Cuando los precios buscan nuevos pisos -más elevados-, lo usual es que, de tanto en tanto, se produzcan jornadas con tomas de ganancias. Ello permite una suerte de “stop and go” que puede marear al observador. Este efecto propio de todo mercado nuble la visión sobre la tendencia.
No sólo se trata de tomas de ganancias, también es resultado de la acción de los operadores y de los especuladores que se atemorizan cuando se publican noticias desalentadoras como, por ejemplo, la apreciación del dólar o la baja del precio del petróleo. Además, este fenómeno se ve potenciado por la actual posición neta comprada de los fondos, luego de un largo período de compras.
Pero la realidad es que están dadas la mayor parte de las condiciones para que la tendencia a la suba continúe por un buen tiempo.
Los principales trampolines siguen siendo el considerable recorte productivo de Sudamérica y las favorables expectativas sobre más importaciones provenientes de Asia.
A ellos se une otro gran trampolín: la intención de siembra de soja en EE.UU. Todo indica que sería menor o, quizás, similar a la del año pasado. Ello se daría a favor del maíz, su gran competidor en el uso de la tierra norteamericana.
El próximo 30 de marzo, el panorama sobre el propósito de los granjeros será más claro. Ese día, el USDA informará cómo aprecia la intención de siembra y a qué nivel llegarían los stocks de granos. Se descuenta que el organismo confirme el incremento de la superficie de maíz en desmedro de la soja. Algo que patea en contra de la oferta y a favor de los precios.
Por último, es probable que la tendencia a retener mercadería por parte de los productores de América del Sur se acentúe. ¿Por qué?
Pues porque, con expectativas a la suba de precios, es normal que el productor aguarde para desprenderse hasta el límite de sus posibilidades.
Además –fundamentalmente en el caso argentino- la alternativa de conservar el valor de su riqueza mediante la tenencia de soja se constituye en una poderosa herramienta, en un año que amenaza con mayor tasa de inflación. La percepción de los argentinos es que la posesión de mercadería los protege, en buena medida, de las políticas de traslación de ingresos y de devaluación.
Mientras tanto –y esto va en contra de los valores- los operadores contemplan la posibilidad de un mayor aterrizaje de la economía china y se preguntan hasta dónde es real la recuperación de la situación económica de EE.UU.
Pero estos elementos no se muestran tan potentes como aquéllos que impulsan los valores.
En este contexto, la retención acentuada parece ser un hecho de próxima vigencia.