El porvenir es muy alentador ya que se vislumbra “un panorama mundial favorable en cuanto a lo que es la demanda de semillas”, afirmó Cristiano Casini del Área Estratégica Agroindustria. Y allí la Argentina tiene un horizonte próspero: actualmente la exportación de simientes para la siembra de granos ronda los 250 millones de dólares, principalmente en soja y maíz, aunque también en otros cultivos como sorgo, girasol y trigo.
El crecimiento de la población mundial para los próximos años, estimada en ocho mil millones para el 2025, supone un incremento proporcional en la demanda de la producción agrícola. Mayor superficie de tierra cultivable y más productividad, con la misma cantidad de agua disponible, son las claves para acompañar ese proceso.
Casini destacó que se prevé un escenario favorable en cuanto a la demanda de simientes, “lo cual abre una gran posibilidad de una industria muy fuerte de agregado de valor, que es la exportación de semillas de alta calidad”.
En general –con variaciones de un cultivo a otro y en función de las circunstancias–, actualmente un 50% de los rindes se debe a la aplicación de tecnologías en las prácticas agrícolas como la siembra directa y el otro 50% es resultado de los avances genéticos que se obtienen y se incorporan a los cultivares mejorados.
“El desafío que tenemos hoy en día, desde el punto de vista de la producción de semilla, es aumentar en cantidad y calidad para proveer al mercado externo”, señaló el coordinador del INTA.
Como paquete tecnológico, la semilla es portadora de una parte genética y otra fisiológica. Para asegurar su rendimiento no basta sólo con su calidad genética, sino que ésta debe expresarse en toda su dimensión: “La semilla tiene que tener una alta calidad fisiológica”, que se traduce en “sanidad, vigor y germinación”, aseguró el especialista.
Inversión en genética, resultados en rentabilidad
“Si bien hay un concepto de lo que es la calidad de semillas, muchas veces el productor no conoce bien el potencial que tiene en cuanto a la genética y en cuanto a la calidad fisiológica”, aseguró Casini.
En este sentido, consideró que se debe valorizar la calidad de semilla en cuanto a su potencial genético, como incremento de los rendimientos de los cultivos. Por eso es muy importante fomentar el uso de semilla fiscalizada, que ofrece una seguridad de alto valor fisiológico, de calidad de germinación y vigor.
La genética juega un papel muy importante frente a la necesidad de aumentar la productividad agrícola mundial, mediante la transformación en cultivos de mayor eficiencia en el uso de agua y en el aprovechamiento de la energía solar. “La mejor inversión que puede hacer un productor agropecuario es la adquisición de semilla fiscalizada de alta calidad, ya que con esa actitud está invirtiendo indirectamente en genética y apostando a una mejora continua de su rentabilidad”, explicó el especialista.
En este escenario, para nuestro país tiene una importancia estratégica fortificar los bancos de germoplasma, como reservorio de la diversidad genética de productos agropecuarios, y fomentar el mejoramiento de los cultivares de todas las especies agrícolas.
En el futuro habrá una demanda con requerimientos específicos: alta productividad, productos diferenciados como, por ejemplo, maíces para alimento humano, para alimento de animales, para bioplásticos, para biofármacos, para biocombustibles, entre otros.
Para el mercado local y para el mundo
El Plan Estratégico PEA 2 del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación proyecta, para el año 2020, aumentar a 42 millones de hectáreas la siembra de granos y llegar a una producción de 160 millones toneladas, “lo cual va a demandar una cantidad apreciable de semillas”, señaló Casini. Para cubrir esa estimación se necesitarán aproximadamente unas14.000 hectáreasadicionales de producción de semillas.
Dentro de las demandas mundiales, África tiene un rol protagónico. Es uno de los continentes con más potencial de crecimiento agrícola. Con casi 900 millones de hectáreas cultivables disponibles, va a requerir tecnologías de cultivo y genética de alta calidad y presenta una gran oportunidad para nuestro país, ya que es uno de los mejor posicionados en proveerlas.
Dado que el mercado internacional de semillas se encuentra en plena expansión y se estima que en los próximos años la demanda en cantidad y de calidad será mayor, las empresas están encaminadas hacia la mejora de su producción. Esto representa una gran oportunidad para los criaderos y principalmente para los semilleros multiplicadores, que buscan incrementar su negocio.
Dado que en los próximos años, prácticamente todos los bienes esenciales para el ser humano provendrán de la producción agropecuaria (alimentos, biocombustibles, bioplásticos, biofármacos y otros), la genética en combinación con la industria agroquímica presentan una alianza sinérgica en el negocio de las semillas. Esto ya se vislumbra en el mundo entero y se refleja en el crecimiento notable de las grandes compañías a nivel multinacional. Las cinco empresas productoras más grandes de semillas, tienen una relación directa con las cinco compañías más grandes de la industria química.