparación con el biodiesel. Su menor importancia surge, en parte, de la composición del consumo nacional de combustibles, donde prepondera el gasoil en detrimento de la nafta.
Los productores y exportadores argentinos de biocombustibles enfrentan en la actualidad presiones proteccionistas, en un contexto de crisis internacional, y requisitos ambientales crecientes en sus principales mercados de exportación (fundamentalmente, europeos). Dichos requisitos (en especial los orientados a medir las emisiones de GEI y los efectos de cambios en el uso del suelo) no consideran cabalmente las características locales de la producción, ya que suelen basarse en valores de default y resultan controvertidos porque emplean indicadores pensados para otras realidades productivas y no cuentan con metodologías de medición internacionalmente aceptadas. Estas tendencias preocupan en el medio local porque pueden afectar el dinamismo y la competitividad de este pujante sector en el futuro y su capacidad para contribuir al desarrollo local.
Si bien la producción de biocombustibles en Argentina encuentra antecedentes cerca de un siglo atrás, a lo largo de la última década, ha logrado un grado de desarrollo y dinamismo inédito, originalmente orientado a abastecer al mercado externo y luego impulsado también por la demanda local.
En el caso argentino, varios argumentos utilizados en el debate internacional sobre sostenibilidad de los biocombustibles parecen volverse discutibles debido a la alta eficiencia y productividad en la obtención de materias primas, la disponibilidad de tierras y saldos exportables de alimentos y el hecho de que el país produce y exporta un biocombustible obtenido a partir de un subproducto agrícola (lo cual permite obtener biocombustible y alimento simultáneamente). Sin embargo, más allá de las controversias, las crecientes demandas relacionadas con la sostenibilidad de biocombustibles parecen haber llegado para quedarse y lo cierto es que el actual escenario internacional (sin estandarización de requisitos de sostenibilidad) muestra una elevada discrecionalidad y facilita la imposición de barreras al comercio.
Los relevamientos y análisis realizados sugieren que, a fin de mantener el perfil competitivo del sector y de acompañar su dinamismo y preservar su potencial de crecimiento en la Argentina, resulta necesario realizar esfuerzos en cuatro frentes. En primer lugar, se precisa coordinar esfuerzos públicos y privados tendientes a avanzar en mediciones robustas de los indicadores con el fin de fortalecer la posición argentina en negociaciones comerciales así como su imagen en los mercados mundiales. En segundo lugar, se requiere de la formación de equipos multidisciplinarios provenientes de diferentes organismos relevantes a fin de trabajar sobre los diferentes criterios e indicadores. En tercer lugar, parece necesario consolidar un eje MERCOSUR que defienda los intereses comunes en los diferentes foros y negociaciones internacionales. Finalmente, se precisa fortalecer el diálogo y el trabajo conjunto público y privado en relación con los temas clave de sostenibilidad ambiental, social y económica del sector.
Si bien Argentina cuenta con una canasta de productos oleaginosos diversificada, que incluye cártamo, colza, lino, algodón y maní, es principalmente la soja, seguida por el girasol, los cultivos que concentran más del 97% del área sembrada por oleaginosas y casi la totalidad de los volúmenes producidos. En principio la soja se instaló en una zona históricamente dedicada al maíz, siendo utilizada en rotación con el trigo. Sin embargo, su alto grado de adaptación y rentabilidad la transformaron en el cultivo por excelencia de la zona central argentina. Actualmente, los elevados precios internacionales y el significativo incremento en la productividad han llevado a la expansión de la frontera agrícola de este cultivo hacia zonas no tradicionales como Chaco y Salta, ente otras. Históricamente, las zonas responsables por el grueso de la cosecha sojera se ubicaron en el cinturón de la Pampa Húmeda que incluye a Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.
Actualmente, Argentina se ubica primera en el ranking de países exportadores de biodiesel y tercera en la lista global de productores, luego de Estados Unidos y Alemania (ha desplazado a Brasil y a Francia) (REN21, 2012). La competitividad de este sector resulta de una conjunción de elementos, entre los cuales sobresale la elevada productividad agrícola para la obtención de materias primas (especialmente soja), la continua inversión en capacidad de procesamiento de la cadena de aceite de soja que redunda en su alta escala y eficiencia, las políticas públicas favorables al sector y una creciente demanda mundial.
Si bien las dificultades de acceso al mercado español de biodiesel que se han experimentado en varias oportunidades durante el 2012 y los cambios regulatorios locales introducidos a partir de septiembre de 2012 (incremento en impuestos a la exportación y reducción del precio pagado en el mercado interno) han afectado la rentabilidad del sector y puede afectar el ritmo de inversiones en función del mayor riesgo percibido y la menor capacidad de repago, de todos modos se espera que en el mediano y largo plazo los fundamentos del mercado sean sólidos y justifiquen las inversiones realizadas y proyectadas. Son muchas las oportunidades que presenta la industria del biodiesel, no sólo en materia de combustibles para el transporte sino también en lo que respecta a otros usos como la generación eléctrica y el agro.
Posteriormente, continuaron las inversiones en el sector del bioetanol y se fueron incorporando nuevas plantas (muchas de ellas, productoras de etanol en base a maíz) para el abastecimiento del mercado interno, con el objetivo de poder incrementar el corte en la mezcla. Durante 2011 comenzó a incrementarse la capacidad productiva del sector con plantas de bioetanol en base a cereales y otras materias primas. Esto, sumado a ciertas mejoras de eficiencia previstas en los ingenios azucareros, permitiría incrementar la capacidad de producción de bioetanol y, en consecuencia, incrementar el contenido en la mezcla con naftas hasta alcanzar el 20%.
Al respecto, e independientemente de que finalmente permitan a los productores argentinos que obtengan la certificación de sostenibilidad diferenciar sus productos y lograr así mejores precios, creemos que tiene interés para Argentina seguir las tendencias internacionales de evaluación de variables asociadas a la sostenibilidad.