El verano se caracteriza por su alta temperatura. Si hay viento será muy caliente, lo que favorece la evapotranspiración en las forrajeras; la intensidad de luz es alta, y los días largos. Existe un bajo nivel de humedad edáfica -cuando no sequía-, con excepción en algunas regiones este año, y buena disponibilidad de nitrógeno en el suelo. Muchas especies dejan de crecer (por ejemplo, la falaris), otras presentan un desarrollo de hojas lento y el tamaño de las mismas es mediano a chico. Las especies anuales o bianuales se encuentran en pleno proceso de semillazón con el follaje seco. Se observan muchas hojas muertas.
El proceso de macollaje en gramíneas se detiene o está poco activo. Los sistemas radiculares están limitados en su actividad. De acuerdo con el manejo primaveral previo, el nivel de reservas puede ser medio a alto. El trébol rojo, algunas festucas y el trébol blanco pueden producir volúmenes apreciables de forraje siempre que dispongan de agua suficiente y que la temperatura no sea excesivamente alta. La actividad de las especies estivales como la alfalfa, el lotus y el pasto miel dependerá de la profundidad del suelo, de la acumulación de agua que éste posea y de la penetración que hayan alcanzado las raíces.
¿Cómo manejar las pasturas en verano? Las pasturas tienen que ser pastoreadas de manera moderada y presentar siempre áreas foliares importantes. La cobertura del suelo debe ser lo más completa posible para evitar la evaporación y el excesivo calentamiento que perjudicará a las yemas responsables del rebrote. Además, es una barrera para la expansión de la gramilla o gramón ( Cynodon dactylon ), maleza invasora que ocupa los espacios de suelo descubierto ahogando al poco tiempo a la pastura.
Una planta con un sistema radicular bien desarrollado y con un buen crecimiento foliar puede absorber agua del suelo más fácilmente que una planta escasamente desarrollada. Al tener muchas hojas ejerce una succión mucho mayor que una muy pastoreada. No se debe sobrepastorear una pastura justo antes, durante o inmediatamente después de un período de sequía. Siempre existirá la tentación o necesidad de hacerlo debido a la falta de forraje, pero la consecuencia será la pérdida de la pastura o la desaparición de las especies de mayor producción y la invasión de malezas estivales.
Respecto del control de malezas de alto porte (por ejemplo cardos), es conveniente desmalezarlas una vez que las forrajeras anuales han volteado las semillas para asegurar la resiembra en el otoño siguiente. La altura de corte no debe ser menor a los 10 centímetros, para favorecer el rebrote más rápido de las especies perennes; para que éstas compitan mejor con las malezas, y para que el sombreado evite el desecamiento del suelo. Cuando la base forrajera la constituye la alfalfa, la altura del rastrojo remanente deberá quedar entre 7 y 10 centímetros. Así se evita que los vacunos coman los brotes basales, responsables del siguiente rebrote. Por último, hay que monitorear y controlar las plagas típicas de la época. Es importante pastorear moderadamente y combinar o reemplazar, en esta estación, el uso de las pasturas templadas con el consumo de verdeos de verano o de forrajeras megatérmicas.
¿Cómo mejorar la eficiencia de pastoreo? En un verano caluroso, si los animales pastorean en las horas de mayor carga calórica van a masticar y a rumear menos porque se produce un gasto de energía que tienen que emplear para disipar el calor. Se recomienda, entonces, realizar pastoreos nocturnos. Otra manera para mejorar el consumo es cortar la pastura, disponerla en andanas y ofrecerlas con posterioridad a un oreo corto.
¿Es necesario suplementar en el verano? En el otoño o en el invierno la suplementación es una técnica arraigada en los planteos ganaderos pastoriles para corregir deficiencias nutricionales, tanto en cantidad como en calidad del recurso forrajero base. En el verano, el forraje también disminuye su producción y su calidad, sin embargo no es una práctica corriente. Existe el concepto equivocado de que los animales, por la alta temperatura, no consumen suplementos energéticos. Nada más erróneo.
Pueden sí observarse modificaciones en su conducta, como cambios de horarios para el consumo de la ración respecto del habitual en el invierno. En el verano se acelera el proceso de maduración de las pasturas, lo cual deriva en un incremento del nivel de fibra en relación al resto de los componentes, como la proteína y los minerales. A su vez, en caso de no comer las pasturas a tiempo, por ejemplo, las leguminosas a principio de la floración, se aumenta la pérdida de calidad nutricional, limitando, aún más, el aprovechamiento del forraje (digestibilidad) y el nivel de consumo. Es decir, se produce un doble impacto, el animal come menos cantidad y, a su vez, de lo que come, aprovecha menos.
Sumado al cambio mencionado en las pasturas se encuentra el estrés calórico expresado por la hacienda al dejar de pastorear a media mañana buscando sombra y agua, con babeo y aumento de la frecuencia respiratoria.
Los animales se retiran del pastoreo y buscan la sombra por 6 a 8 horas debido al impacto climático y dejan de comer el forraje, ya que la digestión de la fibra les genera un mayor incremento calórico. Es frecuente observar en animales suplementados con raciones compuestas por heno y concentrados como seleccionan a favor del concentrado, percibiendo que les produce menos carga calórica (dieta fría).
La suplementación en este período recobra importancia para corregir las deficiencias generadas por el menor consumo, por el gran aumento de la transpiración (donde los vacunos pierden agua y minerales) y por la disponibilidad de forraje.
La alimentación a utilizar debe estar compuesta por concentrados sobre la base de cereal y minerales. Además, se pueden adicionar proteínas, las que son necesarias cuando se pastorean forrajes muy maduros ("pasados") o pasturas con un bajo porcentaje de leguminosas. Otra alternativa es el empleo de urea.
El nivel de suplementación estará determinado por las necesidades a cubrir, manteniendo como parámetro el suministro a razón del 0,5 al 1% del peso vivo, que suele ser la capacidad de consumo resignada. La hora más conveniente para racionar es el medio día, favoreciendo el pastoreo a la tarde, a la noche y a la mañana temprano.