La Presidenta aceptó la renuncia de Santiago Aragón como titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), el antiguo Comfer. En su lugar propuso al diputado nacional Martín Sabbatella, del partido Nuevo Encuentro, aliado del Frente para la Victoria.

Sabbatella será el encargado de llevar a la práctica la ley de servicios de comunicación audiovisual. Sin eufemismos: será el responsable de que el Grupo Clarín se someta al artículo 161, es el que obliga a las empresas periodísticas a desprenderse de las señales que exceden un cupo. Clarín obtuvo de la Justicia una medida cautelar que le permite evitar la jibarización hasta tanto se determine si esa cláusula es constitucional. Pero la Corte Suprema de Justicia estableció que, si un tribunal no se pronuncia antes, el amparo caerá el próximo 7 de diciembre.

La interpretación más extendida es que a partir de esa fecha correrá el año que la norma concede para que las empresas se adecuen a la pauta antimonopólica. Pero la Presidenta tendría una lectura diferente: según ella, el 7 de diciembre es el Armagedón o el juicio final. Ese día Clarín deberá dejar de operar las licencias que tiene en exceso. Y, como los artículos 85 y 113 de la ley obligan a continuar las transmisiones, la Afsca deberá poner parte de los activos del Grupo, sobre todo de la red de TV Cablevisión, en manos de otras empresas para que los administren.

Ante esta amenaza, muchos expertos aconsejan a los accionistas de Clarín ejercer la desinversión dentro del propio holding, desmembrándolo entre los socios en, por lo menos, tres empresas ajustadas a la ley.

La principal razón por la que Aragón se alejó de la Afsca, según confesó a algunos profesionales en los últimos meses, es que no estaba dispuesto a cumplir con el agresivo plan trazado en Olivos. El ejecutor será, ahora, Sabbatella. ¿Cómo construirá la escena? ¿Dará la razón a los que anuncian que el 7 de diciembre el Gobierno ingresará con la Gendarmería del coronel Sergio Berni en la sede de la mayor empresa periodística del país? Una jugada audaz para el nuevo clima cacerolero.

El ex intendente de Morón tiene varias condiciones que lo vuelven simpático ante su jefa para esta encrucijada. Acaso la más importante sea su progresiva conversión al kirchnerismo: cuando otros se van, él siempre está llegando. Sabbatella obtuvo su banca de diputado enfrentando a Néstor Kirchner en las elecciones de 2009. Muchos le reprochan ser el culpable de la derrota del ex presidente. Sin embargo, desde aquel momento Sabbatella se abrazó más y más al credo oficial. No sólo se convirtió en un reeleccionista a ultranza. También reinterpretó el curso de la historia, hasta adherir con su partido a la conmemoración del Día del Montonero, en Hurlingham, el último 7 de septiembre: inusual homenaje en alguien procedente del Partido Comunista.

La nominación de Sabbatella es, además, la respuesta más eficiente que el Gobierno piensa dar a los impactantes cacerolazos del jueves pasado. La interpretación canónica de estas protestas es que los sectores medios son víctimas de una patraña informativa de la prensa independiente y, en especial, de los canales de TV de Clarín. Es un criterio tan peyorativo como el que llevó a Juan Manuel Abal Medina a decir que el motor de las movilizaciones era la furia de los vecinos por no poder viajar a Miami: nunca el alcalde de esa ciudad previó que tendría a un promotor turístico tan entusiasta; en cualquier momento, Abal será visto en un spot de algún canal de La Florida.

Según la lectura oficial, el avance sobre el frente informativo emanciparía a los ciudadanos de la caverna en la que están encadenados. Por fin percibirían la verdad y, de ese modo, la caída en popularidad de la Presidenta comenzaría a revertirse.

Este punto de vista guió la cobertura kirchnerista de los cacerolazos. Los canales oficiales -estatales o privados- estuvieron cerca de producir un black out informativo cuya primera consecuencia fue, quizá, la menos buscada: volcaron a la audiencia hacia TN, de Clarín. Si sigue ese método, el Gobierno dotará a esa señal de una inesperada mística cívica.

Aragón no era el soldado de esta guerra. Se va de la Afsca con acusaciones de tibieza alimentada desde la oficina lindera de la suya: su segundo, Ignacio Saavedra, que lo controlaba en nombre de La Cámpora, solía enumerar ante cualquier interlocutor las flaquezas del titular del organismo para llevar adelante la embestida. Para Saavedra también Gabriel Mariotto, el padrino de Aragón, fue otro girondino. Algo similar pensaron Carlos Zannini y Abal Medina cuando descubrieron que Mariotto podría haber dado de baja licencias de Cablevisión antes de marcharse hacia La Plata.

Sin embargo, la postulación de Sabbatella fue imaginada pensando en otro bonaerense. Cristina Kirchner destacó en una torre que para ella es estratégica al candidato que enfrentó a Daniel Scioli en las últimas elecciones. Subrayó así un problema conocido: si Scioli no está en su lista de herederos es porque nunca aceptó decir, como casi todos sus subordinados, que "Magnetto es un mafioso". Curiosa intransigencia la de Scioli.