Parte de los rindes esperados en soja y maíz ya se evaporaron por la falta de agua. Pero ahora se necesitan lluvias abundantes de manera inmediata para que las pérdidas no sean mayores.

Las precipitaciones que estaban anunciadas para comienzos de esta semana pasaron de largo en muchas áreas productivas de la región y ahora todas las expectativas están puestas en las lluvias previstas para estos días.

En el sur de Tucumán (La Cocha) y el departamento de Santa Rosa de la provincia de Catamarca alrededor de un tercio del área programada de soja y maíz no se pudo sembrar por falta de agua. Y el estado de los cultivos que sí se pudieron implantar es crítico.

“En muchos campos de la zona llovieron en diciembre y enero apenas 80 milímetros, cuando lo normal es que entre ambos meses se registren al menos 280 milímetros”, explica Ramón Puchulu, miembro del CREA Santa Rosa Catamarca.

Parte del área que queda por sembrar podría ocuparse con poroto negro (cuya ventana de siembra se extiende hasta medianos del presente mes de febrero). Pero eso sólo podrá ser posible en caso de que en los próximos días aparezcan lluvias importantes en la región.

“En la zona hay varios campos con riego con pivote central, pero en los últimos dos meses las temperaturas fueron tan altas y la humedad relativa tan baja que incluso en los planteos con riego el estado de los cultivos no es óptimo”, comenta Puchulu. “La última vez que tuvimos un verano tan seco fue probablemente en la campaña 1997/98”, agrega.

La falta de agua en muchos casos viene acompañada de ataques severos de plagas –como por ejemplo la oruga bolillera– que obligan a realizar hasta cuatro fumigaciones de un mismo lote afectado (algo que aumenta de manera significativa el costo de producción del cultivo de soja).

En la zona noroeste de Santiago del Estero llovieron entre 100 y 120 milímetros entre diciembre y enero, mientras que los registros históricos muestran un promedio del orden de 300 milímetros para ese bimestre.

“La soja sembrada en los primeros días de diciembre está ingresando en el período crítico de floración y necesita aportes de agua urgentes”, comenta Hugo Lázaro, miembro del CREA El Palomar. Los maíces también están comprometidos, pero, como la fase crítica ocurre recién a fines de febrero, tienen aún chance de recuperación en caso de que aparezcan lluvias antes de esa fecha.

“Si en lo que queda de esta semana no aparecen lluvias significativas, la situación pasará de ser complicada a grave, porque las pérdidas productivas serán generalizadas e importantes”, indica Lázaro.

Por la falta de agua todavía no se pudo sembrar en la mayor parte del área prevista de poroto negro (que debería haberse comenzado a implantar desde el pasado 20 de enero). “Tenemos tiempo hasta mediados de febrero, pero, a medida que nos atrasamos, se incrementa la probabilidad de que el cultivo sufra heladas tempranas”, explica el empresario del CREA El Palomar.

El área de siembra 2011/12 de poroto negro, según estimaciones oficiales del Ministerio de Agricultura de la Nación, debería ser “similar a la de campaña 2010/11” (unas 100.000 hectáreas).

En tanto, en la zona de Metán –sur de la provincia de Salta– los registros de lluvias de enero pasado se ubicaron en general entre 40 y 50 milímetros cuando el promedio histórico ronda los 150 milímetros.

“La soja, que está en etapa reproductiva, está empezando a sufrir recortes de rindes potencial”, dice Lucas Elizalde, miembro del CREA Juramento. “Los maíces en la zona no pudieron sembrarse en la fecha adecuada por falta de agua: se implantaron en los primeros días de enero cuando deberían haberse sembrado en la primera quincena de diciembre”, añade.

Según estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en el NOA se planificó la siembra de 1,26 millones de hectáreas de soja (6,6% del total nacional), de las cuales se han podido sembrar 1,12 M/ha. En cuanto al maíz, se programó una superficie de 252.000 hectáreas (6,8% del total nacional), de las cuales apenas se lograron implantar unas 200.000.

El impacto de la seca también repercutirá en el sector ganadero regional, dado que, además de menores precios de la hacienda generados por una mayor liquidación de animales, los productores pecuarios podrían verse obligados a traer maíz desde otras zonas con un mayor costo de flete.