En nuestro país hay una Constitución escrita que casi ningún político respeta. Y hay una ley popular que todo ciudadano conoce a fondo: la gente resguarda sus ahorros en dólares. Pocos prestan atención al termómetro de la legalidad; pero salta la térmica cuando la economía cruje.
Comencemos por el caso Ciccone. Durante los dos últimos meses, todos los días van apareciendo nuevas pruebas que vinculan al vicepresidente con la firma The Old Fund, la sociedad propietaria de la imprenta.
Boudou, con bastante torpeza, sacó del medio de la causa al juez federal Daniel Rafecas y logró que el sumario recalase en manos del juez Ariel Lijo, que lo instruye con más parsimonia.
Sin embargo, en el camino dejó bastantes heridos y está hiriendo a su gobierno.
Primero: acusó al entonces procurador general, Esteban Righi, de intentar venderle influencia en la Justicia, a lo que el estudio de Righi contraatacó con una ingeniosa estrategia de defensa penal que deja al vice en una posición ridícula.
Segundo: también acusó a Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa de Comercio, de apañar los intereses de la empresa Boldt y de haberle ofrecido un soborno para que esta firma se quede con la imprenta Ciccone. Pero otra vez quedó desacreditado: ayer la secretaria privada de Boudou dijo ante la Justicia que no recuerda la reunión que su jefe afirma haber tenido con Gabbi. La única prueba del vice se diluyó.
No cabe duda de que ni Righi ni Gabbi, dos hombres de extracción opuesta y destacada trayectoria, merecían este escarnio. Y, dicho sea de paso, Gabbi se reunió ayer con la Presidenta para presentarle formalmente a las nuevas autoridades de la Bolsa -que él preside por un nuevo período-, e invitarla a celebrar el 158° aniversario de la entidad.
Tercero. Boudou hizo que la Presidenta propusiera a su amigo, Daniel Reposo -actual síndico general de la Nación- para reemplazar a Righi. Pero el currículum de Reposo revela no sólo su inexperiencia en el mundo del derecho sino, también, gruesas mentiras.
Tanta torpeza resulta infructuosa: ahora, el senador Miguel Pichetto se encuentra atrapado entre reunir los votos para aprobar el pliego de Reposo o perder una votación que le infligiría una derrota política a Cristina. Aun así, si Reposo es nombrado procurador, ¿qué diferencia tendrá con el menemista ex ministro de la Corte, Adolfo Vázquez, que confesó que llegó al cargo por ser amigo de Carlos Menem?
Sin embargo, todos estos desaguisados comienzan a pasar inadvertidos gracias al ruido que hacen los cepos que el Gobierno va imponiendo a la compra de dólares para ahorro, para turismo y para cancelar hipotecas.
¿Es un amparo judicial la vía para poder comprar dólares por encima de lo que permite la AFIP?
Pareciera que no: 1) los jueces dejan trascender que, esta vez, no aceptarán una catarata de amparos, como ocurrió en 2001; 2) sólo se aceptarían casos excepcionales, como la compra de dólares para pagar una hipoteca firmada con anterioridad al cepo; y 3) pocos ahorristas podrían soportar la exigencia de los jueces y de la AFIP de mostrar que adquirieron completamente en blanco los pesos que quieren destinar a comprar divisas.
Está claro: el Gobierno, que con excesivas regulaciones empuja a la población a ponerse en negro, está dispuesto a aprovechar esta circunstancia para revalidar sus cepos contra el dólar y el turismo.
Controles, incertidumbre, cambios de reglas de juego. Pero de curar las causas de la inflación, ni una palabra.