El pasado 6/03 murió el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tras largos meses de agonía que el cáncer le causó. Ahora el país bolivariano se encuentra de luto y el mundo con varias incertidumbres sobre qué pasará ahora sin el comandante. ¿Quién lo sucederá? ¿Cómo seguirá el socialismo del siglo XXI que pretendía el comandante? ¿Cómo seguirán funcionando las instituciones internacionales y regionales? ¿Qué pasará con los grandes aliados y amigos de Venezuela? ¿Qué pasará con los suministros diarios de petróleo a Cuba? ¿Cómo repercute ésta pérdida para la política de Cristina?
Ya suenan los nombres de quienes podrían suceder a Hugo Chávez al mando del país venezolano y dos de ellos serían del partido oficialista. Uno de ellos es el Vicepresidente Nicolás Maduro, quien fue elegido por el ex mandatario para tomar el mandato mientras se encontraba en Cuba, con la misión de continuar la revolución bolivariana, y Diosdado Cabello quien es el Presidente de la Asamblea Nacional venezolana y parte del círculo de confianza de Hugo Chávez, la ventaja que tiene Cabello contra Maduro es que es un cercano a las fuerzas armadas, el bloque fuerte de la revolución bolivariana.
Por otro lado se encuentra Henrique Capriles parte de la oposición venezolana, el cual peleó palmo a palmo las últimas elecciones presidenciales en Venezuela en las que fue derrotado. Capriles es el hombre que suena con mayor fuerza y apoyo del bando no oficialista para tomar el mandato de Venezuela, afirmó CNNchile.com
¿Qué tiene Venezuela que le falta a Cuba y a la Argentina?
Los especialistas en análisis político Massot y Monteverde, relevaron en su informe mensual las repercusiones de la presencia de la presidente Cristina Kirchner durante el funeral de Chávez y hacen una diferencia entre el ex mandatario bolivariano con nuestra Presidente de la Nación.
“Según la versión periodística, Cristina habría considerado inoportuno aparecer en una misma foto con su par iraní. El inconveniente con el que tropieza semejante idea salta a la vista sin que haya que forzar el argumento: carecería de sentido hallarse incómoda junto a Mahmud Ahmadinejad luego de haber firmado el polémico acuerdo, de todos conocido, con el gobierno persa. Dicho de manera distinta y expresada en consonancia con un viejo adagio: quien puede lo más, puede lo menos. Después de todo, se trataba de un funeral y no de una cumbre llevada a cabo en Caracas, de la cual participaran los principales líderes “antiimperialistas” de la región, con el presidente de Irán”, asegura el informe.
Chávez era más que un militar o un político, un gran carisma. Poco importa rastrear los orígenes intelectuales del “socialismo del siglo veintiuno” o qué tan profundo era su odio a los Estados Unidos o su afinidad con los iraníes. Entre otras cosas porque ya forman parte de la historia, están en el pasado y acreditaban andadura sólo cuando el Comandante estaba vivo.
De esta manera, Massot y Monteverde aseguran que “la viuda de Kirchner no tiene ni el carisma ni el petróleo que a Chávez le sobraban. Además, para asumir un liderazgo así, su situación en la Argentina debería ser mucho más sólida. Para “andarse en caballerías” y arremeter contra molinos de viento, como acostumbraba hacer su socio de Venezuela, Cristina Fernández necesitaría dominar el escenario político de manera hegemónica. Algo que en la actualidad está bien lejos de sus posibilidades. No porque el poder comience a escurrírsele entre las manos sin remedio y sea incapaz de recuperar el terreno perdido, por su propia incompetencia, en el curso del último año. Sino porque tiene, delante suyo, unas elecciones decisivas y las chances de salir airosa cada día parecen más lejanas.
Son demasiados los problemas que deberá enfrentar en los próximos meses para, además, cargar sobre sus espaldas con un peso que, claramente, la excede. Distinto sería si los comicios legislativos que habrán de dirimirse en octubre ya se hubiesen substanciado y el panorama luciese, en términos de lo que realmente estará en disputa, los dos tercios que le permitirían acariciar la re–reelección en 2015, mejor que ahora. Primero el kirchnerismo tiene que asegurarse la continuidad del modelo después de esa fecha y recién después podrá pensar en erigirse en líder de una causa subcontinental que, de momento, desaparecido su principal mentor y motor, no tiene el futuro asegurado.
Antes de morir, Chávez, había designado como sucesor a Maduro; pero lo cierto es que éste lo primero que hizo, tras anunciar el deceso de su jefe, fue tomar un avión y viajar de urgencia a Cuba. Había comenzado la disputa por el poder, y los castristas, que dependen del petróleo venezolano como del aire que respiran, no perdieron tiempo a la hora de respaldar a su hombre de confianza.
Cuba jugó fuerte en la gestión política de la enfermedad de Hugo Chávez y ahora está volcada en asegurarse de que el proceso electoral beneficia a Nicolás Maduro. Además del alrededor de 46.000 colaboradores cubanos que oficialmente viven en Venezuela, todos con la misión de garantizar la revolución chavista, La Habana está enviando un destacamento de agentes para el control electoral, que podría llegar a los 2.500 efectivos, de acuerdo con información de inteligencia salida de la isla.
De la continuidad del chavismo depende la pervivencia del régimen cubano. Los 100.000 barriles diarios de petróleo que Venezuela envía a su aliado suponen 3.700 millones de dólares al año. Cuba no los paga directamente, sino que básicamente devuelve el favor con sus 46.000 ciudadanos que en Venezuela oficialmente trabajan como médicos, maestros, preparadores físicos... Unos servicios que Caracas paga extrañamente caro, según informó el portal Eluniversal.com
Cabe recordar que el ALBA se constituyó definitivamente el 14 de diciembre de 2004 por un acuerdo suscrito en La Habana entre Venezuela y Cuba y en los años siguientes, en un momento en que la región daba un giro político a la izquierda, se sumaron la Bolivia de Evo Morales, la Nicaragua de Daniel Ortega o el Ecuador de Rafael Correa, como miembros más destacados.
Unidos en la economía y en la política, Hugo Chávez y Fidel Castro también lo han estado en las graves enfermedades que ambos han padecido. Cuando en 2006 Fidel Castro enfermó y delegó el poder en su hermano Raúl fue el mandatario venezolano quien en numerosas ocasiones informaba sobre la evolución del líder cubano.
Pero Cuba no es el único país dependiente del crudo venezolano. Nicaragua quizás sea el segundo país que recibe gran cantidad de petróleo, casi una totalidad de 12 millones de barriles al año de parte de Caracas, por un valor aproximado de 1.200 millones de dólares.
En conclusión, Venezuela tiene hoy en día un gran luto por delante, una nueva etapa por recorrer. Mientras tanto, sus aliados y amigos deberán adaptarse a la nueva pérdida y todo lo que eso conlleva. La pérdida no se iguala, no se reemplaza, no se olvida.
Por su parte, tanto Argentina como Cuba escasean de algo que Chávez les dejó: el carisma y el petróleo. El alto nivel de liderazgo que imponía el bolivariano es mayor al liderazgo K en nuestro país. De hecho, la imagen de Cristina está cada vez más lejos de causar el mismo grado de euforia que el mandatario venezolano causaba en su país. Cuba está a la deriva. Con incertidumbres por saber cómo continuará el suministro de petróleo para la nación y su relación con Venezuela.