Con fondos provistos por la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR) y el Ministerio de Agricultura nacional, un equipo de técnicos comandados por la EEA INTA Anguil continuará en febrero con el relevo de las pérdidas por el ataque de palomas en unas 300 mil hectáreas de la provincia de La Pampa sembradas con girasol.
Como ha ocurrido ya en otras regiones del país, tampoco en Rancul, La Pampa,
este año hay girasol. Fernando Ferreira, por ejemplo, que en la última campaña
había sembrado 1500 hectáreas de este cultivo que le resulta vital, en ésta hizo
cero. Se cansó de lidiar con la paloma. Más al sur de esta provincia, otros
productores la siguen peleando. Como Hernán Cadierno, de Atreuco, que todavía
siembra, haciendo malabares con fechas y tipos de híbridos, aunque sabe que el
ave se podrí! a llevar, en algunos lotes, hasta el 50 % del cultivo. Para ambos,
el girasol es estratégico, es quien soporta el peso del negocio agrícola. Para
todos, la situación es insostenible.
Por esta razón, la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR) y el INTA Anguil ya
comenzaron a trabajar de manera conjunta para hacer frente a las palomas
torcazas (Zenaida auriculata). El trabajo se enmarca en un convenio entre ambas
organizaciones, con el aporte de fondos públicos y privados. El proyecto,
comandado por la EEA Anguil, tiene como principales objetivos concluir datos más
certeros sobre daños y unificar metodologías de investigación para llegar a
propuestas concretas que puedan adoptar tanto los estados provinciales como el
nacional a la hora de combatir la plaga.
La primera reunión de capacitación de profesionales que estarán a cargo de los
relevamientos se realizó la semana pasada en la Estación Experimental de Anguil.
La Pampa es una de las provincias que, de acuerdo al área que le destina al
cultivo, más ha sufrido el daño que ocasionan las aves. Según estimaciones
preliminares, a nivel nacional, en la última campaña hasta 360.000 toneladas de
girasol habrían ido para las aves. A un precio de 450 U$S FOB, este volumen
significa 162 M de dólares de pérdida.
El tema adquiere cada vez más envergadura. De la reunión en Anguil participaron
no sólo autoridades de INTA, como el director Regional Ricardo Thorton y el
director a cargo de Anguil, Néstor Juan, sino también el secretario de
Agricultura de la Nación, Lorenzo Basso, el subsecretario de Asuntos Agrarios de
La Pampa, Pedro Goyeneche, la directora de Recursos Naturales, Marisa Urioste, y
el presidente de ASAGIR, Ricardo Negri.
Tras reconocer que se trata de un problema de difícil solución, que requerirá de
todos los esfuerzos públicos y privados, Basso mencionó que acciones como la
exportación de carne de palomas (90.000 se exportaron en 2011) distan muchísimo
de ser la solución pero muestran que a veces se puede convertir un problema en
una oportunidad. Para Negri hace falta poner todo lo necesario para obtener
resultados que eviten el fuerte impacto que la plaga está teniendo en zonas con
altísima dependencia del cultivo de girasol. Por esta razón, desde ASAGIR se
vuelve a priorizar la interacción público privada en la investigación, un
mecanismo de trabajo que la Asociación promueve desde 2001, materializado en
convenios vigentes con INTA, la ANPCyT y la Facultad de Agronomía de la UBA,
entre otros.
Un productor que da pelea
Hernán Cadierno, de Atreuco -entre Macachín y Miguel Riglos-, sostiene que en su
zona el cultivo fuerte es el girasol. Muchas otras opciones no hay. “El girasol
es el que genera la renta de las explotaciones agropecuarias, se lleva un 50 %
del peso en la rotación”, dice.
“Pero acá el gran problema es la paloma. Sobre todo en el girasol sembrado en
fecha, a mediados de octubre, el que se está cosechando hacia el 20 de febrero.
