Silvia Stang
LA NACION

Es cierto que, según señalan datos de estudios recientes, el incremento de precios afecta con mayor fuerza a las familias pobres. De todos modos, eso no significa que los efectos de la inflación no se disparen sobre los bolsillos de quienes más ganan. No existe, por lo tanto, sólo un problema puntual de reacomodamiento de algunos precios -como pretende el discurso del Gobierno-, sino un incremento generalizado de los precios de los bienes y servicios.

Así lo advirtió el economista Carlos Rodríguez, rector de la Universidad del CEMA, al analizar en diálogo con La Nacion un informe del Centro de Economía Aplicada de esa casa de estudios, que indica que en 2010 la Canasta del Profesional Ejecutivo se encareció un 22,1 por ciento. Se trata de un conjunto de bienes y servicios que, de acuerdo con un relevamiento hecho un par de años atrás, es representativo del consumo de quienes perciben mejores ingresos.

El rubro que tuvo el aumento más fuerte fue el de alimentos y bebidas, con un 30,3% entre diciembre de 2009 y el del último año (estos productos, como parte del gasto total, tienen un menor peso en las familias de altos ingresos respecto de las de las clases media y baja).

La medición del CEMA considera un conjunto de productos que, para diciembre último, tuvo un costo total de 19.636 pesos. Se consideran los gastos de una familia integrada por dos adultos y dos niños en edad escolar. Sólo en el último mes del año pasado, el valor de esos productos se elevó un 1,51 por ciento.

Desde marzo de 2008 -el primer mes en que se hizo el relevamiento de precios-, la suba resultó del 66,5 por ciento. Según explicó Rodríguez, la canasta se elaboró sobre la base de una encuesta hecha entre profesionales, que incluyó ex alumnos del MBA de la Universidad del CEMA. Entre los rubros considerados, hay artículos de consumo masivo de primeras marcas, colegios privados de cuotas altas, planes de salud de empresas prepagas líderes, además de actividades de esparcimiento, viajes de turismo y gastos de vivienda.

El nivel de incremento de los precios para todo 2010 no fue en la mencionada medición -que considera 300 productos- muy diferente respecto de la tasa de inflación general estimada por economistas y centros de estudios del sector privado.

Los cálculos de las consultoras ubican el índice anual en alrededor del 25 o 26%, bastante lejos del guarismo del cuestionado Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que rondará el 11% (el dato de diciembre se conocerá pasado mañana).

En comparación con la canasta que es considerada en el índice de precios general, en el caso de la elaborada para la población de profesionales ejecutivos, los alimentos tienen un menor peso: en la primera, representan el 31,3%, y en la segunda, el 19,3% del gasto total de la familia. A la vez, en el conjunto de consumos de los mejor posicionados socialmente tienen mayor incidencia rubros como esparcimiento, educación y equipamiento del hogar.

Entre los diferentes rubros, el que menos se encareció en el año fue el de vivienda y servicios básicos, con una tasa del 10,7%; le siguieron el transporte y las comunicaciones, con el 16,2%, y la educación, con el 16,9 por ciento. En el ranking de mayores incrementos les siguieron a los alimentos, las actividades de esparcimiento (28,3%), los gastos en planes de salud (25,1%) y la indumentaria (23,7 por ciento).

El informe del CEMA comenta que el aumento promedio de la canasta de ejecutivos en diciembre fue bastante inferior que el relevado justo un año atrás, cuando había alcanzado el 2,51 por ciento. De todas formas, medidos ambos años de punta a punta, 2010 dejó una tasa de inflación superior: en 2009, la variación del costo de la canasta había resultado del 18,7 por ciento. "La inflación anual supera desde hace ya once meses un piso del 20 por ciento y además muestra una clara tendencia a incrementarse desde hace más de un año", analiza el informe de la universidad.

Tal como informó La Nacion días atrás, para los más pobres esa tasa resulta mayor aún si se considera que la canasta de alimentos más básicos subió un 33 por ciento en el año, según el relevamiento hecho por FIEL.