El célebre científico, Stephen Hawking, afirmó poder demostrar que Dios no existe y que los extraterrestres sí son una realidad pero aún hay dos misterios que no pudo revelar: el pensamiento de las mujeres y, sobre todo, el de una en particular.

Las mujeres adoptan actitudes, toman decisiones, fijan rumbos de acción y ensayan argumentos. El Gobierno también lo hace. Aunque sus acciones, decisiones y rumbos no parecen corresponderse con su objetivo de máxima: sumar en el próximo mes de octubre una tal cantidad de votos que le permitan mantener vigente el sueño de la re–reelección en 2015.

Estas son algunas de las decisiones tomadas por el Poder Ejecutivo y que hacen entenderlo tanto como a la compleja cabeza de las mujeres: “Seamos honestos y admitamos que, cobijados en lo que prescribe el derecho, juzgar a los presuntos responsables del atentado contra la AMIA en Buenos Aires resulta poco menos que imposible. Irán jamás consentiría algo así. Por lo tanto, había que imaginar caminos alternativos. Pero que Héctor Timerman pudiese desenvolverse con soltura en un ámbito del que desconoce el abc, en un asunto extremadamente complejo, era y es imposible. Se eligió el peor momento sin los hombres indicados, con lo cual el trapecista se pegó un porrazo de novela: la colectividad judía, con razón, le ha dado la espalda al gobierno —lo que no es poco— y no hay un solo experto que le encuentre sentido a la jugada. Audaz fue, sin duda, aunque sin posibilidad alguna de sacarle rédito”, afirmaron los especialistas en política Massot & Monteverde.

Ante el discurso que dio la Presidente de la Nación, por cadena nacional, anunciando el envío al Congreso del proyecto de entendimiento bilateral por la causa AMIA, la comunidad judía, a través de su titular, Guillermo Borger, criticó duramente la propuesta.

El representante de la comunidad judía expresó que "esto no es un paso adelante, es un retroceso, en todo caso si es un paso adelante, será un paso al precipicio". Además, ratificó que con esto "la Argentina es tierra fértil para otro atentado", aunque aclaró que no tiene datos certeros de que se esté preparando un ataque” y agregó que "jamás Irán dio la cara e incluso su presidente niega públicamente el Holocausto", según informó ámbito.com

La DAIA, en tanto, buscó otra salida para el rechazo: anunció que impulsará un proyecto de ley de modificación del Código Penal para permitir el "juicio en rebeldía", exclusivamente para los imputados de delitos de lesa humanidad.

Otra decisión sorprendente fue la de congelar los precios de los supermercados por 60 días. “Por qué reeditar, a esta altura de la historia, un nuevo congelamiento de precios por sesenta días, que casi nunca han servido para nada. Fuera de los que llevaron adelante, en contextos bien distintos a los de hoy, los ministros de Economía de Juan Domingo Perón —en su segundo gobierno— y de Juan Carlos Onganía, ningún otro experimento de esta naturaleza tuvo éxito. Claro que comparar a Gómez Morales y Krieger Vasena con Guillermo Moreno parece demasiado. Fijar los precios como, en general, hace las cosas el secretario de Comercio —para decirlo sin eufemismos, a lo bestia— desemboca, por necesidad lógica, en un intento de ponerle un tope a los salarios por decreto. Ello con parte de los sindicatos en pie de guerra y una inflación que apenas da respiro”, aseguran Massot & Monteverde.

Los ejemplos podrían seguir enumerándose sin solución de continuidad. Bastan los arriba señalados porque son los más visibles y, seguramente, los de mayor relevancia teniendo presente que todo cuanto haga el kirchnerismo desde ahora hasta octubre estará atado o formará parte de su estrategia electoral. Si esto es así, y no se requiere acreditar dotes de genio o de vidente para darse cuenta, la pregunta del millón es por qué Cristina Fernández decide como decide.