Ahí tenemos un ataque de palomas impresionante, con pérdidas que pueden superar
en determinados lotes el 50% del rendimiento”, relata.
“Hemos detectado que algunos híbridos son más susceptibles. Varios son buenos en
rendimiento pero son muy afectados por la paloma, que se para en los capítulos y
luego come la semilla que cae al suelo a partir del movimiento de la planta”,
destaca.
El productor describe claramente el problema: hay híbridos que tienen la semilla
más suelta o se recuestan más para atrás. Estos son los que más se ven afectados
pero también los que más rinden. En cambio, hay materiales que tienen el grano
más apretado y esos resisten un poco, pero lo cierto es que este aspecto que es
una ventaja para hacerle frente a la paloma es un problema a la hora de la
cosecha, ya que no responden en rendimiento.
En algunos girasoles más tardíos, que se cosechan en marzo, por ahí baja un poco
el peligro de daño, pero lo preocupante es que es en las siembras tempranas
cuando el cultivo tiene el mejor potencial y mayor estabilidad de rinde.
“A principios de la cosecha es cuando se ven las aves por todos lados. No
encontramos patrón de comportamiento. Es tal la cantidad que incluso complica
las fumigaciones con avión. En los cultivos tardíos se suele hacer alguna
aplicación de insecticidas pero los aviones ya no quieren hacerlo porque la
tarea se convierte en una masacre y deriva en la rotura de los aviones”, comenta
Cadierno, quien hasta ahora, trabaja en tratar de ajustar fecha de siembra e
híbridos para disminuir el impacto, pero su preocupación aumenta, al igual que
las palomas, año a año.
Perder frente a la paloma
Fernando Ferreira es productor de Rancul, al noreste de La Pampa, y uno de los
técnicos que colaborarán con INTA en el relevamiento. Cuenta que hace 6 años que
empezaron a sufrir el tema de las palomas. Este año ya no se sembró girasol, a
pesar de ser el cultivo por excelencia para la zona.
“El año pasado sembramos 1400 hectáreas de girasol alto oleico y lo perdimos.
Cosechamos 900 y de esas, el promedio fue 1 qq/ha. La sequía nos llevó el 60 % y
el resto la paloma”, relata.
“Acá es impresionante la densidad de aves que sufrimos. Tenemos que convivir con
ellas. Lo único que se puede sembrar es girasol confitero o soja y maíz, con
bajas expectativas de éxito. Pero para nuestra economía, no sembrar girasol es
terrible. Estuve haciendo relevamientos de los lugares donde anidan y es
alarmante verlos. En 1.20 metro hasta el piso, hay 7 u 8 nidos, con dos
polluelos por nido”, dice.
Ferreira comenzará en pocos días con la tarea de monitoreo en una zona que
abarca unos 60 kilómetros hacia el sur de Rancul. El objetivo, dice, es tener el
dato preciso de cuál es la magnitud del daño, que en su experiencia, ha llegado
al 50 %. El problema es que no aparecen soluciones.
El técnico destaca un dato que permitirá obtener mayores precisiones en el
relevamiento: los daños de la paloma se producen hasta 7 días antes de la
cosecha. Por esto, la medición se va a hacer 2 días antes de que entre la
cosechadora al lote. “Vamos a pedirles a los productores que nos avisen en cada
caso”.
Según Luis Arias, productor de La Pampa y miembro del Consejo Directivo de
ASAGIR, las escasas estrategias disponibles son: la cosecha anticipada mediante
defoliantes y cosechar más húmedo. Eventualmente, se trabaja con el uso de
repelentes autorizados.
A su vez, en Rancul, como en otras regiones de La Pampa, se hace captura de
palomas que luego son exportadas por frigoríficos. Desde esta localidad, 70000
palomas salieron recientemente hacia un frigorífico de Batán, Mar del Plata,
para ser exportadas. Pagan 0.25 centavos por paloma. “Dejaron 50 jaulas pero
harían falta otras 300, e igual esto no se va a acabar”, dice Ferreira.