Fernando Bertello
Enviado especial
ARRECIFES.- "Da lástima verlo, porque sé que está muy jodido", dice Roberto
Garrido, productor de Arrecifes, unos 180 kilómetros al norte de la Capital
Federal. No se refiere a algún ser querido suyo ni mucho menos. Con esas
palabras, habla de un lote de unas 53 hectáreas de maíz que está a pocos
kilómetros de esta ciudad. Su maíz parece estar en terapia intermedia, con
riesgo de pasar a intensiva: por la falta de lluvias, de la mitad para abajo de
la planta las hojas están secas, las espigas muestran hileras incompletas con
granos en formación y presentan un tamaño 20% menor que lo habitual. "Se ve
pálido; tiene un verde casi amarillento", remata, casi como si se tratara del
diagnóstico de un doctor, Fernando Brouver, un asesor técnico de la zona.
Esta es la cara más cruel de La Niña, un fenómeno que ocasiona lluvias por debajo de lo normal y que desde hace poco más de un mes se viene ensañando con los cultivos, aunque también afecta a otros rubros, como la producción de leche y carne.
También incendios
Aquí, en esta región del norte bonaerense, azota más al maíz porque está atravesando un período crítico de definición de su rinde y formación de granos, donde requiere de 7 a 9 milímetros por día, pero también amenaza a la soja, que exhibe plantas de menor desarrollo de lo habitual.
La falta de lluvias afecta a casi toda la pampa húmeda, en algunos lugares con más intensidad que en otros. En la zona núcleo, una región que geográficamente comprende unos 10 millones de hectáreas entre el norte bonaerense, el centro-sur de Santa Fe y el sur cordobés, entre cultivos y pasturas, hoy más del 50% del área está en situación de sequía, según un informe de Tomás Parenti, del área de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario para La Nacion.
De acuerdo con diversas fuentes, hay zonas con déficits de entre 100 y 200 milímetros y necesitan urgente no menos de 80 milímetros. Encima, en Olavarría, la seca hasta está provocando el incendio de campos. Allí ya se quemaron casi 2000 hectáreas y el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, fue al lugar y prometió ayuda.
Con la sequía, las proyecciones sobre la cosecha se están volviendo a escribir. Entre noviembre y diciembre, el país se perdió de ganar por la sequía US$ 832 millones y al Estado se le esfumó la posibilidad de embolsar US$ 279 por retenciones. Esto pese a que, en la comparación con 2009, los ingresos por exportaciones serían, aun en medio de la seca, mayores en US$ 4385 millones y el fisco recaudaría US$ 1057 millones más (ver aparte). Son datos preliminares, ya que todavía faltan unos tres meses para la cosecha, pero reflejan la magnitud del impacto actual de la falta de lluvias.
Cada día que pasa sin lluvias y con altas temperaturas, como las de la semana pasada, significa un calvario. Al maíz, por ejemplo, se le va recortando cada día de 200 a 300 kilos de rinde potencial.
En Arrecifes, Garrido sacó de 10.000 a 11.000 kilos por hectárea en 2009, cuando, en un año Niño (fenómeno que genera lluvias mayores a lo normal), las precipitaciones fueron excepcionales. Si llueve en los próximos días, esta vez Garrido en ese lote podría sacar 6000 kilos. Caso contrario, quizá tenga que conformarse con menos.
En esta ciudad del norte bonaerense, dicen que no reciben una lluvia abundante desde hace más de un mes. Las últimas precipitaciones dejaron, como mucho, 30 mm en algunas zonas del partido y en otras menos. En todo diciembre acumularon 60 mm, mucho menos que los 250 mm de igual mes de 2009.
Para más datos, la estadística marca 180 mm en los últimos tres meses de 2010, versus 400 mm del mismo lapso del año pasado. Paradojas del clima, en 2009 hubo dificultades para sembrar por el exceso de humedad.
Hacia abajo
En este partido, donde se hicieron 11.000 hectáreas con maíz, en 2009 el rinde promedio fue de 8000 kilos por hectárea.
Por la seca, según Brouver, el maíz en una visión "optimista" ya exhibe pérdidas en el rendimiento del 10 al 30 por ciento.
"Se lo nota tristón", grafica sobre este cultivo Patricio Molle, presidente de la Asociación de Productores Rurales de Arrecifes. Por aquí es posible ver espigas desparejas, fallas en la formación de granos y plantas con muchas hojas prácticamente "cocinadas".
Molle hizo 70 hectáreas del cereal y está esperando que lleguen pronto unos 60/70 mm para aspirar a un rinde razonable. Obtuvo en su campo un promedio de 11.000 kilos por hectárea en 2009 y, sólo si llueve "ya", podría apuntar a 7000. "Pero si no hay lluvias, en diez días serán 6000 kilos", acotó. Después de haber invertido unos US$ 350 para sembrar el cultivo, por lo menos debe sacar de 5000 a 6000 kilos para cubrir los costos. Según Molle, hay productores analizando picar el maíz para la hacienda si persiste la falta de lluvias. Por las dudas, si se viera obligado a llegar a esta situación, Molle posee un rodeo de vacas de cría.
Las lluvias son imperiosas. El temor es que el 20/30% del maíz que se encuentra en una situación de regular a mala, según datos de Brouver, sea pronto una mayor cantidad de hectáreas. La soja sembrada en octubre y parte de noviembre está con final abierto. Hay plantas con 20 centímetros menos que lo normal y sólo con una buena lluvia podría recomponerse.
De todos modos, se ven lotes con importantes pérdidas de plantas que ya no podrán recuperarse.
También se siente en la leche y en la carne
Además de afectar la agricultura, la sequía también impacta sobre la producción de carne y leche. En materia ganadera, según analistas del sector, hubo productores que decidieron adelantar ventas ante el temor de encontrarse con un importante faltante de pasto para alimentar a sus animales. Por otro lado, según Miguel Paulón, presidente del Centro de la Industria Lechera (CIL), la provincia de Buenos Aires es la que más siente el efecto de la sequía en materia lechera. En diciembre pasado, la producción del sector sufrió una caída interanual de entre un cuatro y un cinco por ciento.