Puede haber múltiples respuestas a la pregunta, pero sobresale la que cabría llamar, a falta de mejor definición, la lógica del éxito pasado. ¿En qué consiste? Muy sencillo. Si, salvo casos excepcionales, todo lo que hice me salió bien en términos de resultados políticos —podría argumentar con cierta razón Cristina Fernández— por qué cambiar de libreto. Analizada la estrategia hegemónica del kirchnerismo, tomando como punto de partida mayo de 2003, sería difícil criticar a la actual presidente. Su marido, primero, y ella después han hecho literalmente lo que les vino en gana, y a diez años de aquella fecha sigue la señora detentando un poder casi omnímodo.

Como hasta ahora, pues, no se ha recortado en su horizonte ningún grupo de presión, factor de poder, fuerza electoral u hombre providencial capaz de oponerse a sus avances en todos los frentes, tiene algún sentido pensar que todo seguirá igual y que, redoblando la apuesta de cara a octubre, el desenlace —aunque hoy parezca lo contrario— será favorable a los planes de la presidente. Hay en su forma de razonar los problemas políticos una componente que no debe olvidarse: el desprecio olímpico que siente por el arco opositor.

Está claro que si a la natural tendencia de recluirse y no recibir a nadie que no le haga escuchar cuanto se corresponde con sus deseos, se le suma la mencionada lógica del éxito pasado, entender a la presidente se vuelve algo menos complicado.

Hasta aquí el gobierno tiene abiertas dos vías electorales para tratar de acercarse a los dos tercios. Por un lado, arrasar en los comicios que se substanciarán dentro de ocho meses, lo cual parece poco probable en lo que hace a la futura composición de la cámara baja e imposible en cuanto respecta a la de senadores, o convocar a un plebiscito que, de acuerdo a todas las encuestas conocidas, perdería por 40 a 60 en el mejor de los escenarios. Tiene otro camino más tortuoso y escandaloso que, sin embargo, no debería descartar nadie que conozca el peso inexistente de las instituciones en nuestro país: comprar voluntades de los diputados y senadores que se irán en diciembre o de los que asumirán ese mes.

Por fin existiría la posibilidad de que alguien estuviese pensando en un plan de emergencia, no en las medidas estrafalarias de Guillermo Moreno, con el objeto de poner en caja la inflación y llegar, si tuviese éxito, en muchas mejores condiciones a los comicios legislativos. El año electoral comienza a tomar color.

Reservas por el piso y gasto por las nubes

En lo que va del año, hasta el viernes pasado, las reservas del Banco Central acumulaban una caída de U$ 988 MM.

La menor entrada de divisas y el goteo sin pausa de los depósitos en dólares fueron factores
determinantes.

En las primeras cinco semanas del año, el ingreso de divisas por exportaciones cerealeras y oleaginosas cayó 30 % en comparación con el mismo período del año anterior.

La reducción en el ingreso de divisas se explica por la mala cosecha de trigo, que explica la mayor parte de las ventas al exterior durante esta parte del año, y por el poco remanente de soja de la campaña 2011-2012 aún por vender.

Adicionalmente, la devaluación del peso en el mercado informal desalienta las ventas de granos, ya que los productores prefieren ahorrar en mercadería antes que liquidar a un tipo de cambio 35 % inferior al de mercado.

La merma de divisas obedece al pago de deuda, las compras de combustibles y la caída de depósitos en moneda extranjera mientras que los pesos se emiten para financiar el desmadre del gasto corriente.

Con la nueva y funesta Carta Orgánica, se abandonó la defensa del valor de la moneda como única misión del Banco Central y se ha desechado toda relación prudencial entre la base monetaria y las reservas internacionales.

Hasta fin de enero, y desde que se instauró el cepo cambiario el 31 de octubre de 2011, el dólar marginal saltó 51 %.

Emisión, inflación, déficit fiscal, retraso cambiario, contracción de las exportaciones y escasez de billetes se refuerzan mutuamente y presionan a un mercado paralelo que podría volverse explosivo.