Fernando Bertello
LA NACION

Con el maíz afectado y una importante baja de los rendimientos a causa de la sequía, las precipitaciones que caigan (o no) en los próximos días van a ser definitorias para la soja, el principal cultivo del país. De acuerdo con los expertos, las lluvias son claves tanto para el desarrollo de la soja ya sembrada como para la que falta por sembrar, unos 2,1 millones de hectáreas, un 12% de la superficie total estimada para la oleaginosa.

"Sólo si acompañan las lluvias se va a terminar de sembrar el área de soja que falta", advirtió Miguel Calvo, presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja). Para Calvo, la cosecha total podría ubicarse en un rango de 46 a 51 millones de toneladas.

En este contexto, Ricardo Baccarin, vicepresidente de la corredora Panagrícola, alertó que, si no se completara toda la superficie que resta por sembrar, eso equivaldría a tener cinco millones de toneladas menos de producción. Con todo, lleguen o no las lluvias, de acuerdo con Baccarin el hecho de que la estimación de cosecha original de 52 millones de toneladas ya haya descendido a 48/49 millones, de por sí implica una pérdida de ingresos para los productores de 1500 a 2000 millones de dólares. Baccarin aún mantiene algo de optimismo: "Si el clima lo permite, algo de la siembra que falta se va a poder completar".

Por su parte, Rodolfo Rossi, especialista en soja de la firma Nidera, señaló: "Creo que todavía estamos a tiempo de que se recompongan los cultivos en muchas regiones de la zona central".

En materia de previsiones de lluvias, los pronósticos no son de lo más optimistas. Eduardo Sierra, especialista en agroclimatología, estima que esta semana seguirán las precipitaciones sobre zonas marginales para la producción, como el norte argentino, pero serán muy pocas sobre zona núcleo (la más fértil), en la pampa húmeda. Sólo habría una buena lluvia el 17 o 18 del actual, según su pronóstico. Otro cálculo para medir las pérdidas que provoca la falta de agua indica que, por cada día de demora en la lluvia, hoy ya se resigna un potencial de 50 kilos de rinde por día.

En rigor, la suerte de la soja se va a jugar en dos planos: por un lado, dentro de unos días, en las principales zonas productoras, el cultivo va a ingresar en un período clave, definitorio para su productividad, conocido como de formación de vainas y granos. Es una etapa que, según las regiones y las fechas de siembra, se extiende desde hoy mismo hasta el 10 de febrero, aproximadamente.

Es decir, la soja tiene una floración más larga y más tiempo para definir su rinde. Además, este período crítico suele ocurrir en una época en que, en un año normal, hay mayores chances de precipitaciones.

El maíz, en desventaja

En este aspecto, la soja es más flexible que el maíz. Para este último, su período clave cae en las principales regiones entre el 15 de diciembre y el 7 de este mes, época en la que las lluvias pueden ser un poco más erráticas en un año con precipitaciones por debajo de lo normal, como las que genera actualmente el fenómeno climático conocido como La Niña.

Como llovió poco, en la actualidad el maíz ya exhibe una caída y su cosecha quedaría en 20,35 millones de toneladas, por debajo de las previsiones de más de 25 millones de toneladas al inicio de este ciclo.

Para tener en cuenta el impacto de la falta de agua para el maíz, vale un dato del Instituto de Clima y Agua del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Castelar.

Según el organismo, en el trimestre octubre/diciembre en el norte bonaerense las precipitaciones fueron de 150 milímetros por debajo de lo normal en la serie histórica 1961/2000, con 300 milímetros registrados.

Claramente, según destacan los expertos, la soja entra en su partido más importante en las próximas semanas, si bien diversas estimaciones privadas ya descuentan una baja en la producción que, versus una cosecha de 55 millones de toneladas del ciclo pasado, ahora podría estar entre 47,5 y 48 millones. Hay previsiones privadas que ubican la cosecha aún por debajo de esas cifras.

El otro frente de batalla para la soja tiene que ver con la superficie de siembra. De acuerdo con la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, ya se habría sembrado el 88,5% de una superficie estimada en 18,5 millones de hectáreas. Respecto del año pasado, hay un retraso en la implantación del 8,2% y restan implantarse poco más de 2,1 millón de hectáreas.

Por esta razón, la pregunta es si se va a completar toda la siembra que resta. "De lo que falta, podría completarse el 70 por ciento", opinó Rossi. "La superficie que falta en parte se compone de la región norte del país, que está recibiendo lluvias como para completar la siembra en una época normal; la región de Entre Ríos, que no creo que vaya a completar las estimaciones originales de siembra de primera (que deberían haberse realizado antes) y, principalmente sobre trigo, y el resto de las regiones adonde la soja de segunda (que se hace después del trigo) falta sembrar y va cayendo en una siembra muy tardía", explicó Rossi.