Los que están acostumbrados a las muy buenas cosechas. Aquellos que celebran un rinde superior a la campaña anterior y los que lograron producir algo después de varios años de sequía. Todos los productores trigueros del sudoeste bonaerense, desde la zona más favorecida hasta la más golpeada por el clima, sufren con el problema que se les presenta al momento de llevar el cereal al acopio ó al molino: no encuentran compradores.
José Bracco tiene 35 años y vive en Tres Arroyos donde, asegura, “desde el año 2000 no se veía una cosecha como la actual, gracias al clima y la gran inversión que hizo el sector”.
Pero a la hora de vender esa producción, muy superior a los 3100 kilos por hectárea que promedia históricamente la zona, otro es el cantar. La falta de competencia en el mercado le impide a los chacareros obtener un precio pleno desde hace años.
“En un mercado intervenido como este, los exportadores compran cuándo quieren y al precio que quieren y así sigue la enorme transferencia de recursos del campo hacia ese sector” razona. Afirma que el gobierno nacional sabe muy esta situación. “No hay más que ingresar al sitio web del ministerio de Agricultura para saber que con los valores actuales un propietario de la región gana un poco y el arrendatario pierde”.
En el partido de Adolfo Alsina, hacia el oeste de la provincia, la reciente cosecha dio para todo. Carlos Bories, a sus 43 años, lucha por mantener la tradición familiar en una explotación mediana entre Carhué y Espartillar. Descree que el gobierno defienda la mesa de los argentinos con su intervención. “Está bien comprobado que la incidencia del trigo en el precio del pan es mínima y el kilo que hace unos años costaba 2,5 hoy vale 8” explica. Argumenta que está faltando la “competencia histórica” entre los molinos y los exportadores que le permitía a los productores vender en el mejor momento. “Antes mirábamos los valores en la pizarra y hacíamos la operación. Hoy eso no se puede hacer y quieren empujarnos a meternos en créditos para retener el trigo, cuando lo que queremos es vender el cereal” dice.
Villalonga, 150 kilómetros al sur de Bahía Blanca, pertenece al partido Patagones, el más golpeado por cuatro años consecutivos de sequía. El 2010 trajo las lluvias y cierto alivio.
“Sólo muy pocos pueden guardar su producción y la mayoría necesita venderla para pagar las deudas que acumuló durante los años sin lluvias” explica Pablo Novick. Este productor, de 48 años, refleja el desánimo actual de la zona que circunda a Villalonga.