Desde el principio tuve claro que no debía pensar en cosas materiales. Cuando la señora quiere o necesita algo, lo pide y ya está. Paga Parrilli.
En el terreno espiritual tampoco es sencilla la cosa. Por ejemplo, pensé en escribirle un poema. Llegué a garabatear algo que decía así: Vaya mi oda a la gran dama argentina / que no es otra que la reina Cristina / Vayan mis versos con cariño y admiración / a la mujer que derrotó a la inflación.
Me sonó un poquito vulgar. Lo volví a intentar. Mi señora, cuán propicia es la Navidad / para que le hable con total sinceridad / Como no viene fácil la re-reelección / Ya es hora de que nos carguemos la Constitución.
Tampoco me gustó. Las rimas se me dan bien, pero las sutilezas, no tanto. ¿Un ramo de flores? Un ramo morrocotudo, bien cristinesco: digamos, 1250 rosas. Pero a un espíritu tan fino quizá las rosas le parecen de cuarta. ¿Cantarle una serenata? Imposible. Desafino hasta cuando hablo. Terminé decidiéndome por un arbolito de Navidad, con un detalle: en vez de guirnaldas le puse fotos. Fotos de personas que en los últimos tiempos le han alegrado la vida.
En la base coloqué al Flaco Randazzo, el valiente, que el miércoles, en plena movilización de Moyano y compañía, se animó a anunciar el tarifazo en colectivos y trenes. Las grandes novedades siempre las da Cristina, pero ella reconoció que se siente con más autoridad para hablar de tickets aéreos que de esos mamotretos vetustos que insisten en no despegarse del suelo.
Junto al Flaco ubiqué a Sabbatella, the fighter, un tipo que no entiende nada de la ley de medios (ni de leyes ni de medios) y hay que ver el entusiasmo que le pone a la cosa. La jugada de Cristina fue excepcional. No le quiere ganar la guerra a Clarín con un peso pesado. Para humillarlo más, se la quiere ganar con Sabbatella. Y él sonríe.
En la base del arbolito también puse a Abal Medina, el académico, por haber dicho que la Cámara que falló contra el Gobierno por la cautelar es "una mierda". A ver: no es que la declaración sea de un gran refinamiento, pero Juanmanuelito es uno de esos intelectuales que con su enjundia e inteligencia embellecen todo. Jueces "de mierda" dicho por Macri suena espantoso. Dicho por el jefe de Gabinete, exquisita flor del jardín progre, suena a doctrina en estado puro, a reflexión comprometida, a victoria de la razón sobre el panfleto.
Después colgué un retrato del juez Alfonso, el ubicuo, por haber declarado recontraconstitucionales los artículos que cuestiona Clarín. Convencido, como la Presidenta, de que hay que democratizar la Justicia, puso el fallo en manos del gobierno que fue elegido democráticamente. Pero después, cuando le concedió la apelación a Clarín, lo descolgué. Ahora todo está en manos de los jueces de la Corte. Tengo sus fotos preparadas. Ilustres señores, de ustedes depende pasar la Nochebuena en El Calafate.
Cerca de Alfonso quedó Scioli, el esforzado. En el acto del sábado en La Plata, con tribunas raleadas (una lástima que las expresiones artísticas de Julio Iglesias y de la Princesita Karina no tuvieran un marco más adecuado), Daniel volvió a mostrar su lealtad inquebrantable. Y dos días después se reunió con recalcitrantes antikirchneristas -De Narváez, Facundo Moyano, Jorge Yoma- con la misión de convencerlos de que depusieran las armas. "Léanme los labios -les dijo-. Nos debemos a Cristina. Lejos de ella no somos nada." El problema es que le leyeron los labios y en realidad dijo: "Lejos de ella. No le debemos nada".
Quise sorprender a la señora y puse una foto de Moyano, el amigo (de Néstor). Le dejamos sólo media plaza y no pudo llenarla, ni siquiera con las huestes radicales, que llegaron en una combi, sin conductor. Me pareció mérito suficiente para que hubiera una foto de Hugo en tan ilustre arbolito.
Otro que se ganó su lugar fue Timerman, el obediente. Le salió bien lo de la Fragata, donde intervino poco y tarde; le pone su mejor cara a los iraníes, y se sacó de encima a Argüello, que desde la embajada en Washington trabajaba para ocupar su lugar. La Presidenta lo vive como un triunfo personal. Todavía tiene esperanzas de poder hacer del bueno de Héctor un canciller.
También una foto de Felisa Miceli, la afortunada. La policía le encontró una fortuna en el baño de su despacho y, como no pudo justificarla, sus abogados dijeron en el juicio que le habían violado la intimidad y hasta hablaron de "zona liberada". Es verdad. Los baños siempre han sido un ámbito de extrema privacidad y liberación. El de Felisa me pareció un gran relato. Señora, no podemos decir que no ha aprendido la lección.
Cerca de la cima del arbolito coloqué a Boudou, el hacedor (de billetes), con cara de cómo hice para llegar tan arriba, y, sobre él, en el punto culminante, a Cristina. Encontré una foto en la que se la ve feliz, con la vista en el horizonte. Parece querer decirnos que se asomó al futuro y le gustó. No habrá más saqueos y los del campo dejarán el predio de Palermo y volverán al campo, de donde nunca deberían haber salido. Parece decirnos que todo irá bien. Por supuesto, señora. Con usted todo el año es Navidad.