La elección de Jorge Bergoglio fue aplaudida por el movimiento empresario argentino porque le reconocen al nuevo Papa su tenaz militancia en favor de un proceso de desarrollo económico nacional y su lucha contra la usura financiera. Fue por eso que la Unión Industrial, la Federación Agraria, CAME, ACDE y la Asociación Empresaria Argentina salieron a apoyar y mostrar su satisfacción por su designación como jefe de la Iglesia.

El Papa Francisco brindó, en su tarea pastoral en Argentina, infinidad de pruebas de ese compromiso social y jugó un rol central en la defensa del trabajo argentino en los difíciles meses de la crisis de 2001. Avaló, en mayo de ese año, una declaración de la UIA que pedía cambios urgentes y advertía sobre el colapso que iba a generar la convertibilidad. También impulsó otro documento del Episcopado –en agosto de 2001– que cuestionó los efectos sociales del ajuste y criticó al FMI. Ahí Bergoglio impulsó sus ideas económicas, alejadas del liberalismo y defensoras de la dignidad que da el trabajo.

Fue un crítico de la “patria financiera” y forjó en esos años una férrea relación con dirigentes como Ignacio de Mendiguren, Roberto Rocca, Pablo Challú, Héctor Massuh, Eduardo Buzzi, Osvaldo Cornide y el propio Hugo Moyano. La acción conjunta de Bergoglio y estos dirigentes evitaron algo que hubiera pauperizado aún más la sociedad argentina: la dolarización de la economía que alentaban las empresas beneficiadas por la privatización de los servicios públicos y los bancos internacionales.

Una vez que estalló la economía y la crisis se adueñó de Argentina, Bergoglio impulsó el “Diálogo Social”. Se trató de una movida política de la Iglesia que le dio un mínimo consenso a la gestión de Eduardo Duhalde para que llegara a las elecciones que colocaron a Néstor Kirchner en la Casa Rosada.

En estos años, el ahora Papa trabajó en esa misma dirección y fue un militante contra la extranjerización de la economía y el evidente deterioro social que tiene el país. Bergoglio predicó frente a los embates de la Casa Rosada y siempre transmitió a empresarios y sindicalistas la siguiente máxima: “Los sectores nacionales deben estar unidos como piojos en costura.” Fue un militante de esas causas socioeconómicas y también denunció la corrupción.

Este fue el tema que lo separó del kirchnerismo. Una homilía que pronunció en el 2004 motivó la ira en la Casa Rosada. Néstor Kirchner volvió a su despacho y le ordenó a Julio De Vido: “No quiero que le financiemos ni una baldosa a los curas.” Pero las diferencias se ensancharon en el mandato de Cristina Fernández. La Presidenta vio en cada reunión y diálogo de Bergoglio con los dirigentes sociales una suerte de complot contra su mandato. Así, la situación fue irreconciliable. Para los hombres de negocios la principal virtud del nuevo Papa es el diálogo y eso, para la Presidenta, lo constituía en un temible enemigo.

La elección del Papa se produce en un momento crucial para la UIA: deciden la futura conducción de la central fabril. Hoy habrá una reunión secreta entre los caciques de las líneas internas: quieren que Ignacio de Mendiguren renueve su mandato. Volverán con la propuesta porque el candidato natural, Miguel Acevedo, no aceptó la sucesión y José Urtubey no convence a todos. Nadie quiere que la UIA quede atrapada en la interna peronista. Urtubey proclama que tiene el apoyo de su hermano, el gobernador de Salta, quien habría prometido una UIA dócil a la Casa Rosada. Juan Carlos Sacco comunicó que Urtubey no tiene plafond para ser elegido jefe de la UIA. Promueve para el martes una votación en la agrupación interna “Celeste y Blanca” y así desacreditar la candidatura del industrial salteño.

La nueva oferta para continuar en la UIA ya fue hecha a De Mendiguren, porque existe consenso de las conquistas de su gestión. Le reconocen el diálogo que construyó con Cristina Kirchner y la interlocución privilegiada con Dilma Rousseff.

Pero también tiene en su haber un tema político central: que frenó, hasta ahora, los intentos de Guillermo Moreno por fracturar la Unión Industrial y transformarla en ultra-oficialista.

El martes, el secretario de Comercio volvió a mostrar sus intenciones: convocó a fábricas de motocicletas como Honda y les ordenó que se afilien a la CGE, si quieren tener beneficios de la Casa Rosada. Nobuyuki Kaji –el CEO de Honda en Argentina– quedó perplejo cuando se enteró de los detalles del encuentro. Moreno despidió a los industriales así: “En la esquina de mi casa se reúnen unos ex convictos. Quiero que los empleen, así dejan de robar en el barrio.” El funcionario está confiado, después de que obtuvo la complicidad de los supermercados para ocultar la verdadera evolución de los precios y ocultar también los problemas del congelamiento.

Los ejecutivos locales de cadenas internacionales como Wal Mart, Carrefour y Cencosud están incumpliendo normas de sus casas matrices para complacer a la Casa Rosada.

La ausencia de información y promociones provocó una caída de ventas en febrero. Los últimos balances de Molinos y Arcor reflejan que se pulverizó la rentabilidad.

De Mendiguren no quiere continuar al frente de la UIA. Reclama que se cumpla un acuerdo político interno y lo suceda un miembro de la agrupación “Celeste y Blanca”. Hoy los dirigentes de ese grupo se reunirán con el actual titular de la asociación empresaria. Van a tratar de convencerlo y estarían pensando en fórmulas electorales: respetar la alternancia en la conducción, pero por períodos de cuatro años. Pero De Mendiguren quiere otra cosa: acordar un programa de acción para continuar como líder fabril.