El stress hídrico de diciembre y enero ha dejado terribles consecuencias sobre el rinde potencial a lo que se debe agregar el azote de las plagas.
Hoy, desde las esferas oficiales, se pretende apreciar la realidad de manera diferente por la bendita aparición de lluvias a lo largo de febrero.
Pero quien camina por el campo sabe que la cosecha será pobre. Depende el lugar y la fecha de siembra, el resultado será muy malo ó regular-bueno.
El Ministerio de Agricultura ha proyectado ahora una producción menor.
Habla de una cosecha de soja que estará entre 43,5 y 45 millones de toneladas, en una superficie de 18,80 millones de hectáreas.
Recordemos que la campaña anterior mostró un resultado de casi 49 millones de toneladas en una superficie prácticamente igual.
Este sólo dato, dadas las condiciones de extrema falta de humedad, permiten poner seriamente en duda los cálculos oficiales.
Seguramente, el volumen final estará por debajo de 42 millones de toneladas.
Y de esta forma, la caída, respecto a las estimaciones iniciales, será de más de 8 millones de toneladas. Se trata de varios miles de millones de dólares que no ingresan al cirucuito.
La cadena de la soja y de sus eslabones conexos sufrirán las consecuencias. Abril mostrará la cruda realidad.
Y el gobierno deberá ajustar más el cinturón.
En este contexto, resulta difícil esperar algún tipo de ayuda oficial. Es más: habría que prepararse para algún tipo de golpe sobre la producción con el fin de aportar fondos nuevos al Estado.