Si bien todas las encuestas dan por ganadora a la fórmula oficialista por amplia ventaja, aparecen numerosos interrogantes relacionados con la forma en que el futuro gobierno va a encarar su gestión con un contexto externo e interno que no son ya tan favorables. La crisis mundial ya está afectando aspectos que van a repercutir en la economía argentina. Por lo que se puede advertir hasta el momento los países desarrollados que hoy están ajustando sus economías le van a comprar menos a países como India y China que, viendo reducidos sus ingresos, seguramente presionen para bajar el precio de los commodities que los argentinos les vendemos. Esto va a generar una volatilidad que, si bien no se espera que genere grandes caídas ya que la demanda sigue siendo importante, seguramente afecte los ingresos de nuestro país. A estos movimientos hay que agregarle la devaluación del real que no es un dato menor teniendo en cuenta que Brasil es nuestro principal comprador y que cualquier asimetría cambiaria podría generar una pérdida de competitividad importante.

En el orden interno también se advierten varios problemas. La balanza de intercambio ya ha dejado de ser positiva y se están aplicando trabas a las importaciones que incluso afectan insumos destinados a la producción, fundamentales en el campo como puede ser la maquinaria y los neumáticos especiales para tractores y cosechadoras. Este bloqueo se debe en gran medida al déficit energético que existe en el país y que nos obliga a tener que importar una buena parte de lo que consumimos.

Además, la inflación implica que a medida que pasan los días los productores agropecuarios, y las demás ramas de la economía productiva, son cada vez menos competitivos. En dos años los costos de producción aumentaron un 50%, esto significa que zonas productivas antes marginales que obtenía una renta que apenas justificaba la inversión, hoy ya no pueden producir porque directamente no les cierran los números.

Pero el Gobierno pareciera no estar tomando cuenta de esto, de hecho, el presupuesto 2012 prevé un 23% de aumento en el ingreso por retenciones. Este aumento se podría dar de diferentes maneras: por incremento de producción, cosa que con estas políticas veo imposible, con la suba las retenciones, algo que no creo que sea políticamente viable; o de una medida como el desdoblamiento cambiario o modificación del tipo cambio, siguiendo fórmulas que ya han fracasado estrepitosamente en nuestra historia. Pareciera que todavía no existe la convicción en el oficialismo de que la mejor forma de recaudar más es producir más y que para que esto suceda los productores tienen que confiar en que las reglas de juego no se le van a volver en contra luego de haber invertido.

Tanto en lo interno como en lo externo se nos presentan a los argentinos desafíos importantes, personalmente tengo el temor de que el nivel de concentración que existe en la toma de decisiones y la tendencia al autoengaño que tiene el gobierno terminen conspirando en contra de la Argentina, un país que en este contexto mundial sigue teniendo enormes posibilidades para desarrollarse.