Pese a los intentos oficiales, con Guillermo Moreno a la cabeza, por controlar los precios de la canasta básica con acuerdos con los supermercados, canastas varias, camiones para Todos y fijación de valores de la hacienda en pie, en la última década la inflación pegó con mayor fuerza en el rubro Alimentos.
Ese rubro, que tiene un fuerte peso en el consumo total de las clases más desprotegidas, se adjudicó el liderazgo inflacionario desde la salida de la convertibilidad. En ese contexto, los precios de Alimentos se multiplicaron por ocho en diez años, mientras el IPC General lo hizo por cinco en el mismo lapso.
Así se desprende de un trabajo de la consultora de Federico Muñoz, que cruzó dados para analizar la anatomía del proceso inflacionario: los cambios de precios relativos en los últimos diez años.
No resulta sorprendente ese liderazgo, indica el informe y agrega que el capítulo está compuesto en gran medida de bienes transables, por lo que la megadevaluación de 2002 gatilló un aumento muy significativo en sus valores locales.
En contraposición, rubros como Transporte y Comunicaciones, y Vivienda y Servicios Básicos, con tarifas congeladas, las alzas fueron de poco más de 200%, sostiene el informe.
Utilizando datos del IPC del Indec y de la que miden las provincias y la consultora Buenos Aires City, Muñoz reconstituyó la evolución de los precios de los distintos capítulos. En ese contexto, recalca que Alimentos picó en punta en casi todos los años en materia inflacionaria. Solo en 2009, en plena recesión por la crisis internacional, el alza en el rubro alimenticio fue igual al índice General (13%) y estuvo por debajo de Educación, Indumentaria o Esparcimiento.
Para la consultora, lo más llamativo del derrotero de la década es que Alimentos se haya mantenido como tractor del proceso inflacionario en los últimos años, en los que el peso se apreció en términos reales, un contexto en el que lo esperable era que aumentaran más los servicios.
Según el trabajo, eso responde al encarecimiento global de los alimentos la llamada agflación que se produjo en 2008 con alzas récord de las materias primas agropecuarias, sumado a penosas políticas sectoriales que derivaron en una merma sensible de la oferta y la consecuente suba del precio interno, como sucedió con la carne vacuna.
Sobre la base de esa inflación verdadera, la consultora indica que el ingreso mínimo para pertenecer a la clase media está 30% por encima de lo que estimó el Banco Mundial, que tomó los datos del IPC Indec para calcular el poder adquisitivo y concluir que se duplicó la clase media en la Argentina