Los talleres que la agrupación La Cámpora realiza en escuelas de varios distritos y que son motivo de un duro enfrentamiento entre ese sector juvenil kirchnerista y las autoridades de la ciudad de Buenos Aires, que habilitaron un 0800 para denunciar esa intromisión en las aulas, mantienen el sello presidencial de justificar lo injustificable y de pretender hacer pasar por información una actividad totalmente orientada a introducir en los chicos la propaganda política.
Como se sabe, los jóvenes camporistas irrumpen en los colegios ya desde el nivel inicial . Y no lo hacen sólo con palabras, sino con banderas y símbolos partidarios, además de un juego que tiene como personaje central a El Eternauta, de la famosa historieta homónima, aunque la imagen original ha sido trocada por la del ex presidente Néstor Kirchner.
En su afán por defender su intromisión en las escuelas, diversos voceros del gobierno nacional criticaron que, mientras se cuestiona a La Cámpora, los colegios reciben a representantes de la Fundación Junior Achievement, quienes promueven entre los alumnos el espíritu emprendedor en el marco de la responsabilildad y la libertad.
Así, los voceros camporistas intentan poner en pie de igualdad el trabajo de ideologización y propaganda partidaria que su agrupación ejecuta, con la labor educativa de la Fundación apartidaria Junior Achievement, consistente en la difusión de conocimientos técnicos sobre la vida económica, planes de negocios, comercialización, finanzas, recursos humanos y producción. La Fundación también difunde herramientas sobre cómo organizar actividades sin fines de lucro para beneficiar a poblaciones vulnerables, cómo cuidar el medio ambiente, combatir la deserción escolar, prevenir las adicciones y promover el espíritu emprendedor.
Por esa razón, y porque los talleres de Junior Achievement se realizan desde hace 20 años en el país y sólo para los colegios que los desean -no son impuestos como los de La Cámpora-, resultan falaces las críticas que se levantan contra esa entidad, que ha dictado programas a 700.000 chicos, 70% en escuelas estatales, además del trabajo que la fundación realiza, entre otros países, en China e India.
Basada en aquella línea tendenciosa de pensamiento fue que, en noviembre del año pasado, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad dictó una resolución en contra de la labor de Junior Achievement en las escuelas del distrito. Tal resolución fue la respuesta a una denuncia de padres de la Escuela N° 13 Raúl Scalabrini Ortiz, en cuanto a que los contenidos de la citada entidad "están relacionados con la incentivación del consumo y la promoción de la bancarización". Aquella comunicación de la Defensoría del Pueblo entrañaba una advertencia a las autoridades educativas del gobierno porteño, la que, de haber desoído, se hubieraconvertido en un informe ante la Legislatura.
Curiosamente, nada se ha dicho sobre la actividad de La Cámpora desde los organismos oficiales de control. Cuando el objetivo estuvo puesto sobre Junior Achievement, no faltaron incluso los legisladores kirchneristas que criticaran el ingreso en las escuelas de "una fundación privada", pues consideraban que era "la tercerización del discurso pedagógico y de la ideología educativa".
Tan sesgada es la lectura que hace el Gobierno de toda actividad ajena a sus propios y mezquinos intereses políticos que, como ya lo hizo para defenestrar a dirigentes opositores mediante propaganda divulgada en el espacio "Fútbol para todos", utilizó Radio Nacional para desacreditar a Junior Achievement.
En el segmento de esa emisora denominado "Investigación nacional", bajo la consigna "¿Sabés qué?, se transmitía el siguiente mensaje: "Las grandes corporaciones económicas utilizan horas de clase de escuelas públicas y privadas para dar contenidos neoliberales. Intentan inculcar los valores del mercado".
Nada hay de nocivo en que los chicos reciban nociones técnicas sobre diversas cuestiones que harán a su vida en sociedad. Vivimos en una República, en la que existe la libertad comercial y funcionan los mercados. Criticar en esos términos a Junior Achievement es como pretender desconocer ahora, después de tantos años de buena prédica escolar, las charlas gratuitas de empresas privadas vinculadas con la salud sexual y reproductiva.
Pareciera que el apuro del Gobierno por reclutar jóvenes para su causa política -la baja de la edad para votar a los 16 años encuentra en esa explicación su mayor razón de ser- obnubila el pensamiento de los funcionarios.
Obviamente que los jóvenes pueden y deben participar en política, pero no de una forma compulsiva y unidireccional. Tampoco resulta serio que se critique -como se ha hecho en las últimas semanas- la labor impulsada hace años en las escuelas por entidades religiosas para acercar a los chicos a la comunidad y, con ello, a la práctica solidaria.
Adoctrinamiento no es lo mismo que información, aunque la Presidenta así lo crea. Y el mercado es una realidad insoslayable, a no ser que se pretenda enseñar a los chicos cómo usar la libreta de racionamiento de los regímenes no democráticos.