El gobierno estaría realizando tareas de espionaje sobre hombres de negocios, con la intención de utilizar esa información confidencial para disciplinar al movimiento empresario argentino. La acción ilegal se reconoce en todas las entidades empresarias, pero ningún dirigente quiere denunciarla por temor a represalias de la Casa Rosada. Según las fuentes, los informes de inteligencia son utilizados por la Casa Rosada para presionar a dirigentes díscolos y lograr instrumentar medidas por la fuerza. Ocurren desde hace tiempo y se acentuaron después de que Guillermo Moreno no logró romper el frente empresario y en vísperas de una crucial elección en la Unión Industrial.

Clarín confirmó que, en algún momento, varios dirigentes de la UIA, la Asociación de Bancos Argentinos, la Bolsa de Comercio, la Asociación Empresaria Argentina y el conjunto de la Mesa de Enlace tuvieron episodios donde detectaron que fueron observados y escuchados ilegalmente. Eduardo Buzzi y todas las regionales de Federación Agraria habrían sido monitoreados por la inteligencia kirchnerista.

En la última reunión de la UIA hubo comentarios adversos a la situación económica que, jornadas después, fueron reproducidos y utilizados por Moreno para recriminar a los hombres de negocios. Se referían al desconcierto que, según los industriales, tiene el Gobierno frente a la política del dólar y el combate contra la inflación.

En ese encuentro privado, Cristiano Rattazzi dijo: “La idea del desdoblamiento cambiario es un disparate”.

Entre los banqueros se asegura que hay escuchas contra Jorge Brito cuando se mueve el dólar y que Adelmo Gabbi fue monitoreado cuando se discutió la nueva ley del mercado de capitales. Hace un tiempo Gabbi –en una reunión de la Bolsa– relacionó un intento de robo en su domicilio, con presiones del oficialismo. Esos informes fueron utilizados también por el propio Guillermo Moreno para calificar en público a Brito como “traidor a la patria” y ridiculizar a Gabbi.

La operación se repetiría con economistas, y no los más críticos del Gobierno. Hace un tiempo, Miguel Bein lo sugirió en una reunión privada con sus colegas y Dante Sica soportó un asedio sobre sus clientes para que no renovaran sus contratos. La reacción de los hombres de negocios fue idéntica: silencio absoluto, por temor a las represalias oficiales.

Esto se reflejó en la clara ausencia de opinión frente a temas trascendentes como las restricciones a las importaciones, el atraso cambiario, el enfriamiento de la economía y el reciente congelamiento de precios.

“Todos tienen el culo sucio”, dice en forma soez Moreno, para justificar que con el espionaje, la Casa Rosada vulnera las leyes de Seguridad Interior y de Inteligencia. Pero todos los hombres de negocios tomaron en los últimos meses recaudos: reuniones en lugares poco habituales y mínima utilización del teléfono cuando están obligados a tratar temas de trascendencia económica y política. El G-6 desactivo –hace un año– sus encuentros formales.

El último caso ocurrió con los dueños y ejecutivos de la Asociación de Supermercados Unidos.

Evitan hablar de la caída de ventas y tampoco admiten que el congelamiento tiene fisuras.

En la ASU, que dirige Alfredo Coto, existe temor por una filtración oficial: el Gobierno tiene decidido culpar a los hombres de negocios si falla el congelamiento y hasta estaría dispuesto a ponerlos presos en medio de la campaña electoral.

Ahora, Moreno estudia extender el control de precios, frente a las dudas de una remarcación el día 61. El secretario anticipó que la medida se prorrogaría hasta las elecciones, imitando una estrategia similar que aplicó el fallecido líder Hugo Chávez, en la última campaña electoral en Venezuela.

El miércoles se habló del tema en una reunión secreta que se realizó en el Palacio de Hacienda. Estuvieron todos los ministros y funcionarios del área económica. Tratan de “coordinar” la política económica, pero los encuentros son –por ahora– intranscendentes. Estuvieron Hernán Lorenzino, Débora Giorgi, Mercedes Marcó del Pont, Guillermo Moreno y Axel Kicillof.

En esas reuniones Moreno quiere imponerse como “ministro coordinador” y tiene la férrea resistencia de Axel Kicillof. Marco del Pont trató de rebelarse, pero sufrió un serio traspié cuando no pudo desplazar de la mesa de dinero del BCRA a Juan Basco, porque se opuso Moreno con el aval de la Presidenta.

Basco concurre todas las mañanas a las 9 horas a la Secretaría de Comercio y recibe de Pablo Cerioli –mano derecha de Moreno– la minuta de cómo debe operar en el mercado de cambios.

Kicillof sostiene –en la intimidad de su equipo– que Moreno es “rudimentario” y que no soluciona ningún problema en el mediano plazo.

La pelea central entre los funcionarios está originada en la tensión que tiene el mercado del dólar. La “mala praxis” de Economía y el BCRA hace que la Casa Rosada tenga la peor combinación: un dólar oficial atrasado, que afecta la producción, y un billete paralelo excesivamente elevado, que genera expectativa inflacionaria y especulación financiera.

Entre los máximos dirigentes de la UCR circula un informe –elaborado por sus economistas– en el cual se sostiene que el propio gobierno estaría haciendo maniobras ilegales para contener el billete paralelo.

Se habría detectado que la AFIP, Comercio y el BCRA autorizarían a algunas casas de cambio y cuevas la compra de dólares oficiales para venderlos en el mercado paralelo. La operación tendría dos impactos claros: no logrará contener al billete, pero dejaría siderales ganancias financieras del 50%.